La gente se saluda por medio de sonrisas, llora con el corazón, ama con la mirada y se defiende del mismo modo que ayuda: con su esencia. La esencia de cada persona es compleja a la vez que hermosa y, en cierto modo, peligrosa... Las esencias son todas distintas, no hay dos iguales, y nadie tiene el poder de juzgar a otra persona, pues, no hay esencias mejores ni peores que las demás: todas son únicas y por tanto admirables.
La diferencia radica en cómo las esencias conectan unas con otras en base a la comunicación silenciosa que realizan entre ellas: es así como encuentran su complemento. Los sentimientos que contrastan o reflejan los propios, las vivencias ajenas que , sin haberlas experimentado, dejan huella, el carácter que consigue asombrar una vez y otra vez, sin importar cuántas veces se deje ver... Lo peligroso de las esencias es que, al carecer de palabras en el aire, cuando llueve en abundancia los ojos pierden el enfoque sobre la persona con la que tratan y, creyendo que lo que oyen es la voz de la otra persona, en realidad lo que oyen son frases desordenadas, formadas por pensamientos de otras esencias que comparten el mismo momento y lugar... El peligro es, por tanto, distraerse sin darse cuenta y creer ver en una persona cosas que no tiene, que no piensa, que no siente, que no vive...
Una vez visité Utopía, recorrí sus calles sin pisar ningún suelo: flotando y comunicándome en silencio. Lo que no recuerdo, lo que no sé... es si aquel día hubo, o no, tormenta en el cielo.
La diferencia radica en cómo las esencias conectan unas con otras en base a la comunicación silenciosa que realizan entre ellas: es así como encuentran su complemento. Los sentimientos que contrastan o reflejan los propios, las vivencias ajenas que , sin haberlas experimentado, dejan huella, el carácter que consigue asombrar una vez y otra vez, sin importar cuántas veces se deje ver... Lo peligroso de las esencias es que, al carecer de palabras en el aire, cuando llueve en abundancia los ojos pierden el enfoque sobre la persona con la que tratan y, creyendo que lo que oyen es la voz de la otra persona, en realidad lo que oyen son frases desordenadas, formadas por pensamientos de otras esencias que comparten el mismo momento y lugar... El peligro es, por tanto, distraerse sin darse cuenta y creer ver en una persona cosas que no tiene, que no piensa, que no siente, que no vive...
Una vez visité Utopía, recorrí sus calles sin pisar ningún suelo: flotando y comunicándome en silencio. Lo que no recuerdo, lo que no sé... es si aquel día hubo, o no, tormenta en el cielo.
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