Mostrando entradas con la etiqueta carta. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta carta. Mostrar todas las entradas

lunes, 10 de enero de 2011

Carta a los Reyes Magos

5 de Enero de 2011

Queridos Reyes Magos:

En el año que ya ha terminado me he portado un poco mal. A papi le he quitado varias veces su nariz, aunque siempre terminé devolviéndosela a cambio de un beso. A mami la he hecho llorar, pero cuando me acerqué a preguntarle por qué lloraba, al final de la canción que cantamos en la fiesta de navidad en el cole, me dijo que era de felicidad y después me dio un abrazo muy fuerte, muy fuerte... Una tarde, jugando con mis hermanos al escondite en casa de mis abuelos, entré en el salón que estaba a oscuras y, sin darme cuenta, le pisé una pata a Oliver. Yo di un salto por el susto y él dio un pequeño ladrido de dolor, pero enseguida me acerqué para acariciarle las orejas, porque sé que le gusta, y conseguí que me perdonara, eso lo sé porque me chupó la cara.

Sé que he hecho muchas cosas mal y que muchas veces por mis actos hice sufrir a gente que me quiere, por eso yo lo único que quiero que me regaléis es que siga teniendo a mi lado a mis papis, a mis hermanos, a Oliver y a mis amigos del cole. Y que todos ellos sean felices todos los días, así que también quiero que les traigáis lo que os hayan pedido, por fi.


Lily


P.D: Espero que la carta os llegue a tiempo, sino no os preocupéis porque sé que tenéis muchas cartas y no me importa esperar.

domingo, 3 de octubre de 2010

Carta para ti

Querido Amor Desconocido:

Sueño. Sueño con una vida paralela en la que en un futuro no muy lejano te encuentre: un futuro en que por fin vengas a mi, Amor Desconocido. Me gustaría que me escucharas durante toda la noche, mientras me abrazas, y hablarte sobre todas las gotas de lluvia que vi resbalar por la ventana de mi habitación, con la mirada perdida en ellas y el cielo de fondo oscureciéndose a cada minuto hasta tornarse completamente negro, inmóvil y sentada sobre mi cama.

Después me besarías con ternura y, sin mencionar palabra, me confesarías que tú también me esperaste tantas noches, anhelando el tacto de mi piel bajo tus manos, suspirando por unos ojos que no llegaban... pero que por fin llegaron.

La vida sería menos difícil contigo a mi lado porque, aún en la distancia de la rutina, nos tendríamos presentes cada rato. Verte sería mi recompensa al llegar a casa y por las mañanas nos despertaríamos entre cosquillas. Y perdernos un fin de semana cualquiera en un lugar remoto y desconocido sería visitar el cielo cogida de tu mano, como en un verdadero sueño hecho realidad... no creo que haya algo más maravilloso que eso: cumplir los sueños.

No sé tan siquiera si existes, Amor Desconocido, quizá sólo puedas vivir en mi imaginación... en ese caso no tendré más remedio que seguir viviendo de sueños... y te aseguro que, al menos así, ambos tendremos el final que nos merecemos.

Con amor,
una nube en sueños.

martes, 31 de agosto de 2010

Carta al viento para un amigo

Querido amigo,

hace ya tiempo que no sé de ti. Es normal que ya no tengamos contacto, nuestras vidas siguen caminos distintos, llegamos, nos vamos, andamos de aquí para allá... son las cosas de la vida que no se pueden cambiar. Siento mucho no haberme decidido a escribirte antes y reconozco que lo hago ahora por un motivo concreto.

Unos amigos muy cercanos han perdido a uno de sus hijos este fin de semana. Tras su muerte queda una familia y amigos destrozados: sus padres, su esposa, sus hijos... Ayer me acerqué hasta la casa de estos amigos para darles mi más sincero pésame. No tengo palabras suficientes para describir a la perfección la escena y la mezcla de sentimientos vividos. Lágrimas, palabras de auténtico agradecimiento por unos minutos de compañía, afecto, dolor, humanidad...

Llevo un par de días pensando en el modo que nos puede cambiar la vida en apenas unos segundos sin esperarlo, por inverosímil que nos parezca... Me ha dado por pensar en ti porque siempre fuiste un gran amigo, uno de verdad y no uno de esos disfrazados que de cuando en cuando encontramos por el camino y con el tiempo descubrimos que en realidad nunca nos brindó una verdadera amistad. Por eso, a pesar del tiempo pasado y de los recuerdos enterrados, sigo preguntándome cómo te irá, si estarás bien y deseando que disfrutes en cada momento de tu recorrido.

Un día moriré, como todos, y no sé si tras de mí quedará gente que me recuerde, haciendo así que, de algún modo, siga con ellos. No lo sé. Lo que sí sé es que algún día perderé a algún ser querido, como ya los perdí antes, y volveré a llorar sin cesar, a recordarles constantemente, a preguntarme porqués que no obtendrán respuesta y a sentirme sola aún estando rodeada de gente. Desgraciadamente algún día a ti te pasará lo mismo, como a todos, y en esos momentos el único consuelo serán tu familia y amigos... y me gustaría poder consolarte o símplemente abrazarte mientras llorases y arroparte en tu duelo personal, porque me demostraste tu amistad y aunque ahora la distancia entre nosotros sea grande, cuando te recuerdo, la palabra amigo aparece representada en mayúsculas en mi mente .

Supongo que muchas veces la vida es así, nos acerca y nos aleja, y me ha enseñado que no hablar con alguien no significa que ese alguien nos haya olvidado o que esté enfadado, es sólo que la vida nos lleva por caminos distintos y lo realmente importante es mantener cercanos otros tiempos vividos y no dudar de que, a pesar de los días y los años, podemos volver a llamar a aquel viejo amigo y decirle entusiasmados "hey, yo no te olvidé, te sigo considerando mi amigo y me encantaría verte, ¿te hace un café?".


Una nube amiga.

domingo, 2 de mayo de 2010

Tercera carta para un Amor Soñado

Querido Amor Soñado:

Aquí sigo. En todo este tiempo he crecido varios centímetros en paciencia conmigo misma y en curtirme el corazón. Apenas son unos centímetros pero a mi me parecen asombrosos. Hoy es un día especial en varios sentidos: hoy es el día de la madre y además, este año, se suma que es tu cumpleaños.

En el día de la madre, hace ya tiempo, cuando contábamos con el calor extra de mi abuela, mi hermana y yo nos levantábamos temprano y preparábamos el desayuno para ellas: mi madre y mi abuela. Nos gustaba hacer ese tipo de cosas porque además de regalarles un comienzo de día como se merecían nos encantaba crear esa complicidad entre nosotras. Después venían a la cocina las "madres" de la casa y con una sonrisa y un brillo en los ojos que sólo se ve en los niños pequeños el día de reyes, nos daban un beso y un abrazo y aunque fuéramos pequeñas nos sentíamos grandes.

Hoy es tu cumpleaños. ¿Sabes?, me gustaría haber sido capaz de merecerte para poder prepararte esta mañana el desayuno: te prepararía café recién hecho, un zumo de naranja recién exprimido, hubiera preparado un par de tostadas, cuatro galletas y, en vez de poner una rosa al lado de la mesa, te hubiera comprado un par de regalices negros porque sé que te encantan.

Te llevaría hasta esa mesa de mi imaginación con los ojos tapados con mis propias manos y te hubiera pedido que no les abrieras porque sabría de sobra que podrías ver todo entre mis dedos... y al llegar, retiraría mis manos y gritaría "¡Felicidades!" para después pintar con mis labios una sonrisa inconsciente de total felicidad. Te sentarías asombrado y riéndote por el detalle de los regalices, y yo me sentaría a tu lado, te desayunaría con mil besos y te miraría mientras tú desayunaras, después, el resto.

Sé que nunca habrá desayunos de esos, sé que nunca fui merecedora de ello. Pero has de saber, Amor Soñado, que de sueños vive esta nube y que aunque los sueños sólo sean eso, sueños, de verdad aquí dentro siguen esos sentimientos por ti y te puedo asegurar que esos no son sueños, que existen y se dejan ver (cuándo más, cuándo menos) siempre por aquí. Hoy, yo sólo quería decirte: Feliz Cumpleaños, amor.

Con nostalgia,
una Nube.

lunes, 5 de abril de 2010

Preguntas abiertas

Me siento extraña. Cuando me paro a pensar siempre llego a la misma conclusión: vacía, triste pero cierto. ¿Por qué no puedo sentirme de otra manera?. A veces creo que en realidad siempre me sentí así hasta que llegaste tú y lo llenaste todo de luz. Desde que comprendí que mi vida debe seguir sin ti y que no puedo aferrarme a un imposible todo volvió a parecerme vacío y me sentí extraña sintiéndolo de nuevo: nos acostumbramos tan rápido a lo bueno... cuesta tanto enfrentarse a la realidad...

¿Estoy mal? Me lo pregunto cada día y nunca encuentro una respuesta que me satisfaga. Si me digo que no, sé que miento descaradamente. Si me digo que sí, sé que en otros momentos estuve peor y no me parece justo intentar comparar estos días con aquellos en que me parecía que el infierno de verdad vivía en mi. Así que nunca me respondo, en su lugar miro durante unos minutos un punto fijo de la habitación sin querer pensar en nada y a la vez sintiendo lástima por mi misma. En esos momentos siempre recuerdo una melodía triste tocada al piano o cantada con una voz rota y las lágrimas asoman a mis ojos.

Pienso en si sigo añorando ese amor que no fue y no encuentro respuesta. Si me digo que no, sé que miento descaradamente. Si me digo que sí, sé que tampoco es cierto porque el peso del dolor aplastó mi corazón y este se llevó las ilusiones y esperanzas muy lejos de aquí, a las nubes.

Leo de nuevo esa carta que escribí con mis manos y dictó con voz clara algo aquí dentro y lloro al darme cuenta de que aunque pasen las semanas sigo sintiendo cada una de esas líneas como recién escritas, tan sentidas como el primer día. Voy pasando por los párrafos que dejan ver pequeñas cosas de mi y siempre me pregunto si cuando tus ojos tristes los lean conseguirán sentir por un momento esos sentimientos que reflejé al escribir. Quizá por un instante, al leer esas palabras, me quieras.

Si me pregunto si eso me importaría o no tampoco consigo dar con una respuesta. Si me digo que no, sé que miento descaradamente. Si me digo que sí...sé que ya no es lo mismo porque inevitablemente todo ha cambiado (yo he cambiado) y va cambiando cada día más. Si me planteo en poder tener una amistad contigo sí encuentro respuesta (y además rápidamente): no, nunca tendré una amistad contigo. Ya lo he dicho muchas veces y es que sigo pensando lo mismo que entonces. No podría ser sólo tu amiga porque hay algo aquí dentro, algo que se va un poco más al fondo cada día, que dice que volvería a encantarse con tu magia y que yo volvería a despertar todas esas ilusiones dormidas y me tragaría de nuevo mis propias mentiras: no, no quiero volver a dañarme a mi misma.

De todos modos todas estas preguntas que me asaltan cada día son estúpidas porque no me ayudan ni me llevan a ningún sitio. Ninguna se fundamenta en nada más que en mis propias fantasías, como siempre. Siempre soñando, siempre viviendo en un mundo paralelo mientras, sin darme cuenta, la realidad sigue y yo no reparo en ello. Y vuelvo a cuestionarme: ¿qué más me da?. Qué más me da si sé que nuestras vidas siempre irán por caminos distintos, si sé que yo para ti nunca fui lo que tú fuiste para mi... si sé, que en realidad, esto es lo mejor para los dos y que yo también merezco que me aprecien de ese modo que sólo puede llamarse amor, de ese único modo que engloba todo y que sólo yo pude ( y puedo) llamarte...

jueves, 25 de febrero de 2010

Segunda carta para un Amor Soñado

Querido Amor Soñado:

Todo parece seguir con normalidad por aquí, en esta nube en la que habito. En clase, aún estando dos filas por detrás de ti, puedo percibir tu olor y eso le duele a mi corazón: cierro los ojos por un segundo en el que siento un millón de espinas clavarse a la vez, aquí dentro, y me ordeno abrirlos de nuevo y centrarme en seguir el ritmo de mis apuntes, mirar mis propias palabras una y otra vez con la intención de olvidar que estás a escasos metros de mi... Amor Soñado, no sospechas nada de esto porque como ahora tengo yo el mando sin apenas intenvención de mi compañera, muestro normalidad aparente en mi rostro y en mi comportamiento hacia el resto de la gente,... y hacia a ti.

Hoy, no te he saludado. No porque no quisiera (ojalá dejara de desearlo tanto este corazón) sino porque nuestras miradas no se han cruzado, cosas del destino, ya ves. Pienso que nuestras miradas no deberían cruzarse nunca más porque así no sufriría tanto recordando tiempos mejores, tiempos felices que viví junto a un corazón que me convenció para que le dejara dominar la situación. No... ¿cómo puedes decir eso? - Dice (horrorizada) ella. La pobre todavía te necesita... siento lástima, porque sinceramente creo que no se merece tanto dolor... y yo tampoco merezco ser la única voz cantante de esta nube, yo... la necesito a ella y por ti, Amor Soñado, ahora sólo la siento a medias, no la siento cerca.

Quiero que sepas, Amor Soñado, que el vacío se está haciendo dueño de los sentimientos que te dedicaba cada día, cada hora, cada segundo... en cada sitio. Debes saber también, que no albergo sentimientos "malos" como el odio o el rencor, no: lo único que guardo y que estoy creando son sensaciones. Sensaciones como el haberlo intentado, el haber hecho todo lo que pude y lo mejor que supe hacerlo. Eso me tranquiliza y me llena de paz (y de impotencia). No te odio, ni yo ni este corazón que ahora calla; de hecho, ella siente que siempre te querrá.

Eso a mi no me gusta, pero no puedo hacer nada contra esos sentimientos que le quedan... y a mi, sólo me queda controlarla, y mantenerla alejada de ti; porque sé, que si no lo hago, puede volver a encantarme con su amor.. con su amor hacia ti, Amor Soñado, y ya no lo voy a permitir. No voy a consentir que cometa el mismo error por tercera vez, no... una vez está bien (eso le puede pasar a cualquiera), dos es pasable (¿quién no sueña con una segunda oportunidad?), pero tres... la culpa ya sería totalmente mía y no quiero cargar yo también con ese peso, bastante tengo (tenemos) con lo que sufre ella... Me despido por ahora, Amor Soñado, si me lo permites, con una promesa para mi compañera: Te prometo corazón que yo cuidaré de ti, como tú siempre quisiste cuidar de él.

Con nostalgia,
una Nube.

martes, 23 de febrero de 2010

Carta para un Amor Soñado

Querido Amor Soñado:

Hoy el cielo está cubierto de nubes grises, aunque los rayos de sol consiguen atravesarlas a ratos. El viento sopla fuerte en la calle, su sonido me llega traducido en un leve tintineo de la persiana de mi cuarto. Esta carta no la escribe un corazón, como cabría de esperar y como quizá tú pudieras imaginar (si conocieras de la existencia de esta carta). Hoy, escribo yo: la razón. Quiero que sepas, Amor Soñado, que actualmente estoy al mando de esta nube, mi compañera (mi corazón) no puede hablar y me ha dejado ser portavoz de lo que me transmite.

Puedo notar cómo sufre, aunque estoy asombrada de lo fuerte que está demostrando ser: durante la mayor parte del día apenas puedo percibirla, salvo en momentos puntuales en los que nos quedamos solas. En esos momentos puedo sentir el mayor dolor del mundo, el de un corazón que tirita lágrimas congeladas que al caer al suelo se rompen en un millón de cristales. Cada uno de estos cristales brillan con el reflejo de recuerdos amargos que un día fueron horas dulces. Llora. -Le susurro suavemente.  No. - Contesta temblando.  No llores. - Le suplico cuando los espasmos aumentan el ritmo señalando una nueva tormenta de lágrimas de hielo.  Lo necesito. - Dice apenas sin voz... y entonces, comienza la desolación.

De momento estoy controlando bien (creo) ciertas situaciones, como compartir el mismo aire durante una hora interminable de clase o saludarte mostrando normalidad, como si el sol acompañara a cada segundo este cuerpo. Lo estoy haciendo así porque como razón que soy, no puedo permitirme (ni quiero) caminar por mi vida como alma en pena que no ve salida ni solución a una condena que no sabe si merece o no, aunque en realidad sea así: que el corazón con el que convivo se sienta así....

Amor Soñado, no puedo compartir tu opinión de que haya ganado algo pero sí puedo decir que he aprendido cosas y todo gracias a ti... No llores, no llores... - De nuevo se deja sentir el dolor. Amar puede convertirse en una necesidad vital, como respirar, si consigues sentirlo; pero, a la vez, amar duele y es ese mismo dolor el que te ata más fuerte a ese amor... porque, como bien dice una gran canción "si no puede hacerte daño, no te hará feliz". Precisamente lo que nos hace feliz es lo que más nos duele, porque cuando sentimos que lo podemos perder o que se nos escapa de las manos sin poder retenerlo somos infelices: en ese punto se hace patente la necesidad por el otro, por ese amor... por ti, mi Amor Soñado.

Hay tantas cosas que quiere dejar aquí escritas este corazón que me acompaña y al que acompaño... tantas... pero tengo que establecer límites y repartir sus recuerdos para que vayan cicatrizando bien, despacio, para que después no se abran las heridas. Otro día, escribiré otra carta para ti, Amor Soñado. Otra carta escrita por mi, otra carta con recuerdos entre líneas, otra carta... para ir curando heridas.

Con nostalgia,
una Nube.