domingo, 20 de marzo de 2011

Lo peor

Querer llorar. Y a cada día que pasa, sentir cómo esas ganas de estallar aumentan. Callar. Callar para no salpicar al resto. Callar e ir viendo cómo, cada segundo que pasa, el nudo se hace más grande. Y callar, sobretodo callar.

viernes, 18 de marzo de 2011

La mitad de mi vida

Fue la primera vez que lo pensé, después de que me dijeran que te habías ido, que no era justo que ni tan siquiera tuviera la oportunidad de decirte, una vez más, hasta luego. Lo reconozco, hasta entonces nunca antes le había dado tanta importancia a tener la oportunidad de despedirme de la gente, de regalar una sonrisa (tal vez la última) o de decir lo importante que son para mi. Por eso sufro tanto a veces, porque no soportaría que me sucediera de nuevo. Sólo pensarlo, noto como me falta otra vez el aire.

Ese día, el que te fuiste, y que hoy vuelvo a recordar como si no hubiera pasado el tiempo, se abrió mi primera gran herida y, a pesar de que tras muchos días negros conseguí seguir adelante, sobreponerme en la medida de lo posible, sé que la cicatriz no desaparecerá nunca. Y no lo podrá hacer porque la mitad de mi vida te la debo a ti.

sábado, 12 de marzo de 2011

Dos caminos

Siempre hay, al menos, dos opciones. Para todo, ante cualquier cosa. Por un lado está la solución sencilla y por otra parte está la complicada. Cada una tiene sus pros y sus contras. Escoger el camino fácil, cuando no tienes las ideas claras y el miedo te embarga por completo, hace que más tarde o más temprano salgan a la luz el lamento y el arrepentimiento. No sabes cómo te hubiera ido por el otro camino, pero sientes que te has equivocado. Sin embargo, escoger el camino difícil ya es en sí costoso. Por el camino fácil sufres dolor, pero por el camino difícil sufres mucho más. La diferencia es que, a mi modo de ver, sólo escogiendo el camino largo y lleno de baches puedes llegar al final, pararte y sentir que, a pesar de todo, no te equivocaste. Escogiste bien, aunque el final que te esperaba no fuera como el que un día deseaste, escogiste bien y solamente por eso debes sentirte satisfecho, tranquilo, en paz contigo mismo, vivo.

viernes, 11 de marzo de 2011

Tormentas de primavera

Si cierro los ojos y me dejo llevar por el sonido de la lluvia que cae, puedo transportarme a las tardes de primavera, cuando la tormenta se desata en una milésima de segundo. Las nubes tienen ese color, gris ceniza, y bañan el aire con un calor húmedo. Todo el mundo la espera, mirando al cielo, desde el mediodía. Debajo de mis pies puedo sentirlo: el asfalto quema, pero cuando por fin le rocen las grandes gotas de lluvia se liberará...

Me quedo así, con los ojos cerrados y en la escena que yo misma me he creado. Prefiero olvidar que no estoy en la calle, corriendo para cubrirme, y todavía no es primavera. Así quizá, tal vez, cuando me despierte aparezca en medio de la nada, sobre el asfalto, y reciba con entusiasmo las tardes nuevas que viviré. Repetir las tormentas. Los pies mojados. Las sonrisas. Los abrazos.