Cuando enfrentarse a la verdad sirve para regresar, una vez más, a nuestra nube: nube dulce nube...
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sábado, 12 de marzo de 2011
Dos caminos
Siempre hay, al menos, dos opciones. Para todo, ante cualquier cosa. Por un lado está la solución sencilla y por otra parte está la complicada. Cada una tiene sus pros y sus contras. Escoger el camino fácil, cuando no tienes las ideas claras y el miedo te embarga por completo, hace que más tarde o más temprano salgan a la luz el lamento y el arrepentimiento. No sabes cómo te hubiera ido por el otro camino, pero sientes que te has equivocado. Sin embargo, escoger el camino difícil ya es en sí costoso. Por el camino fácil sufres dolor, pero por el camino difícil sufres mucho más. La diferencia es que, a mi modo de ver, sólo escogiendo el camino largo y lleno de baches puedes llegar al final, pararte y sentir que, a pesar de todo, no te equivocaste. Escogiste bien, aunque el final que te esperaba no fuera como el que un día deseaste, escogiste bien y solamente por eso debes sentirte satisfecho, tranquilo, en paz contigo mismo, vivo.
viernes, 28 de enero de 2011
Días en blanco
Me asusta el pensar que puede que no consiga salir de esto. De esa angustia por tener que hacer lo que se supone que debo hacer. Trabajar y esforzarme siempre un poco más. Y no lo hago porque alguien me obligue a hacerlo, lo hago porque inconscientemente lo busco. Me asusta eso. Me asusta perderme en esa lucha que, a fin de cuentas, no tiene la importancia que sí tienen otras cosas en mi vida. No quiero perderme esas otras cosas, no quiero tener el mismo fallo que el resto, porque sé que es un gran error. No quiero ver pasar los días en blanco. Sólo la idea me asusta.
jueves, 13 de enero de 2011
Vivir
Sucede que algunos días me despierto en mitad de la noche, no sé qué hora es pero me gustaría oír el ruido de la rutina en la calle para subirme un día más a ella.
Otros días, sin saber por qué, me sorprendo a mi misma mirando el mundo a través de un cristal y siento algo extraño... algo que me sosiega y me pregunto si quizá sea por esa gama de tonos naranjas que ya no recordaba, me suena esa panorámica y, al mismo tiempo, me apena no poder contemplarla desde otro lugar.
Algunos días, pocos, me pregunto qué me queda del pasado, si estoy haciendo las cosas bien y, sumando las dos cosas, qué me deparará el futuro. No lo sé, pero si hay algo que la vida me ha enseñado con todos estos años es que muchas veces, la mayoría, no sirve de nada pensar en exceso, intentar adivinar qué será mañana o hacerse daño a uno mismo pensando en lo injusto que nos pueden parecer algunas de las cosas que nos pasan.
No sirve de nada, créeme, nada de eso te ayudará a sentirte mejor, nunca. Así que, por tu propio bien, olvídate de todo eso y vive cada día como tú creas que debes vivirlo.
Otros días, sin saber por qué, me sorprendo a mi misma mirando el mundo a través de un cristal y siento algo extraño... algo que me sosiega y me pregunto si quizá sea por esa gama de tonos naranjas que ya no recordaba, me suena esa panorámica y, al mismo tiempo, me apena no poder contemplarla desde otro lugar.
Algunos días, pocos, me pregunto qué me queda del pasado, si estoy haciendo las cosas bien y, sumando las dos cosas, qué me deparará el futuro. No lo sé, pero si hay algo que la vida me ha enseñado con todos estos años es que muchas veces, la mayoría, no sirve de nada pensar en exceso, intentar adivinar qué será mañana o hacerse daño a uno mismo pensando en lo injusto que nos pueden parecer algunas de las cosas que nos pasan.
No sirve de nada, créeme, nada de eso te ayudará a sentirte mejor, nunca. Así que, por tu propio bien, olvídate de todo eso y vive cada día como tú creas que debes vivirlo.
viernes, 29 de octubre de 2010
En esta vida...
Hoy es uno de esos días de viento sur. "Plaf, plaf...", las gotas de lluvia comienzan a posarse en los cristales y se convierten en lágrimas derramadas por las nubes. Estamos casi en Noviembre así que la temperatura no es muy calurosa, a pesar de la leve brisa con acento acojedor.
En la calle la gente camina a paso ligero, arrimándose a las cornisas de los edificios, para llegar cuanto antes a su destino. Es raro este día o quizá la rara sea yo en este día. No he dormido muy bien, y supongo que el madrugón de ayer tampoco me ha ayudado a descansar del todo... me trastoca, me pasa factura el sueño, no lo puedo evitar y las ojeras me delatan.
Últimamente he pensado mucho en el final, el verdadero final en el que todos vamos a acabar. Hace unas semanas hablé sobre unos amigos cuyo hijo había fallecido en un accidente, pues bien, uno de ellos no está bien. Siempre ha padecido del corazón y su mujer siempre ha ido detrás suyo pidiéndole que cuidara más por su salud, pero nada. Él siempre ha dicho que prefiere vivir feliz hasta el último día que no amargado como un vegetal. En eso tiene razón pero también es una idea egoísta si nos paramos a pensar en el resto de personas que nos necesitan. Ha tenido varios infartos en los últimos años pero ahora está peor que nunca, los médicos no le dan esperanzas y se niegan a realizarle una operación a corazón abierto porque no creen que salga de ella. Él está triste, se nota el llanto ahogado en su voz en cada palabra que pronuncia, el amor hacia su familia y su preocupación por ella, la impotencia de saber que puede que esa hora del reloj sea la última en tu calendario. Su mujer está desecha: desearía meterse en la cama y no levantarse nunca más, cada día que pasa lo lleva peor que el día anterior, la está matando también a ella saber que el amor de su vida se acerca al final.
Nos preocupamos por buscar un trabajo porque nos hace falta dinero para pagar comida y facturas. Nos interesamos por viajar a lugares asombrosos, con playas preciosas y monumentos increíbles, porque así alimentamos nuestro ansia de volar... Pero me paro a pensar. ¿para qué queremos el dinero o viajar si realmente eso no nos llena de felicidad?. Todavía no tengo claro, en esta vida, ¿qué es lo más importante?. ¿Por qué hay que preocuparse de tantas tonterías?, ¿por qué si al final lo que más nos importa son un puñadito de personas?, ¿para qué luchar tanto si al final no podemos disfrutar de lo más preciado?
En la calle la gente camina a paso ligero, arrimándose a las cornisas de los edificios, para llegar cuanto antes a su destino. Es raro este día o quizá la rara sea yo en este día. No he dormido muy bien, y supongo que el madrugón de ayer tampoco me ha ayudado a descansar del todo... me trastoca, me pasa factura el sueño, no lo puedo evitar y las ojeras me delatan.
Últimamente he pensado mucho en el final, el verdadero final en el que todos vamos a acabar. Hace unas semanas hablé sobre unos amigos cuyo hijo había fallecido en un accidente, pues bien, uno de ellos no está bien. Siempre ha padecido del corazón y su mujer siempre ha ido detrás suyo pidiéndole que cuidara más por su salud, pero nada. Él siempre ha dicho que prefiere vivir feliz hasta el último día que no amargado como un vegetal. En eso tiene razón pero también es una idea egoísta si nos paramos a pensar en el resto de personas que nos necesitan. Ha tenido varios infartos en los últimos años pero ahora está peor que nunca, los médicos no le dan esperanzas y se niegan a realizarle una operación a corazón abierto porque no creen que salga de ella. Él está triste, se nota el llanto ahogado en su voz en cada palabra que pronuncia, el amor hacia su familia y su preocupación por ella, la impotencia de saber que puede que esa hora del reloj sea la última en tu calendario. Su mujer está desecha: desearía meterse en la cama y no levantarse nunca más, cada día que pasa lo lleva peor que el día anterior, la está matando también a ella saber que el amor de su vida se acerca al final.
Nos preocupamos por buscar un trabajo porque nos hace falta dinero para pagar comida y facturas. Nos interesamos por viajar a lugares asombrosos, con playas preciosas y monumentos increíbles, porque así alimentamos nuestro ansia de volar... Pero me paro a pensar. ¿para qué queremos el dinero o viajar si realmente eso no nos llena de felicidad?. Todavía no tengo claro, en esta vida, ¿qué es lo más importante?. ¿Por qué hay que preocuparse de tantas tonterías?, ¿por qué si al final lo que más nos importa son un puñadito de personas?, ¿para qué luchar tanto si al final no podemos disfrutar de lo más preciado?
viernes, 22 de octubre de 2010
Reflexiones sobre la vida
Me pasa a veces, sale un tema de conversación que en principio no presenta gran importancia pero que al final deriva en aspectos más profundos y entonces me "despierto". Y expongo mis ideas a mis amigos y ellos exponen las suyas, algunos se acaban cansando de tanto "razonamiento", pero por suerte no soy la única que adora esas charlas así que solemos dejar en pausa la conversación para otro momento y pasamos a hablar de los próximos planes o de alguna otra noticia de última hora.
A veces soy yo y otras veces no, volvemos a sacar el tema que dejamos en pausa y no llegamos a ninguna conclusión definitiva: definitivamente existen infinitos puntos de vista y todos válidos. Eso me gusta y además me acerca más al resto de esas personas con las que trato estas conversaciones, y valoro en especial sus opiniones ante cualquier problema planteado y trato de reflexionar con especial atención cuando son ellos los que exponen un problema. No sé, es algo que se crea poco a poco, que genera confianza y pienso de verdad que por eso a ellos les llamo amigos en el significado más amplio de la palabra. Amigos, amigos de verdad, amigos que te aprecian, amigos que se alegran con tus alegrías y que se conmueven con tus tristezas, amigos que siempre son claros y sinceros: amigos porque no te dicen cosas por agradar sino para ayudarte a que seas tú mismo el que busque su propia solución. Lo valoro y por esas cosas me sentiré siempre en deuda con ellos.
La mayor parte de mi vida la he pasado sin conocer la verdadera amistad pero afortunadamente puedo decir que hace unos años di con personas que desde el primer momento estuvieron dispuestos a escuchar, a hablar y a querer permanecer ahí. Esas personas siguen siendo hoy en día mis amigos. Con ellos he compartido viajes, situaciones de estrés, alegrías, tristezas... y con el tiempo me han demostrado que siguen siendo los mismos y, lo más importante, que seguirán siéndolo.
A veces soy yo y otras veces no, volvemos a sacar el tema que dejamos en pausa y no llegamos a ninguna conclusión definitiva: definitivamente existen infinitos puntos de vista y todos válidos. Eso me gusta y además me acerca más al resto de esas personas con las que trato estas conversaciones, y valoro en especial sus opiniones ante cualquier problema planteado y trato de reflexionar con especial atención cuando son ellos los que exponen un problema. No sé, es algo que se crea poco a poco, que genera confianza y pienso de verdad que por eso a ellos les llamo amigos en el significado más amplio de la palabra. Amigos, amigos de verdad, amigos que te aprecian, amigos que se alegran con tus alegrías y que se conmueven con tus tristezas, amigos que siempre son claros y sinceros: amigos porque no te dicen cosas por agradar sino para ayudarte a que seas tú mismo el que busque su propia solución. Lo valoro y por esas cosas me sentiré siempre en deuda con ellos.
La mayor parte de mi vida la he pasado sin conocer la verdadera amistad pero afortunadamente puedo decir que hace unos años di con personas que desde el primer momento estuvieron dispuestos a escuchar, a hablar y a querer permanecer ahí. Esas personas siguen siendo hoy en día mis amigos. Con ellos he compartido viajes, situaciones de estrés, alegrías, tristezas... y con el tiempo me han demostrado que siguen siendo los mismos y, lo más importante, que seguirán siéndolo.
domingo, 10 de octubre de 2010
Reflexiones sobre la vida
He llegado a la conclusión, en uno de esos momentos en los que me escapo a las nubes para hablar conmigo misma, de que el peor adiós, la despedida más dolorosa, no es cuando lloramos abrazados a esa persona que no volveremos a ver, o cuando escribimos una carta por miedo a afrontar la situación final cara a cara... no. El peor adiós, lo realmente duro de llevar, es desaparecer sin mediar palabra: sin un último estrechón de manos, sin una última mirada de cariño, sin pronunciar la frase que nunca tuvimos el valor de dejar salir... Y es así, sencillamente es así: lo más difícil es continuar escribiendo nuestra vida aún sabiendo que hay capítulos para los que no fuimos capaces de encontrar un final que nos pareciera adecuado.
lunes, 24 de mayo de 2010
Huellas que vienen y van
Camino por la orilla de la playa. Llego a unas rocas, me paro y decido sentarme un rato sobre una que me invita a ello. Miro el cielo, es azul de verano: me encanta, sonrío agradecida por poder verle después de tanto tiempo. No hay nubes flotando, ninguna, pocas veces se ve algo así en esta tierra... es, sin duda, una imagen que merece la pena contemplar y no olvidar. La brisa es fresca, mis brazos dicen que tienen frío pero yo no reparo en ello, estoy a gusto mirando el cielo, sin pensar en nada más que ese azul inmenso.
Pasan los minutos, siento la ligereza de mi alma, dice que está tranquila y que, incluso con todos los dolores que combate cada día, es feliz: siempre ha sido libre de actuar como sentía y es de ese modo, con esa libertad de vivir y cometer errores, como se queda tranquila cada noche y decide comenzar un nuevo día cada mañana. Brotan algunas lágrimas que veloces tratan de alcanzar el suelo, pero consigo frenarlas con mis dedos y ninguna pasa de las mejillas. Me siento perdida. Me siento impotente.
Suspiro, no entiendo cómo funciona la vida, por qué no coinciden lo que se supone que debo hacer y lo que en realidad deseo hacer, por qué no puedo limitarme a caminar sin ser consciente del camino que toman mis pasos, por qué y cómo puede haber conseguido alguien (sin pretenderlo) cambiar mi vida despertándome suavemente de la nada en que flotaba para, una vez despejada, marcharse.
Me levanto, el agua está fría y la arena debajo de mis pies me acaricia. Suspiro, camino al lado de las huellas que me llevaron hasta las rocas pero esta vez los pasos son de regreso. Miro al cielo y comprendo que lo único que debo hacer es pensar en ese azul de verano infinito y dejar que mis pies sigan marcando el ritmo por sí solos: a veces rápido, otras lento, pisando fuerte o flotando a escasos centímetros del suelo... Pienso en la nada en que me hallaba antes: dormida y ajena a todo, la vida pasaba de largo y yo pensaba que no podía haber más felicidad que esa tranquilidad pero, al despertar, me di cuenta de que en realidad me perdía un millón de sensaciones distintas cada día, me perdía vivir.
Mirando al cielo, azul de verano inmenso, sigo caminando por la orilla, acompañada del sonido de las olas que vienen y van con un dulce movimiento. Aunque a veces duela, vivir es lo único que quiero.
sábado, 8 de mayo de 2010
Flor en el campo
¡Eh!, hola. Hoy me apetecería hablar contigo durante un tiempo infinito y contarte que acabo de terminar de leer otro libro más. Se trata de Brida, de Paulo Coelho, uno de mis escritores favoritos. Como otros, ha sido uno de esos libros que siempre me hacen pensar, releo párrafos con una carga profunda de sabiduría, de reflexiones que calman a la vez que atormentan el alma. Yo vi el brillo en tus ojos, vi la luz que desprendía la vida de tu interior y fui la mujer más feliz del universo con eso. Pero hay algo que no sucedió como yo tanto anhelaba, como tanto entendía que así debía ser...
Siempre pensé, desde el principio, que la incertidumbre sería cómo se desarrollaría el camino entre los dos, pero no el destino. Di por hecho, y todavía no encuentro explicación al por qué no fue así, que estaba salvada al encontrarte por fin y por tanto tú también lo estabas al encontrarme a mi: los dos estábamos a salvo desde entonces.
El tiempo pasa y cada día aprendo a controlar mejor el grito de los sentimientos que siguen aquí dentro. Cada vez soy menos consciente de cuándo pienso en ti, no es que no piense en ti, no, porque lo sigo haciendo, es sólo que consigo abstraerme de mi misma de modo que pienso en ti sin saber que lo hago. El engaño en una artimaña que todos podemos aprender a manejar ante ciertas situaciones...
Pero he terminado de leer Brida y no puedo evitar pasar unos días liberándome de mis propias mentiras para descubrirme una vez más ante mi misma. Hoy me he mostrado de nuevo ese poder que tienes sobre mi, esa fascinación que despertaste con la forma en que miras la vida, esa admiración que sólo pueden comprender los amantes del arte ante una obra inigualable y exclusiva en el mundo, y el valor que tiene y que va más allá de todo el oro habido y por haber sobre la tierra... no podré desprenderme nunca de un tesoro así, no podré desprenderme nunca de ti.
Hay muchas citas que merecerían ser citadas, pero entre todas destaco una de las últimas y, para mi, concluyentes del libro:
- Las personas dan flores de regalo porque en las flores está el verdadero sentido del Amor. Quien intente poseer una flor, verá marchitarse su belleza. Pero quien se limite a mirar a una flor en un campo, permanecerá para siempre con ella. Porque ella combina con la tarde, con la puesta de sol, con el olor de la tierra mojada y con las nubes en el horizonte.
Quedo en paz y agradecida con la vida por haber podido encontrarte, igual que el Mago aprendí que tú nunca serás mio y por eso te tendré para siempre; y que el amor es la libertad: esa es la lección.
sábado, 24 de abril de 2010
Encuentro conmigo misma
- ¿En qué piensas, pequeña?
- En mi.
- Y, ¿cómo estás?
- No muy bien, la verdad.
- Cuéntame tus porqués, anda...
- No me siento a gusto conmigo misma y no soporto no poder cambiar esta situación. Me desespero porque así no puedo ser feliz, necesito estar en paz conmigo y siento que no es así. Se supone que ya soy adulta pero me comporto de manera irracional, no controlo los sentimientos: se me escapan de las manos y hacen conmigo lo que quieren sin poder evitarlo...
- Sabes, no debes sentirte mal, pequeña, no has hecho nada que no hubiera hecho una persona enamorada. Eso no es malo. Es normal que te sientas así pero debes comprender que tú lo ves todo más negro porque no puedes mirar más allá y, algún día, cuando pase todo esto y mires atrás llegarás incluso a reírte de ello.
- ¿Eso crees? ¿llegaré a reírme de los sentimientos? dudo que algún día pueda reírme pensando en estos malos momentos...
- No, no te reirás del dolor. Eso nunca lo harás, lo sé, por como eres. Te reirás de lo adorable que eres cuando cometes locuras de las que luego te arrepientes, te reirás porque es ahora, siendo adulta como eres, cuando estás aprendiendo a ser pequeña.
- En mi.
- Y, ¿cómo estás?
- No muy bien, la verdad.
- Cuéntame tus porqués, anda...
- No me siento a gusto conmigo misma y no soporto no poder cambiar esta situación. Me desespero porque así no puedo ser feliz, necesito estar en paz conmigo y siento que no es así. Se supone que ya soy adulta pero me comporto de manera irracional, no controlo los sentimientos: se me escapan de las manos y hacen conmigo lo que quieren sin poder evitarlo...
- Sabes, no debes sentirte mal, pequeña, no has hecho nada que no hubiera hecho una persona enamorada. Eso no es malo. Es normal que te sientas así pero debes comprender que tú lo ves todo más negro porque no puedes mirar más allá y, algún día, cuando pase todo esto y mires atrás llegarás incluso a reírte de ello.
- ¿Eso crees? ¿llegaré a reírme de los sentimientos? dudo que algún día pueda reírme pensando en estos malos momentos...
- No, no te reirás del dolor. Eso nunca lo harás, lo sé, por como eres. Te reirás de lo adorable que eres cuando cometes locuras de las que luego te arrepientes, te reirás porque es ahora, siendo adulta como eres, cuando estás aprendiendo a ser pequeña.
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