Querido Amor Soñado:
Aquí sigo. En todo este tiempo he crecido varios centímetros en paciencia conmigo misma y en curtirme el corazón. Apenas son unos centímetros pero a mi me parecen asombrosos. Hoy es un día especial en varios sentidos: hoy es el día de la madre y además, este año, se suma que es tu cumpleaños.
En el día de la madre, hace ya tiempo, cuando contábamos con el calor extra de mi abuela, mi hermana y yo nos levantábamos temprano y preparábamos el desayuno para ellas: mi madre y mi abuela. Nos gustaba hacer ese tipo de cosas porque además de regalarles un comienzo de día como se merecían nos encantaba crear esa complicidad entre nosotras. Después venían a la cocina las "madres" de la casa y con una sonrisa y un brillo en los ojos que sólo se ve en los niños pequeños el día de reyes, nos daban un beso y un abrazo y aunque fuéramos pequeñas nos sentíamos grandes.
Hoy es tu cumpleaños. ¿Sabes?, me gustaría haber sido capaz de merecerte para poder prepararte esta mañana el desayuno: te prepararía café recién hecho, un zumo de naranja recién exprimido, hubiera preparado un par de tostadas, cuatro galletas y, en vez de poner una rosa al lado de la mesa, te hubiera comprado un par de regalices negros porque sé que te encantan.
Te llevaría hasta esa mesa de mi imaginación con los ojos tapados con mis propias manos y te hubiera pedido que no les abrieras porque sabría de sobra que podrías ver todo entre mis dedos... y al llegar, retiraría mis manos y gritaría "¡Felicidades!" para después pintar con mis labios una sonrisa inconsciente de total felicidad. Te sentarías asombrado y riéndote por el detalle de los regalices, y yo me sentaría a tu lado, te desayunaría con mil besos y te miraría mientras tú desayunaras, después, el resto.
Sé que nunca habrá desayunos de esos, sé que nunca fui merecedora de ello. Pero has de saber, Amor Soñado, que de sueños vive esta nube y que aunque los sueños sólo sean eso, sueños, de verdad aquí dentro siguen esos sentimientos por ti y te puedo asegurar que esos no son sueños, que existen y se dejan ver (cuándo más, cuándo menos) siempre por aquí. Hoy, yo sólo quería decirte: Feliz Cumpleaños, amor.
Con nostalgia,
una Nube.
Cuando enfrentarse a la verdad sirve para regresar, una vez más, a nuestra nube: nube dulce nube...
Mostrando entradas con la etiqueta Amor Soñado. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Amor Soñado. Mostrar todas las entradas
domingo, 2 de mayo de 2010
martes, 30 de marzo de 2010
Sólo me hace falta...
... una esperanza para poder seguir.
... una buena noticia para continuar sonriendo.
... un milagro del cielo, que se cumpla ese único deseo que ahora cuido con afán y empeño.
No pienses, Amor Soñado, que hablo de ti.
No, no pienses que sigues siendo mi única esperanza, mi razón para sonreír, mi deseo cumplido...
Que aunque sí es cierto que antaño fuiste todo eso, hoy siento de nuevo esa alegría por las pequeñas cosas que a veces trae la vida.
Puedo (sobre)vivir por este mundo en el que duermo con tan sólo ver la alegría en cada esquina, asaltándome divertida de repente en la cocina, regalándome abrazos con café para merendar por la tarde, besos que madrugan con olor a nivea y bromas que nacen cada noche en la nevera.
... una buena noticia para continuar sonriendo.
... un milagro del cielo, que se cumpla ese único deseo que ahora cuido con afán y empeño.
No pienses, Amor Soñado, que hablo de ti.
No, no pienses que sigues siendo mi única esperanza, mi razón para sonreír, mi deseo cumplido...
Que aunque sí es cierto que antaño fuiste todo eso, hoy siento de nuevo esa alegría por las pequeñas cosas que a veces trae la vida.
Puedo (sobre)vivir por este mundo en el que duermo con tan sólo ver la alegría en cada esquina, asaltándome divertida de repente en la cocina, regalándome abrazos con café para merendar por la tarde, besos que madrugan con olor a nivea y bromas que nacen cada noche en la nevera.
Sólo me hace falta... una esperanza para poder seguir, una buena noticia para continuar sonriendo, un milagro del cielo, que se cumpla ese único deseo que ahora cuido con afán y empeño.
jueves, 25 de febrero de 2010
Segunda carta para un Amor Soñado
Querido Amor Soñado:
Todo parece seguir con normalidad por aquí, en esta nube en la que habito. En clase, aún estando dos filas por detrás de ti, puedo percibir tu olor y eso le duele a mi corazón: cierro los ojos por un segundo en el que siento un millón de espinas clavarse a la vez, aquí dentro, y me ordeno abrirlos de nuevo y centrarme en seguir el ritmo de mis apuntes, mirar mis propias palabras una y otra vez con la intención de olvidar que estás a escasos metros de mi... Amor Soñado, no sospechas nada de esto porque como ahora tengo yo el mando sin apenas intenvención de mi compañera, muestro normalidad aparente en mi rostro y en mi comportamiento hacia el resto de la gente,... y hacia a ti.
Hoy, no te he saludado. No porque no quisiera (ojalá dejara de desearlo tanto este corazón) sino porque nuestras miradas no se han cruzado, cosas del destino, ya ves. Pienso que nuestras miradas no deberían cruzarse nunca más porque así no sufriría tanto recordando tiempos mejores, tiempos felices que viví junto a un corazón que me convenció para que le dejara dominar la situación. No... ¿cómo puedes decir eso? - Dice (horrorizada) ella. La pobre todavía te necesita... siento lástima, porque sinceramente creo que no se merece tanto dolor... y yo tampoco merezco ser la única voz cantante de esta nube, yo... la necesito a ella y por ti, Amor Soñado, ahora sólo la siento a medias, no la siento cerca.
Quiero que sepas, Amor Soñado, que el vacío se está haciendo dueño de los sentimientos que te dedicaba cada día, cada hora, cada segundo... en cada sitio. Debes saber también, que no albergo sentimientos "malos" como el odio o el rencor, no: lo único que guardo y que estoy creando son sensaciones. Sensaciones como el haberlo intentado, el haber hecho todo lo que pude y lo mejor que supe hacerlo. Eso me tranquiliza y me llena de paz (y de impotencia). No te odio, ni yo ni este corazón que ahora calla; de hecho, ella siente que siempre te querrá.
Eso a mi no me gusta, pero no puedo hacer nada contra esos sentimientos que le quedan... y a mi, sólo me queda controlarla, y mantenerla alejada de ti; porque sé, que si no lo hago, puede volver a encantarme con su amor.. con su amor hacia ti, Amor Soñado, y ya no lo voy a permitir. No voy a consentir que cometa el mismo error por tercera vez, no... una vez está bien (eso le puede pasar a cualquiera), dos es pasable (¿quién no sueña con una segunda oportunidad?), pero tres... la culpa ya sería totalmente mía y no quiero cargar yo también con ese peso, bastante tengo (tenemos) con lo que sufre ella... Me despido por ahora, Amor Soñado, si me lo permites, con una promesa para mi compañera: Te prometo corazón que yo cuidaré de ti, como tú siempre quisiste cuidar de él.
Con nostalgia,
una Nube.
Todo parece seguir con normalidad por aquí, en esta nube en la que habito. En clase, aún estando dos filas por detrás de ti, puedo percibir tu olor y eso le duele a mi corazón: cierro los ojos por un segundo en el que siento un millón de espinas clavarse a la vez, aquí dentro, y me ordeno abrirlos de nuevo y centrarme en seguir el ritmo de mis apuntes, mirar mis propias palabras una y otra vez con la intención de olvidar que estás a escasos metros de mi... Amor Soñado, no sospechas nada de esto porque como ahora tengo yo el mando sin apenas intenvención de mi compañera, muestro normalidad aparente en mi rostro y en mi comportamiento hacia el resto de la gente,... y hacia a ti.
Hoy, no te he saludado. No porque no quisiera (ojalá dejara de desearlo tanto este corazón) sino porque nuestras miradas no se han cruzado, cosas del destino, ya ves. Pienso que nuestras miradas no deberían cruzarse nunca más porque así no sufriría tanto recordando tiempos mejores, tiempos felices que viví junto a un corazón que me convenció para que le dejara dominar la situación. No... ¿cómo puedes decir eso? - Dice (horrorizada) ella. La pobre todavía te necesita... siento lástima, porque sinceramente creo que no se merece tanto dolor... y yo tampoco merezco ser la única voz cantante de esta nube, yo... la necesito a ella y por ti, Amor Soñado, ahora sólo la siento a medias, no la siento cerca.
Quiero que sepas, Amor Soñado, que el vacío se está haciendo dueño de los sentimientos que te dedicaba cada día, cada hora, cada segundo... en cada sitio. Debes saber también, que no albergo sentimientos "malos" como el odio o el rencor, no: lo único que guardo y que estoy creando son sensaciones. Sensaciones como el haberlo intentado, el haber hecho todo lo que pude y lo mejor que supe hacerlo. Eso me tranquiliza y me llena de paz (y de impotencia). No te odio, ni yo ni este corazón que ahora calla; de hecho, ella siente que siempre te querrá.
Eso a mi no me gusta, pero no puedo hacer nada contra esos sentimientos que le quedan... y a mi, sólo me queda controlarla, y mantenerla alejada de ti; porque sé, que si no lo hago, puede volver a encantarme con su amor.. con su amor hacia ti, Amor Soñado, y ya no lo voy a permitir. No voy a consentir que cometa el mismo error por tercera vez, no... una vez está bien (eso le puede pasar a cualquiera), dos es pasable (¿quién no sueña con una segunda oportunidad?), pero tres... la culpa ya sería totalmente mía y no quiero cargar yo también con ese peso, bastante tengo (tenemos) con lo que sufre ella... Me despido por ahora, Amor Soñado, si me lo permites, con una promesa para mi compañera: Te prometo corazón que yo cuidaré de ti, como tú siempre quisiste cuidar de él.
Con nostalgia,
una Nube.
martes, 23 de febrero de 2010
Carta para un Amor Soñado
Querido Amor Soñado:
Hoy el cielo está cubierto de nubes grises, aunque los rayos de sol consiguen atravesarlas a ratos. El viento sopla fuerte en la calle, su sonido me llega traducido en un leve tintineo de la persiana de mi cuarto. Esta carta no la escribe un corazón, como cabría de esperar y como quizá tú pudieras imaginar (si conocieras de la existencia de esta carta). Hoy, escribo yo: la razón. Quiero que sepas, Amor Soñado, que actualmente estoy al mando de esta nube, mi compañera (mi corazón) no puede hablar y me ha dejado ser portavoz de lo que me transmite.
Puedo notar cómo sufre, aunque estoy asombrada de lo fuerte que está demostrando ser: durante la mayor parte del día apenas puedo percibirla, salvo en momentos puntuales en los que nos quedamos solas. En esos momentos puedo sentir el mayor dolor del mundo, el de un corazón que tirita lágrimas congeladas que al caer al suelo se rompen en un millón de cristales. Cada uno de estos cristales brillan con el reflejo de recuerdos amargos que un día fueron horas dulces. Llora. -Le susurro suavemente. No. - Contesta temblando. No llores. - Le suplico cuando los espasmos aumentan el ritmo señalando una nueva tormenta de lágrimas de hielo. Lo necesito. - Dice apenas sin voz... y entonces, comienza la desolación.
De momento estoy controlando bien (creo) ciertas situaciones, como compartir el mismo aire durante una hora interminable de clase o saludarte mostrando normalidad, como si el sol acompañara a cada segundo este cuerpo. Lo estoy haciendo así porque como razón que soy, no puedo permitirme (ni quiero) caminar por mi vida como alma en pena que no ve salida ni solución a una condena que no sabe si merece o no, aunque en realidad sea así: que el corazón con el que convivo se sienta así....
Amor Soñado, no puedo compartir tu opinión de que haya ganado algo pero sí puedo decir que he aprendido cosas y todo gracias a ti... No llores, no llores... - De nuevo se deja sentir el dolor. Amar puede convertirse en una necesidad vital, como respirar, si consigues sentirlo; pero, a la vez, amar duele y es ese mismo dolor el que te ata más fuerte a ese amor... porque, como bien dice una gran canción "si no puede hacerte daño, no te hará feliz". Precisamente lo que nos hace feliz es lo que más nos duele, porque cuando sentimos que lo podemos perder o que se nos escapa de las manos sin poder retenerlo somos infelices: en ese punto se hace patente la necesidad por el otro, por ese amor... por ti, mi Amor Soñado.
Hay tantas cosas que quiere dejar aquí escritas este corazón que me acompaña y al que acompaño... tantas... pero tengo que establecer límites y repartir sus recuerdos para que vayan cicatrizando bien, despacio, para que después no se abran las heridas. Otro día, escribiré otra carta para ti, Amor Soñado. Otra carta escrita por mi, otra carta con recuerdos entre líneas, otra carta... para ir curando heridas.
Con nostalgia,
Hoy el cielo está cubierto de nubes grises, aunque los rayos de sol consiguen atravesarlas a ratos. El viento sopla fuerte en la calle, su sonido me llega traducido en un leve tintineo de la persiana de mi cuarto. Esta carta no la escribe un corazón, como cabría de esperar y como quizá tú pudieras imaginar (si conocieras de la existencia de esta carta). Hoy, escribo yo: la razón. Quiero que sepas, Amor Soñado, que actualmente estoy al mando de esta nube, mi compañera (mi corazón) no puede hablar y me ha dejado ser portavoz de lo que me transmite.
Puedo notar cómo sufre, aunque estoy asombrada de lo fuerte que está demostrando ser: durante la mayor parte del día apenas puedo percibirla, salvo en momentos puntuales en los que nos quedamos solas. En esos momentos puedo sentir el mayor dolor del mundo, el de un corazón que tirita lágrimas congeladas que al caer al suelo se rompen en un millón de cristales. Cada uno de estos cristales brillan con el reflejo de recuerdos amargos que un día fueron horas dulces. Llora. -Le susurro suavemente. No. - Contesta temblando. No llores. - Le suplico cuando los espasmos aumentan el ritmo señalando una nueva tormenta de lágrimas de hielo. Lo necesito. - Dice apenas sin voz... y entonces, comienza la desolación.
De momento estoy controlando bien (creo) ciertas situaciones, como compartir el mismo aire durante una hora interminable de clase o saludarte mostrando normalidad, como si el sol acompañara a cada segundo este cuerpo. Lo estoy haciendo así porque como razón que soy, no puedo permitirme (ni quiero) caminar por mi vida como alma en pena que no ve salida ni solución a una condena que no sabe si merece o no, aunque en realidad sea así: que el corazón con el que convivo se sienta así....
Amor Soñado, no puedo compartir tu opinión de que haya ganado algo pero sí puedo decir que he aprendido cosas y todo gracias a ti... No llores, no llores... - De nuevo se deja sentir el dolor. Amar puede convertirse en una necesidad vital, como respirar, si consigues sentirlo; pero, a la vez, amar duele y es ese mismo dolor el que te ata más fuerte a ese amor... porque, como bien dice una gran canción "si no puede hacerte daño, no te hará feliz". Precisamente lo que nos hace feliz es lo que más nos duele, porque cuando sentimos que lo podemos perder o que se nos escapa de las manos sin poder retenerlo somos infelices: en ese punto se hace patente la necesidad por el otro, por ese amor... por ti, mi Amor Soñado.
Hay tantas cosas que quiere dejar aquí escritas este corazón que me acompaña y al que acompaño... tantas... pero tengo que establecer límites y repartir sus recuerdos para que vayan cicatrizando bien, despacio, para que después no se abran las heridas. Otro día, escribiré otra carta para ti, Amor Soñado. Otra carta escrita por mi, otra carta con recuerdos entre líneas, otra carta... para ir curando heridas.
Con nostalgia,
una Nube.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)