Algunos días, como ayer, cuando por unos minutos vuelvo a compartir el mismo aire contigo flaqueo. Es en esos efímeros minutos en que me siento miserable al observar cómo no puedo controlar el temblor de mis manos: no puedo escribir y el bolígrafo que siempre agarro fírmemente quiere saltar por los aires. Entonces opto por cruzarme de brazos o por apretar la punta del bolígrafo contra el papel: así no veo vibrar mis sentimientos.
Otras veces, como hoy, no puedo evitar maldecirme cuando me alejo, o te alejas, en otra dirección porque no me gusta comprobar que verte sonreír todavía puede devolverle la alegría perdida a mi día gris. Eso no es bueno y lo sé. No es buena señal, eso también lo sé. Y sé qué es lo que debo hacer: seguir en la distancia, desear que pase ya este mes y medio que queda para que terminen las clases y entonces... entonces yo no terminaré sólo un curso más, dejaré la facultad definitivamente para pasar al mundo laboral y será todo más fácil... en lo referente a ti, claro... Así debe ser y así será.
Cuando enfrentarse a la verdad sirve para regresar, una vez más, a nuestra nube: nube dulce nube...
viernes, 30 de abril de 2010
lunes, 26 de abril de 2010
Volar
- ¿Quién es? - preguntó el chico curioso
- No es nadie a quien puedas alcanzar - le dijo su amigo.
- Y tú, ¿cómo lo sabes?
- ¿Bromeas? Es un alma destinada a la soledad, siempre flota en el cielo y cuando toca el suelo sólo es para coger impulso y lanzarse de nuevo al vacío.
- ¿Sí?, pues entonces volaré con ella.
- No es nadie a quien puedas alcanzar - le dijo su amigo.
- Y tú, ¿cómo lo sabes?
- ¿Bromeas? Es un alma destinada a la soledad, siempre flota en el cielo y cuando toca el suelo sólo es para coger impulso y lanzarse de nuevo al vacío.
- ¿Sí?, pues entonces volaré con ella.
sábado, 24 de abril de 2010
Encuentro conmigo misma
- ¿En qué piensas, pequeña?
- En mi.
- Y, ¿cómo estás?
- No muy bien, la verdad.
- Cuéntame tus porqués, anda...
- No me siento a gusto conmigo misma y no soporto no poder cambiar esta situación. Me desespero porque así no puedo ser feliz, necesito estar en paz conmigo y siento que no es así. Se supone que ya soy adulta pero me comporto de manera irracional, no controlo los sentimientos: se me escapan de las manos y hacen conmigo lo que quieren sin poder evitarlo...
- Sabes, no debes sentirte mal, pequeña, no has hecho nada que no hubiera hecho una persona enamorada. Eso no es malo. Es normal que te sientas así pero debes comprender que tú lo ves todo más negro porque no puedes mirar más allá y, algún día, cuando pase todo esto y mires atrás llegarás incluso a reírte de ello.
- ¿Eso crees? ¿llegaré a reírme de los sentimientos? dudo que algún día pueda reírme pensando en estos malos momentos...
- No, no te reirás del dolor. Eso nunca lo harás, lo sé, por como eres. Te reirás de lo adorable que eres cuando cometes locuras de las que luego te arrepientes, te reirás porque es ahora, siendo adulta como eres, cuando estás aprendiendo a ser pequeña.
- En mi.
- Y, ¿cómo estás?
- No muy bien, la verdad.
- Cuéntame tus porqués, anda...
- No me siento a gusto conmigo misma y no soporto no poder cambiar esta situación. Me desespero porque así no puedo ser feliz, necesito estar en paz conmigo y siento que no es así. Se supone que ya soy adulta pero me comporto de manera irracional, no controlo los sentimientos: se me escapan de las manos y hacen conmigo lo que quieren sin poder evitarlo...
- Sabes, no debes sentirte mal, pequeña, no has hecho nada que no hubiera hecho una persona enamorada. Eso no es malo. Es normal que te sientas así pero debes comprender que tú lo ves todo más negro porque no puedes mirar más allá y, algún día, cuando pase todo esto y mires atrás llegarás incluso a reírte de ello.
- ¿Eso crees? ¿llegaré a reírme de los sentimientos? dudo que algún día pueda reírme pensando en estos malos momentos...
- No, no te reirás del dolor. Eso nunca lo harás, lo sé, por como eres. Te reirás de lo adorable que eres cuando cometes locuras de las que luego te arrepientes, te reirás porque es ahora, siendo adulta como eres, cuando estás aprendiendo a ser pequeña.
viernes, 23 de abril de 2010
Nada
En fin, qué quieres que te diga. Te he visto parado en esa esquina mientras esperabas a tu amigo y al cruzarme contigo te he mirado para ver si tú me devolvías la mirada, pero has optado por agachar la cabeza, como yo he hecho también en otras ocasiones.. Y no lo he podido controlar y me he girado al pasar y he dicho "hasta luego, ¿eh?". Y el tono no sé como sonó, creo que duro y eso no hace que me sienta bien. Lo sé, lo sé, no hago más que fastidiar todo un poco más. ¿Qué quieres que te diga? ya lo siento, de verdad, pero contigo no controlo nada.
Ahora estoy enfadada conmigo misma, por haber sido tan fría en ese saludo que lo único que pretendía era decirte que voy a ser una desconocida más que te saludará cuando te vea. Sí, intentaré hacer ese esfuerzo de saludarte cuando nos crucemos, nada más, sólo para ayudarte a comprender que esa es la única relación que podremos tener tú y yo. Por momentos pienso que no debería haberte dicho nada (¡que no lo pude controlar!) porque en parte no me importaba haber pasado de largo como si nada. Pero si lo hice, si me molesté en girarme y soltar esa maldita frase y si tan enfadada estoy ahora conmigo misma por esa actitud tan infantil, será porque en realidad algo todavía me importa...
No estoy orgullosa por esto hoy. No. Lo siento. Siento tener que pedirme perdón todo el rato, siento tener que disculparme contigo desde aquí: siento tener cosas por las que disculparme. Si te sirve de consuelo, no me siento bien por haberme comportado así. Habrás pensado, y con razón, que soy estúpida y que de verdad perdí el juicio por completo: de verdad no hay ningún tipo de relación posible entre nosotros, nada. Si hoy me odias por ello, si me odias de ahora en adelante no te lo reprocharía, de veras, soy consciente de que ha sido con arrebatos como éste como me lo he ido ganando. Si te digo la verdad, nada es lo único que quiero ya contigo porque en estos momentos lo que viene a mi mente cuando pienso en ti o te veo es olvidar todo: que los recuerdos desaparezcan y así pasar a la nada. Nada.
Ahora estoy enfadada conmigo misma, por haber sido tan fría en ese saludo que lo único que pretendía era decirte que voy a ser una desconocida más que te saludará cuando te vea. Sí, intentaré hacer ese esfuerzo de saludarte cuando nos crucemos, nada más, sólo para ayudarte a comprender que esa es la única relación que podremos tener tú y yo. Por momentos pienso que no debería haberte dicho nada (¡que no lo pude controlar!) porque en parte no me importaba haber pasado de largo como si nada. Pero si lo hice, si me molesté en girarme y soltar esa maldita frase y si tan enfadada estoy ahora conmigo misma por esa actitud tan infantil, será porque en realidad algo todavía me importa...
No estoy orgullosa por esto hoy. No. Lo siento. Siento tener que pedirme perdón todo el rato, siento tener que disculparme contigo desde aquí: siento tener cosas por las que disculparme. Si te sirve de consuelo, no me siento bien por haberme comportado así. Habrás pensado, y con razón, que soy estúpida y que de verdad perdí el juicio por completo: de verdad no hay ningún tipo de relación posible entre nosotros, nada. Si hoy me odias por ello, si me odias de ahora en adelante no te lo reprocharía, de veras, soy consciente de que ha sido con arrebatos como éste como me lo he ido ganando. Si te digo la verdad, nada es lo único que quiero ya contigo porque en estos momentos lo que viene a mi mente cuando pienso en ti o te veo es olvidar todo: que los recuerdos desaparezcan y así pasar a la nada. Nada.
jueves, 22 de abril de 2010
Grietas
Se ha roto la magia y lo ha hecho sin avisar. No es que ya no me importes, es sólo que ya me harté hasta de mi misma. Me he cansado de soportarme cada día. Me duele la cabeza, me gustaría gritar hasta quedarme sin voz para sacar todo lo que tengo dentro. He comenzado a ver que no se puede vivir de intenciones y que los hechos son los que realmente cuentan. Por fin comprendí, sin darme cuenta, que aunque por alguna extraña razón todavía no lo crea, tú no me necesitaste nunca ni me necesitarás en tu futuro: que no puedo cambiar el color de tus días y que a la vez que eso me duele también me alegra.
Cada día me tropiezo y me caigo... y me vuelvo a levantar. Al llegar la tarde me pesa el cansancio por todas partes y decido irme pronto a dormir para que el corazón no me estalle en un millón de pedazos. Por las mañanas me cuesta levantarme y entonces recuerdo que debo seguir sin ti, que debo convencerme de una vez de que yo no te hago falta (¿por qué me cuesta creerlo?) y que es así porque lo veo de Lunes a Viernes: ríes, bromeas... eres feliz y yo me alegro y a la vez la magia se hace añicos para mi al ver que volé sola por ese cielo. Entonces me levanto, y el dolor sigue aquí dentro y las grietas en el alma se abren paso hacia el fondo, y cada vez son más grandes y más profundas y las lágrimas se cuelan entre ellas... y calan cada milímetro de recuerdos.
Noto que las imágenes de ratos compartidos se alejan de mi mente, será que ya no quiero que regresen, será que prefiero guardarlas para siempre. No es que trate de pensar menos en ti, es que ya no lo hago de la misma forma: ya ves, será que es cierto eso de que no hay mal que cien años dure. No sé, quizá es sólo un engaño más que me regalo a mi misma. Si es así, lo acepto con desgana y me lo agradezco con una sonrisa a medias: es lo que quiero.
No pienso con rabia ni rencor, no... qué va. Igual tú piensas que sí porque cuando me cruzo contigo no te miro y mi rostro refleja absoluta seriedad. Soy consciente de que sólo actúo así contigo pero no tengo otra forma de protegerme, desconozco otra forma de luchar sin morir en el intento. No quiero que pienses que te odio, de veras, odiar es algo para lo que yo no sirvo. Si algún día tengo la oportunidad de decírtelo te lo diré: que no te odio, que yo por ti sólo sentí cosas buenas y que a medida que se van acabando lo hacen de forma limpia, sin dejar desperdicios. Si no tengo la oportunidad de decírtelo espero que tú mismo puedas llegar a saberlo: que aparentar frialdad es mi escudo contra mi misma. Y si no consigues descubrirlo... bueno, en realidad tampoco te importa así que me quedo tranquila.
¿Sabes qué es lo único que lamentaré no poder hacer? Felicitarte el día de tu cumpleaños... se acerca y ya ni siquiera te mandaré un mensaje felicitándote. Perdona si ese día piensas que por lo menos podía haberte deseado un "Feliz cumpleaños". Aunque no lo sepas, pensaré en ti todo ese día y nunca olvidaré que, cada 2 de Mayo, cumple un año más el único amor que he sentido.
Cada día me tropiezo y me caigo... y me vuelvo a levantar. Al llegar la tarde me pesa el cansancio por todas partes y decido irme pronto a dormir para que el corazón no me estalle en un millón de pedazos. Por las mañanas me cuesta levantarme y entonces recuerdo que debo seguir sin ti, que debo convencerme de una vez de que yo no te hago falta (¿por qué me cuesta creerlo?) y que es así porque lo veo de Lunes a Viernes: ríes, bromeas... eres feliz y yo me alegro y a la vez la magia se hace añicos para mi al ver que volé sola por ese cielo. Entonces me levanto, y el dolor sigue aquí dentro y las grietas en el alma se abren paso hacia el fondo, y cada vez son más grandes y más profundas y las lágrimas se cuelan entre ellas... y calan cada milímetro de recuerdos.
Noto que las imágenes de ratos compartidos se alejan de mi mente, será que ya no quiero que regresen, será que prefiero guardarlas para siempre. No es que trate de pensar menos en ti, es que ya no lo hago de la misma forma: ya ves, será que es cierto eso de que no hay mal que cien años dure. No sé, quizá es sólo un engaño más que me regalo a mi misma. Si es así, lo acepto con desgana y me lo agradezco con una sonrisa a medias: es lo que quiero.
No pienso con rabia ni rencor, no... qué va. Igual tú piensas que sí porque cuando me cruzo contigo no te miro y mi rostro refleja absoluta seriedad. Soy consciente de que sólo actúo así contigo pero no tengo otra forma de protegerme, desconozco otra forma de luchar sin morir en el intento. No quiero que pienses que te odio, de veras, odiar es algo para lo que yo no sirvo. Si algún día tengo la oportunidad de decírtelo te lo diré: que no te odio, que yo por ti sólo sentí cosas buenas y que a medida que se van acabando lo hacen de forma limpia, sin dejar desperdicios. Si no tengo la oportunidad de decírtelo espero que tú mismo puedas llegar a saberlo: que aparentar frialdad es mi escudo contra mi misma. Y si no consigues descubrirlo... bueno, en realidad tampoco te importa así que me quedo tranquila.
¿Sabes qué es lo único que lamentaré no poder hacer? Felicitarte el día de tu cumpleaños... se acerca y ya ni siquiera te mandaré un mensaje felicitándote. Perdona si ese día piensas que por lo menos podía haberte deseado un "Feliz cumpleaños". Aunque no lo sepas, pensaré en ti todo ese día y nunca olvidaré que, cada 2 de Mayo, cumple un año más el único amor que he sentido.
lunes, 19 de abril de 2010
Cobarde
Miro tu foto y no puedo evitar sonreír. Siempre te gusta posar con caras raras, es una estupidez pero a mi me encanta, me gustaría poder hablarte para decirte "pero qué tonto eres..." y luego continuar riéndome mientras vuelves a poner esa cara en persona para mi.
Vuelvo a mirar tu foto y sé que nunca pondrás más caras graciosas para mi. Debería de dejar de inventarme situaciones en las que me gustaría verme junto a ti, compartiendo todo tipo de momentos. Pero no puedo.
Miro esa foto una vez más. Sonrío. Lloro. Me duele algo aquí dentro y tengo sentimientos que no puedo denominar con un solo nombre. Nostalgia, amor, días de sol, días de lluvia... Todo se mezcla como si lo hubiera metido en un lavadora que gira, gira, gira... y nunca deja de girar. Quizá haya pasado bastante tiempo en las nubes y deba bajar un rato a la realidad, para no perder el norte, para no olvidar que debo luchar por seguir bien. Pero no sé si quiero bajar. Tengo miedo. Desde aquí todo se me hace más sencillo porque vivo de recuerdos, no te puedo tocar, no te puedo oler, sé que no te veré... y si bajo, si bajo sé que voy a estar esperando todos esos momentos como agua de mayo y a la vez viviendolo como si llegara en cualquier instante la hora del juicio final.
Tengo miedo y es ridículo: te temo y, al mismo tiempo, sigo pensando en ti como mi única salvación, como si pudiera regresar a alguno de aquellos días en que te tenía más cerca y pudiera pedirte ese abrazo que nunca me atreví a pedir, por miedo aquella vez a que salieras corriendo. Tengo miedo porque sigo sintiendo que mi lugar está junto a ti y a la vez no puedo obviar que tú no guardas ese sitio para mi. Desamparada. Sigo mi camino y te veo desde todos lados y quiero correr hacia a ti, pero tú no me conoces así que sigues con el rostro serio y tus brazos no me quieren dar la bienvenida. Seguiré caminando, te seguiré observando a cada paso, deseando correr hacia a ti, deseando que tus ojos se encuentren con los míos y me sonrías mientras me extiendes los brazos con alegría.
Sí, lo sé, debería de dejar de inventarme situaciones en las que me gustaría verme junto a ti pero no puedo.
Vuelvo a mirar tu foto y sé que nunca pondrás más caras graciosas para mi. Debería de dejar de inventarme situaciones en las que me gustaría verme junto a ti, compartiendo todo tipo de momentos. Pero no puedo.
Miro esa foto una vez más. Sonrío. Lloro. Me duele algo aquí dentro y tengo sentimientos que no puedo denominar con un solo nombre. Nostalgia, amor, días de sol, días de lluvia... Todo se mezcla como si lo hubiera metido en un lavadora que gira, gira, gira... y nunca deja de girar. Quizá haya pasado bastante tiempo en las nubes y deba bajar un rato a la realidad, para no perder el norte, para no olvidar que debo luchar por seguir bien. Pero no sé si quiero bajar. Tengo miedo. Desde aquí todo se me hace más sencillo porque vivo de recuerdos, no te puedo tocar, no te puedo oler, sé que no te veré... y si bajo, si bajo sé que voy a estar esperando todos esos momentos como agua de mayo y a la vez viviendolo como si llegara en cualquier instante la hora del juicio final.
Tengo miedo y es ridículo: te temo y, al mismo tiempo, sigo pensando en ti como mi única salvación, como si pudiera regresar a alguno de aquellos días en que te tenía más cerca y pudiera pedirte ese abrazo que nunca me atreví a pedir, por miedo aquella vez a que salieras corriendo. Tengo miedo porque sigo sintiendo que mi lugar está junto a ti y a la vez no puedo obviar que tú no guardas ese sitio para mi. Desamparada. Sigo mi camino y te veo desde todos lados y quiero correr hacia a ti, pero tú no me conoces así que sigues con el rostro serio y tus brazos no me quieren dar la bienvenida. Seguiré caminando, te seguiré observando a cada paso, deseando correr hacia a ti, deseando que tus ojos se encuentren con los míos y me sonrías mientras me extiendes los brazos con alegría.
Sí, lo sé, debería de dejar de inventarme situaciones en las que me gustaría verme junto a ti pero no puedo.
viernes, 16 de abril de 2010
15 de Abril de 2010
No te empeñes en darme las gracias por un favor sin importancia, no me digas que te encantó charlar conmigo de nuevo, no des por hecho que volveremos a hacerlo. No, no, no... no quiero regresar al infierno pero ya lo estoy haciendo.
¿Por qué me has mandado un mensaje?¿acaso piensas que no se atormentó lo suficiente el otro día mi corazón?. Y hoy ha sido un día de perros porque al despertarme seguía aquí ese nudo en la garganta que reapareció por sorpresa en aquel pasillo. Después te he visto y se te notaba cansado, supongo que habrás estado estudiando hasta tarde y la falta de sueño a ti te afecta más que a mi: porque a mi no me afectan las horas sin dormir, sino sentir ese millón de espinas que llevan tu nombre clavándose con la mayor intensidad. Por la tarde volvía a buscarte con la mirada en todas partes: no, no, no... ¡otra vez no! Entre preguntas de amigos acabé flaqueando y las lágrimas se agolparon sin remedio a la superficie. Y otra vez, sentirme la más miserable del maldito mundo, y otra vez aparecieron las nubes negras y el frío de mis manos se extendió a todo mi cuerpo: tiemblo, tiemblo... y me lo merezco.
Después tú, otra vez. Otra vez me quedo con las ganas de saber más, de esperar esa respuesta... no, no, no.. debo impedírmelo, ¿no ves que nunca salí del fondo?, ¿por qué crees que todo está de nuevo bien y podemos ser amigos sin problemas?, te equivocas amor... como siempre, te equivocas conmigo.
Volveré a empezar, ese será de nuevo mi castigo, la misma condena una y otra vez. No me importa cuántas veces se repita, soy tan estúpida que por soñar cinco minutos estoy dispuesta a pagar con horas infinitas en el infierno y allí pensaré que tú eres feliz y no piensas en mi a cada instante, que has encontrado un amor que llena tus sueños, que es la compasión lo único que te invita a preguntarme e interesarte. ¡Que no!, ¡que no quiero que me tengas pena!, yo no quiero que me hables porque sientas que me debes algo...¿que no lo ves? soy yo la que te debe todo.
16 de Abril de 2010
Luego tengo examen, ahora voy a intentar concentrarme para repasar y más tarde me voy de viaje a Madrid con mis amigos. Espero que con ellos el fin de semana me tranquilice y me ayude a evadir un poco mi mente que tan saturada está en estos momentos...
p.d: Gracias a todos por vuestros comentarios. ;)
No te empeñes en darme las gracias por un favor sin importancia, no me digas que te encantó charlar conmigo de nuevo, no des por hecho que volveremos a hacerlo. No, no, no... no quiero regresar al infierno pero ya lo estoy haciendo.
¿Por qué me has mandado un mensaje?¿acaso piensas que no se atormentó lo suficiente el otro día mi corazón?. Y hoy ha sido un día de perros porque al despertarme seguía aquí ese nudo en la garganta que reapareció por sorpresa en aquel pasillo. Después te he visto y se te notaba cansado, supongo que habrás estado estudiando hasta tarde y la falta de sueño a ti te afecta más que a mi: porque a mi no me afectan las horas sin dormir, sino sentir ese millón de espinas que llevan tu nombre clavándose con la mayor intensidad. Por la tarde volvía a buscarte con la mirada en todas partes: no, no, no... ¡otra vez no! Entre preguntas de amigos acabé flaqueando y las lágrimas se agolparon sin remedio a la superficie. Y otra vez, sentirme la más miserable del maldito mundo, y otra vez aparecieron las nubes negras y el frío de mis manos se extendió a todo mi cuerpo: tiemblo, tiemblo... y me lo merezco.
Después tú, otra vez. Otra vez me quedo con las ganas de saber más, de esperar esa respuesta... no, no, no.. debo impedírmelo, ¿no ves que nunca salí del fondo?, ¿por qué crees que todo está de nuevo bien y podemos ser amigos sin problemas?, te equivocas amor... como siempre, te equivocas conmigo.
Volveré a empezar, ese será de nuevo mi castigo, la misma condena una y otra vez. No me importa cuántas veces se repita, soy tan estúpida que por soñar cinco minutos estoy dispuesta a pagar con horas infinitas en el infierno y allí pensaré que tú eres feliz y no piensas en mi a cada instante, que has encontrado un amor que llena tus sueños, que es la compasión lo único que te invita a preguntarme e interesarte. ¡Que no!, ¡que no quiero que me tengas pena!, yo no quiero que me hables porque sientas que me debes algo...¿que no lo ves? soy yo la que te debe todo.
16 de Abril de 2010
Luego tengo examen, ahora voy a intentar concentrarme para repasar y más tarde me voy de viaje a Madrid con mis amigos. Espero que con ellos el fin de semana me tranquilice y me ayude a evadir un poco mi mente que tan saturada está en estos momentos...
p.d: Gracias a todos por vuestros comentarios. ;)
miércoles, 14 de abril de 2010
Tiembla el corazón
Hoy he vuelto a morir al ver esos ojos clavados en mi, ¿por qué me lo pones tan difícil?. Sabe bien el cielo que no deseo otra cosa en el mundo que volver a sentir latir mi corazón, tanto lo deseo: tu olor, tu piel, tus lunares, esos ojos... Maldita sea, pero ¿no lo ves?, ¿no ves que si tú me miras yo me pierdo y te necesito de nuevo?. No, no vuelvas a hacerme eso por favor... Es preferible que este corazón siga muerto a que vuelva al infierno.
Hoy he vuelto a sentir un fuego arrasando en mi interior cuando has hecho que me parase para hablar contigo, ¿por qué? ¿por qué me haces esto?. Maldita sea... ¿no ves que ahora tengo que volver a empezar? Otra vez de nuevo: olvidar tus ojos y tu voz, olvidar que en realidad te necesito como el agua para que no se deshidraten mi corazón y mi alma...
Hoy me maldigo a mi misma a cada instante, porque no he superado esa prueba de fuego. Estúpida, estúpida, ¡estúpida nube!, ¿qué estás haciendo?, ¿por qué no te logras controlar?. Otra vez las palabras temblaban al salir entre mis labios, como aquella primera vez que me acerqué a ti. Mil insultos que me dedico en silencio. ¿Por qué?, ¿por qué no podías respetar ese pacto silencioso de no dedicarnos palabras en el aire?. Maldita sea, maldita sea... ahora tengo que empezar otra vez de cero y desear que la suerte no me abandone y no te vuelvas a acercar a mi. Con ese nudo de nuevo en la garganta y las lágrimas luchando por salir, cierro los ojos y con todas mis fuerzas pido mi deseo:
Hoy he vuelto a sentir un fuego arrasando en mi interior cuando has hecho que me parase para hablar contigo, ¿por qué? ¿por qué me haces esto?. Maldita sea... ¿no ves que ahora tengo que volver a empezar? Otra vez de nuevo: olvidar tus ojos y tu voz, olvidar que en realidad te necesito como el agua para que no se deshidraten mi corazón y mi alma...
Hoy me maldigo a mi misma a cada instante, porque no he superado esa prueba de fuego. Estúpida, estúpida, ¡estúpida nube!, ¿qué estás haciendo?, ¿por qué no te logras controlar?. Otra vez las palabras temblaban al salir entre mis labios, como aquella primera vez que me acerqué a ti. Mil insultos que me dedico en silencio. ¿Por qué?, ¿por qué no podías respetar ese pacto silencioso de no dedicarnos palabras en el aire?. Maldita sea, maldita sea... ahora tengo que empezar otra vez de cero y desear que la suerte no me abandone y no te vuelvas a acercar a mi. Con ese nudo de nuevo en la garganta y las lágrimas luchando por salir, cierro los ojos y con todas mis fuerzas pido mi deseo:
- Que no me vuelva a hablar, que no me vuelva a hablar, que no me vuelva a hablar, que no me vuelva a hablar... (que vuelva, que vuelva, que vuelva, que vuelva...)
domingo, 11 de abril de 2010
El artista
Comenzaba cada mañana de la misma manera. La alarma del móvil le despertaba con un "bip-bip" que aumentaba de volumen a medida que trascurrían los segundos, entonces, se levantaba y se acercaba a la cómoda donde estaba el teléfono, emitiendo sonido y luz, y la apagaba.
Descalzo caminaba escaleras abajo a la cocina, donde se calentaba un café bien cargado que acompañaba con un par de galletas, de esas que parecen pastas pero no lo son. Solo, con la voz del presentador de las noticias, se despejaba y volvía a sentir el agobio de la rutina. Pero esa mañana era distinta, no iba a ir a clase, ese día pensaba regalársele a sí mismo y no se sentía culpable por faltar un día a sus quehaceres: hoy se lo merecía porque el sol ya brillaba en el cielo azul y las nubes, apenas visibles en el horizonte, eran ligeras y tan blancas como la luz.
Fregó la taza del desayuno, subió de nuevo a su habitación y se duchó con el agua bien caliente, como le gustaba siempre. Cogió la cámara con su objetivo favorito, ese que había comprado un mes atrás por internet, las gafas de sol y se marchó caminando hacia ese rincón al que siempre acudía cuando necesitaba estar solo. Cuando llegó, subió por la ligera pendiente de rocas hasta alcanzar la cima, desde la cual podía ver toda la ciudad bañada por el mar. "Clic-clic", ahí iba la primera foto a aquella ciudad que cada día le absorbía. "Clic-clic", otra foto al infinito mar que se perdía en medio del cielo.
Se quitó la cámara que colgaba en su cuello, guardó el objetivo en la mochila que había traído y después la cámara. Suspiró mientras miraba el mar al que acababa de retratar y así, en silencio y con aquél paraíso como único testigo, comenzó de nuevo a coger altura... y se sumergió en su universo.
Descalzo caminaba escaleras abajo a la cocina, donde se calentaba un café bien cargado que acompañaba con un par de galletas, de esas que parecen pastas pero no lo son. Solo, con la voz del presentador de las noticias, se despejaba y volvía a sentir el agobio de la rutina. Pero esa mañana era distinta, no iba a ir a clase, ese día pensaba regalársele a sí mismo y no se sentía culpable por faltar un día a sus quehaceres: hoy se lo merecía porque el sol ya brillaba en el cielo azul y las nubes, apenas visibles en el horizonte, eran ligeras y tan blancas como la luz.
Fregó la taza del desayuno, subió de nuevo a su habitación y se duchó con el agua bien caliente, como le gustaba siempre. Cogió la cámara con su objetivo favorito, ese que había comprado un mes atrás por internet, las gafas de sol y se marchó caminando hacia ese rincón al que siempre acudía cuando necesitaba estar solo. Cuando llegó, subió por la ligera pendiente de rocas hasta alcanzar la cima, desde la cual podía ver toda la ciudad bañada por el mar. "Clic-clic", ahí iba la primera foto a aquella ciudad que cada día le absorbía. "Clic-clic", otra foto al infinito mar que se perdía en medio del cielo.
Se quitó la cámara que colgaba en su cuello, guardó el objetivo en la mochila que había traído y después la cámara. Suspiró mientras miraba el mar al que acababa de retratar y así, en silencio y con aquél paraíso como único testigo, comenzó de nuevo a coger altura... y se sumergió en su universo.
viernes, 9 de abril de 2010
Mis amigas, la vida y yo
Tengo una amiga que dice que todo acaba cayendo en el olvido y que es lógico porque es imposible recordar a todas las personas, todos los sentimientos, todos los pensamientos y todos los recuerdos para siempre. Tengo otra amiga que no tiene ninguna agenda ni libreta donde apuntar las tareas o recados que debe hacer, dice que ella lo memoriza todo y no lo olvida: incluso números de teléfono que sólo tienen la utilidad para un día, si le preguntas al cabo de una semana lo sigue recordando. Cariñosamente yo siempre la digo que es mi agenda y es que en muchas ocasiones si no hubiera sido por ella no hubiera sabido a qué hora tenía clase ni de qué asignatura ni en qué aula tocaba esa semana.
Las dos me conocen bastante bien y cuando las he necesitado han estado ahí. Siempre he escuchado sus consejos y yo he tomado, después, mis propias decisiones. Cada una al final me ha dado el mismo mensaje pero son las pequeñas diferencias entre un planteamiento y otro las que al final hacen que, en base a lo que pienso yo, me decante por seguir un camino u otro. Puedo decir que, en general, me parecen consejos más objetivos y menos egoístas los que me da la primera. Sin embargo, escuchar la opinión de mi "agenda", aún no estando de acuerdo con ella en los puntos que considero claves y que marcan a cada persona, siempre me resulta reconfortante a la vez que un poco crispante...
Creo que escuchar esas disconformidades hacen que mis puntos claves se afiancen más en mi. Por ejemplo: ella opina que lo mejor para olvidar a alguien es encontrarle un sustituto pero yo no puedo evitar pensar que eso es un grave error, de hecho me parece que (vale sí quizá sea el modo más fácil y rápido de hacerlo), es una actitud cobarde de enfrentarse a las cosas, es más fácil enmascararnos las heridas para fingir que no están pero creo que si se tapan nunca se curarán de verdad... siempre quedará ese resquemor y yo no quiero eso: yo quiero una curación de verdad, completa, que aún quedando la marca al mirarla no me duela, es más, que el día de mañana pueda admirar el modo en cómo cicatrizó y me sienta orgullosa de tenerla.
Ella ahora es feliz porque ha encontrado el amor pero hará ya casi un año lo pasó muy mal por un chico al que quiso y no le correspondía... yo, por supuesto, estuve ahí para escucharla y hacerla comprender que el dolor en la vida es normal y no hay que temerle, ¡claro que nadie quiere sentirlo! pero es precisamente el dolor una de las cosas con las que más se aprende: no hay que esconderlo, hay que cogerlo, conocerle y después quedarse sólo con la experiencia. Sólo así, de forma sana, una mañana cualquiera al despertar veremos que el dolor fue necesario y como vino se marchó y no sentiremos pena por lo que no fue, sino alegría por lo que eso creó en nuestro interior.
Ella, mi loca "agenda", cuando habla de aquél chico (que a la vez es amigo común de las dos) no puede evitar mostrar en sus palabras y en sus gestos el rencor por el dolor y eso, a mi, me apena. No es capaz de reconocer que, evidentemente, perdió su imparcialidad con nuestro amigo: ya no recuerda todos los buenos ratos de risas y confidencias con un amigo, sólo guarda rencor, desprecio... malos sentimientos que nadie desea sentir...pero ella escogió su camino y eligió odiar para olvidar... odiar... y eso, para mi no está bien, pero a ella sin embargo no le importó (ni la importa) porque en ese momento sólo pensó en ella: ella, ella y después ella. Y yo no estoy diciendo que no haya que pensar en uno mismo porque creo que nunca hay que olvidarse de uno mismo (eso es esencial), pero no hay que cerrarse al resto y pensar que somos dueños del máximo grado de sufrimiento, además de ser un craso error, es egoísta.
No se paró a pensar ni un sólo momento en que él nunca dejó de ser su amigo, que siempre fue una gran compañía y que nunca quiso dejar de serlo ni que ella sufriera. Él no lo hizo mal, de hecho, creo que mi amiga no supo valorar (ni sabe) que él la trató de forma intachable: siempre atento, siempre con cuidado, siempre pendiente de cómo se encontraba ella cada mañana, siempre ahí...Y yo se lo he dicho a ella y a él, y ella sigue con su rabia camuflada y él... dejó de ser su amigo.
Y yo no busco, ni busqué nunca a nadie. Las personas llegan a nuestra vida sin tener opción a elegir y suceden cosas, alegrías y tristezas, que nunca deben restar en la cuenta final del día, sino sumar y hacer crecer poco a poco nuestro propio fondo. Y yo, no me considero mejor ni peor que nadie, sé lo que valgo y sé que es mucho, y sé lo que vale el resto y sé, que aún con defectos, es mucho. Y yo, sé que el olvido es inevitable y que tampoco se van todos los recuerdos, que al final quedarán sólo los buenos y no siento dolor por lo que no fue sino alegría y agradecimiento por lo que eso me ha enseñado.
Las dos me conocen bastante bien y cuando las he necesitado han estado ahí. Siempre he escuchado sus consejos y yo he tomado, después, mis propias decisiones. Cada una al final me ha dado el mismo mensaje pero son las pequeñas diferencias entre un planteamiento y otro las que al final hacen que, en base a lo que pienso yo, me decante por seguir un camino u otro. Puedo decir que, en general, me parecen consejos más objetivos y menos egoístas los que me da la primera. Sin embargo, escuchar la opinión de mi "agenda", aún no estando de acuerdo con ella en los puntos que considero claves y que marcan a cada persona, siempre me resulta reconfortante a la vez que un poco crispante...
Creo que escuchar esas disconformidades hacen que mis puntos claves se afiancen más en mi. Por ejemplo: ella opina que lo mejor para olvidar a alguien es encontrarle un sustituto pero yo no puedo evitar pensar que eso es un grave error, de hecho me parece que (vale sí quizá sea el modo más fácil y rápido de hacerlo), es una actitud cobarde de enfrentarse a las cosas, es más fácil enmascararnos las heridas para fingir que no están pero creo que si se tapan nunca se curarán de verdad... siempre quedará ese resquemor y yo no quiero eso: yo quiero una curación de verdad, completa, que aún quedando la marca al mirarla no me duela, es más, que el día de mañana pueda admirar el modo en cómo cicatrizó y me sienta orgullosa de tenerla.
Ella ahora es feliz porque ha encontrado el amor pero hará ya casi un año lo pasó muy mal por un chico al que quiso y no le correspondía... yo, por supuesto, estuve ahí para escucharla y hacerla comprender que el dolor en la vida es normal y no hay que temerle, ¡claro que nadie quiere sentirlo! pero es precisamente el dolor una de las cosas con las que más se aprende: no hay que esconderlo, hay que cogerlo, conocerle y después quedarse sólo con la experiencia. Sólo así, de forma sana, una mañana cualquiera al despertar veremos que el dolor fue necesario y como vino se marchó y no sentiremos pena por lo que no fue, sino alegría por lo que eso creó en nuestro interior.
Ella, mi loca "agenda", cuando habla de aquél chico (que a la vez es amigo común de las dos) no puede evitar mostrar en sus palabras y en sus gestos el rencor por el dolor y eso, a mi, me apena. No es capaz de reconocer que, evidentemente, perdió su imparcialidad con nuestro amigo: ya no recuerda todos los buenos ratos de risas y confidencias con un amigo, sólo guarda rencor, desprecio... malos sentimientos que nadie desea sentir...pero ella escogió su camino y eligió odiar para olvidar... odiar... y eso, para mi no está bien, pero a ella sin embargo no le importó (ni la importa) porque en ese momento sólo pensó en ella: ella, ella y después ella. Y yo no estoy diciendo que no haya que pensar en uno mismo porque creo que nunca hay que olvidarse de uno mismo (eso es esencial), pero no hay que cerrarse al resto y pensar que somos dueños del máximo grado de sufrimiento, además de ser un craso error, es egoísta.
No se paró a pensar ni un sólo momento en que él nunca dejó de ser su amigo, que siempre fue una gran compañía y que nunca quiso dejar de serlo ni que ella sufriera. Él no lo hizo mal, de hecho, creo que mi amiga no supo valorar (ni sabe) que él la trató de forma intachable: siempre atento, siempre con cuidado, siempre pendiente de cómo se encontraba ella cada mañana, siempre ahí...Y yo se lo he dicho a ella y a él, y ella sigue con su rabia camuflada y él... dejó de ser su amigo.
Y yo no busco, ni busqué nunca a nadie. Las personas llegan a nuestra vida sin tener opción a elegir y suceden cosas, alegrías y tristezas, que nunca deben restar en la cuenta final del día, sino sumar y hacer crecer poco a poco nuestro propio fondo. Y yo, no me considero mejor ni peor que nadie, sé lo que valgo y sé que es mucho, y sé lo que vale el resto y sé, que aún con defectos, es mucho. Y yo, sé que el olvido es inevitable y que tampoco se van todos los recuerdos, que al final quedarán sólo los buenos y no siento dolor por lo que no fue sino alegría y agradecimiento por lo que eso me ha enseñado.
miércoles, 7 de abril de 2010
Pequeña
Ayer por la mañana alcancé un nivel de agobio bastante elevado: mandarme cuatro correos en media hora, con la profesora que me ayuda en el PFC y los de la empresa con la que le estoy haciendo, todos ellos con aspectos liosos e ideas que convertir en hechos, a la par que yo seguía enfrascanda haciendo cosas y apuntando las nuevas que me iban diciendo, me saturó hasta el punto de pensar, por primera vez desde hace mucho, que el trabajo es una... bueno, un trauma.
Yo normalmente no llego a esos extremos, sí es cierto que cuando pienso en todo lo que tengo pendiente por hacer mi conciencia aparece y me obliga a cumplir los "deberes" pero nunca pierdo la calma: organizo cada mañana lo que voy a hacer durante el día y no me agobio. Sé que hay que dedicar tiempo y así lo hago pero nunca sin perder los nervios, soy de las que piensa que, "ante todo no hay que perder la calma", "sin prisa pero sin pausa", "poco a poco y con buena letra", "que no cunda el pánico"...
A las 13h había quedado con mis amigos para comer y después patinar un rato. En un principio pensé que quizá debería cancelar mi cita y aprovechar el día completo con el proyecto pero me dije que no, que eso sería contraproducente ya que cuando realmente estás tan estresado lo peor que puedes hacer es quedarte encerrado mirando la pantalla del ordenador y desesperándote más porque ves avanzar las horas y no consigues resultados. Así que a las 12h guardé todo y me obligué a pensar sólo en patines, y, la verdad tomé la decisión acertada.
La tarde fue genial, vale sí me caí unas cuantas veces (creo que era la tercera o cuarta vez que patinaba) y me hice un par de heridas pero no faltaron las risas y la tarde no pasó lenta. Además tuvimos suerte porque hizo sol durante todo el día y la temperatura era muy agradable: por la zona no faltó gente que ni corta ni perezosa tomaba el sol en bañador...
¿Lo malo? Lo malo es que yo ya estuve una vez en ese parque...contigo... Y de nuevo, ayer, recorrí el carril para las bicicletas (aquella vez andando ayer en patines), y me senté en un banco a ver atardecer, y vi despegar aviones, y me acerqué a la furgoneta de los helados...
Sí, salir de casa ayer durante toda la tarde me vino bien porque esta mañana me organicé y solucioné aquello que tanto me agobiaba ayer... y a la vez, volver a pasar toda la tarde en un lugar en el que estuve contigo me ha venido mal, muy mal...
Vuelvo a sentirme pequeña y esta vez por partida doble: heridas nuevas que podré curar con tiritas y betadine, heridas viejas que se abren de nuevo y que tengo que aprender a silenciar...pero, ¿cómo? y, lo más importante, ¿por qué siento que me estoy engañando otra vez? si tanto me creía que lo estaba superando, ¿por qué hoy siento las bofetadas de la realidad al verme otra vez hundida?. Dime, ¿por qué no puedes desaparecer ya de mi vida?. ¡Vete, vete!, vete... no te odio pero si no te vas no puedo mentirme para intentar convenderme de que todo está bien. Te lo suplico: vete, vete, vete...
Yo normalmente no llego a esos extremos, sí es cierto que cuando pienso en todo lo que tengo pendiente por hacer mi conciencia aparece y me obliga a cumplir los "deberes" pero nunca pierdo la calma: organizo cada mañana lo que voy a hacer durante el día y no me agobio. Sé que hay que dedicar tiempo y así lo hago pero nunca sin perder los nervios, soy de las que piensa que, "ante todo no hay que perder la calma", "sin prisa pero sin pausa", "poco a poco y con buena letra", "que no cunda el pánico"...
A las 13h había quedado con mis amigos para comer y después patinar un rato. En un principio pensé que quizá debería cancelar mi cita y aprovechar el día completo con el proyecto pero me dije que no, que eso sería contraproducente ya que cuando realmente estás tan estresado lo peor que puedes hacer es quedarte encerrado mirando la pantalla del ordenador y desesperándote más porque ves avanzar las horas y no consigues resultados. Así que a las 12h guardé todo y me obligué a pensar sólo en patines, y, la verdad tomé la decisión acertada.
La tarde fue genial, vale sí me caí unas cuantas veces (creo que era la tercera o cuarta vez que patinaba) y me hice un par de heridas pero no faltaron las risas y la tarde no pasó lenta. Además tuvimos suerte porque hizo sol durante todo el día y la temperatura era muy agradable: por la zona no faltó gente que ni corta ni perezosa tomaba el sol en bañador...
¿Lo malo? Lo malo es que yo ya estuve una vez en ese parque...contigo... Y de nuevo, ayer, recorrí el carril para las bicicletas (aquella vez andando ayer en patines), y me senté en un banco a ver atardecer, y vi despegar aviones, y me acerqué a la furgoneta de los helados...
Sí, salir de casa ayer durante toda la tarde me vino bien porque esta mañana me organicé y solucioné aquello que tanto me agobiaba ayer... y a la vez, volver a pasar toda la tarde en un lugar en el que estuve contigo me ha venido mal, muy mal...
Vuelvo a sentirme pequeña y esta vez por partida doble: heridas nuevas que podré curar con tiritas y betadine, heridas viejas que se abren de nuevo y que tengo que aprender a silenciar...pero, ¿cómo? y, lo más importante, ¿por qué siento que me estoy engañando otra vez? si tanto me creía que lo estaba superando, ¿por qué hoy siento las bofetadas de la realidad al verme otra vez hundida?. Dime, ¿por qué no puedes desaparecer ya de mi vida?. ¡Vete, vete!, vete... no te odio pero si no te vas no puedo mentirme para intentar convenderme de que todo está bien. Te lo suplico: vete, vete, vete...
lunes, 5 de abril de 2010
Preguntas abiertas
Me siento extraña. Cuando me paro a pensar siempre llego a la misma conclusión: vacía, triste pero cierto. ¿Por qué no puedo sentirme de otra manera?. A veces creo que en realidad siempre me sentí así hasta que llegaste tú y lo llenaste todo de luz. Desde que comprendí que mi vida debe seguir sin ti y que no puedo aferrarme a un imposible todo volvió a parecerme vacío y me sentí extraña sintiéndolo de nuevo: nos acostumbramos tan rápido a lo bueno... cuesta tanto enfrentarse a la realidad...
¿Estoy mal? Me lo pregunto cada día y nunca encuentro una respuesta que me satisfaga. Si me digo que no, sé que miento descaradamente. Si me digo que sí, sé que en otros momentos estuve peor y no me parece justo intentar comparar estos días con aquellos en que me parecía que el infierno de verdad vivía en mi. Así que nunca me respondo, en su lugar miro durante unos minutos un punto fijo de la habitación sin querer pensar en nada y a la vez sintiendo lástima por mi misma. En esos momentos siempre recuerdo una melodía triste tocada al piano o cantada con una voz rota y las lágrimas asoman a mis ojos.
Pienso en si sigo añorando ese amor que no fue y no encuentro respuesta. Si me digo que no, sé que miento descaradamente. Si me digo que sí, sé que tampoco es cierto porque el peso del dolor aplastó mi corazón y este se llevó las ilusiones y esperanzas muy lejos de aquí, a las nubes.
Leo de nuevo esa carta que escribí con mis manos y dictó con voz clara algo aquí dentro y lloro al darme cuenta de que aunque pasen las semanas sigo sintiendo cada una de esas líneas como recién escritas, tan sentidas como el primer día. Voy pasando por los párrafos que dejan ver pequeñas cosas de mi y siempre me pregunto si cuando tus ojos tristes los lean conseguirán sentir por un momento esos sentimientos que reflejé al escribir. Quizá por un instante, al leer esas palabras, me quieras.
Si me pregunto si eso me importaría o no tampoco consigo dar con una respuesta. Si me digo que no, sé que miento descaradamente. Si me digo que sí...sé que ya no es lo mismo porque inevitablemente todo ha cambiado (yo he cambiado) y va cambiando cada día más. Si me planteo en poder tener una amistad contigo sí encuentro respuesta (y además rápidamente): no, nunca tendré una amistad contigo. Ya lo he dicho muchas veces y es que sigo pensando lo mismo que entonces. No podría ser sólo tu amiga porque hay algo aquí dentro, algo que se va un poco más al fondo cada día, que dice que volvería a encantarse con tu magia y que yo volvería a despertar todas esas ilusiones dormidas y me tragaría de nuevo mis propias mentiras: no, no quiero volver a dañarme a mi misma.
De todos modos todas estas preguntas que me asaltan cada día son estúpidas porque no me ayudan ni me llevan a ningún sitio. Ninguna se fundamenta en nada más que en mis propias fantasías, como siempre. Siempre soñando, siempre viviendo en un mundo paralelo mientras, sin darme cuenta, la realidad sigue y yo no reparo en ello. Y vuelvo a cuestionarme: ¿qué más me da?. Qué más me da si sé que nuestras vidas siempre irán por caminos distintos, si sé que yo para ti nunca fui lo que tú fuiste para mi... si sé, que en realidad, esto es lo mejor para los dos y que yo también merezco que me aprecien de ese modo que sólo puede llamarse amor, de ese único modo que engloba todo y que sólo yo pude ( y puedo) llamarte...
¿Estoy mal? Me lo pregunto cada día y nunca encuentro una respuesta que me satisfaga. Si me digo que no, sé que miento descaradamente. Si me digo que sí, sé que en otros momentos estuve peor y no me parece justo intentar comparar estos días con aquellos en que me parecía que el infierno de verdad vivía en mi. Así que nunca me respondo, en su lugar miro durante unos minutos un punto fijo de la habitación sin querer pensar en nada y a la vez sintiendo lástima por mi misma. En esos momentos siempre recuerdo una melodía triste tocada al piano o cantada con una voz rota y las lágrimas asoman a mis ojos.
Pienso en si sigo añorando ese amor que no fue y no encuentro respuesta. Si me digo que no, sé que miento descaradamente. Si me digo que sí, sé que tampoco es cierto porque el peso del dolor aplastó mi corazón y este se llevó las ilusiones y esperanzas muy lejos de aquí, a las nubes.
Leo de nuevo esa carta que escribí con mis manos y dictó con voz clara algo aquí dentro y lloro al darme cuenta de que aunque pasen las semanas sigo sintiendo cada una de esas líneas como recién escritas, tan sentidas como el primer día. Voy pasando por los párrafos que dejan ver pequeñas cosas de mi y siempre me pregunto si cuando tus ojos tristes los lean conseguirán sentir por un momento esos sentimientos que reflejé al escribir. Quizá por un instante, al leer esas palabras, me quieras.
Si me pregunto si eso me importaría o no tampoco consigo dar con una respuesta. Si me digo que no, sé que miento descaradamente. Si me digo que sí...sé que ya no es lo mismo porque inevitablemente todo ha cambiado (yo he cambiado) y va cambiando cada día más. Si me planteo en poder tener una amistad contigo sí encuentro respuesta (y además rápidamente): no, nunca tendré una amistad contigo. Ya lo he dicho muchas veces y es que sigo pensando lo mismo que entonces. No podría ser sólo tu amiga porque hay algo aquí dentro, algo que se va un poco más al fondo cada día, que dice que volvería a encantarse con tu magia y que yo volvería a despertar todas esas ilusiones dormidas y me tragaría de nuevo mis propias mentiras: no, no quiero volver a dañarme a mi misma.
De todos modos todas estas preguntas que me asaltan cada día son estúpidas porque no me ayudan ni me llevan a ningún sitio. Ninguna se fundamenta en nada más que en mis propias fantasías, como siempre. Siempre soñando, siempre viviendo en un mundo paralelo mientras, sin darme cuenta, la realidad sigue y yo no reparo en ello. Y vuelvo a cuestionarme: ¿qué más me da?. Qué más me da si sé que nuestras vidas siempre irán por caminos distintos, si sé que yo para ti nunca fui lo que tú fuiste para mi... si sé, que en realidad, esto es lo mejor para los dos y que yo también merezco que me aprecien de ese modo que sólo puede llamarse amor, de ese único modo que engloba todo y que sólo yo pude ( y puedo) llamarte...
jueves, 1 de abril de 2010
Tiempo de recuerdos
Y ahora que van desapareciendo esos sentimientos que me daban la vida, dime, ¿con qué lleno ese tiempo que reservé para ti ?. Es tarde para cancelar la reserva, dice el dios Chronos que no se admiten devoluciones y yo no sé qué hacer salvo quedarme mirando cómo los segundos avanzan lentos en un corazón que quedó roto por tanto llanto y sufrimiento.
Supongo que lo peor ha pasado, la tormenta arrasó con tanto amor flotando en mi cielo y, ahora, sólo queda un desierto y el silencio. Silencio atronador que presagia un olvido incierto. En mi cabeza hay un millón de martillos que trabajan durante el día y por la noche me dejan sentir el dolor de lo que han destruido mientras ajena navego en la rutina, y entonces, con ese inmenso dolor alrededor de mis ojos, me duermo... y creo que olvido.
Desde hace tiempo me despierto antes de que suene el despertador, a deshora me sorprenden los recuerdos: estrellas en el cielo y tu respiración como único sonido, yo sujetando tu mano entrelazada con la mía para que tu inconsciencia no apartara tu brazo de mi cintura, yo... feliz mirando la oscuridad del cielo y agradeciéndole al mismo tiempo poder sujetarte en tu sueño... Recuerdos, sólo me quedan los recuerdos, son tan hermosos y tan dolorosos... me cuesta desprenderme de ellos, creo que en el fondo no he borrado ninguno. Les escondo de mi misma para que los días parezcan fáciles pero en esos momentos, a deshora, les contemplo de nuevo.
Dime, dime, ¿con qué lleno ahora todo este tiempo si lo único que tengo no es cierto? Tiempo, tiempo... antes era rápido y ahora es tan lento...
Supongo que lo peor ha pasado, la tormenta arrasó con tanto amor flotando en mi cielo y, ahora, sólo queda un desierto y el silencio. Silencio atronador que presagia un olvido incierto. En mi cabeza hay un millón de martillos que trabajan durante el día y por la noche me dejan sentir el dolor de lo que han destruido mientras ajena navego en la rutina, y entonces, con ese inmenso dolor alrededor de mis ojos, me duermo... y creo que olvido.
Desde hace tiempo me despierto antes de que suene el despertador, a deshora me sorprenden los recuerdos: estrellas en el cielo y tu respiración como único sonido, yo sujetando tu mano entrelazada con la mía para que tu inconsciencia no apartara tu brazo de mi cintura, yo... feliz mirando la oscuridad del cielo y agradeciéndole al mismo tiempo poder sujetarte en tu sueño... Recuerdos, sólo me quedan los recuerdos, son tan hermosos y tan dolorosos... me cuesta desprenderme de ellos, creo que en el fondo no he borrado ninguno. Les escondo de mi misma para que los días parezcan fáciles pero en esos momentos, a deshora, les contemplo de nuevo.
Dime, dime, ¿con qué lleno ahora todo este tiempo si lo único que tengo no es cierto? Tiempo, tiempo... antes era rápido y ahora es tan lento...
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