viernes, 29 de octubre de 2010

En esta vida...

Hoy es uno de esos días de viento sur. "Plaf, plaf...", las gotas de lluvia comienzan a posarse en los cristales y se convierten en lágrimas derramadas por las nubes. Estamos casi en Noviembre así que la temperatura no es muy calurosa, a pesar de la leve brisa con acento acojedor.

En la calle la gente camina a paso ligero, arrimándose a las cornisas de los edificios, para llegar cuanto antes a su destino. Es raro este día o quizá la rara sea yo en este día. No he dormido muy bien, y supongo que el madrugón de ayer tampoco me ha ayudado a descansar del todo... me trastoca, me pasa factura el sueño, no lo puedo evitar y las ojeras me delatan.

Últimamente he pensado mucho en el final, el verdadero final en el que todos vamos a acabar. Hace unas semanas hablé sobre unos amigos cuyo hijo había fallecido en un accidente, pues bien, uno de ellos no está bien. Siempre ha padecido del corazón y su mujer siempre ha ido detrás suyo pidiéndole que cuidara más por su salud, pero nada. Él siempre ha dicho que prefiere vivir feliz hasta el último día que no amargado como un vegetal. En eso tiene razón pero también es una idea egoísta si nos paramos a pensar en el resto de personas que nos necesitan. Ha tenido varios infartos en los últimos años pero ahora está peor que nunca, los médicos no le dan esperanzas y se niegan a realizarle una operación a corazón abierto porque no creen que salga de ella. Él está triste, se nota el llanto ahogado en su voz en cada palabra que pronuncia, el amor hacia su familia y su preocupación por ella, la impotencia de saber que puede que esa hora del reloj sea la última en tu calendario. Su mujer está desecha: desearía meterse en la cama y no levantarse nunca más, cada día que pasa lo lleva peor que el día anterior, la está matando también a ella saber que el amor de su vida se acerca al final.

Nos preocupamos por buscar un trabajo porque nos hace falta dinero para pagar comida y facturas. Nos interesamos por viajar a lugares asombrosos, con playas preciosas y monumentos increíbles, porque así alimentamos nuestro ansia de volar... Pero me paro a pensar. ¿para qué queremos el dinero o viajar si realmente eso no nos llena de felicidad?. Todavía no tengo claro, en esta vida, ¿qué es lo más importante?. ¿Por qué hay que preocuparse de tantas tonterías?, ¿por qué si al final lo que más nos importa son un puñadito de personas?, ¿para qué luchar tanto si al final no podemos disfrutar de lo más preciado?

domingo, 24 de octubre de 2010

Sin vuelta atrás

Suena el teléfono, avisando a Berta de que tras la melodía de guitarras y voces rotas alguien la llama.

- ¿Sí?.. Mamá... oye, ya te dije que no te preocuparas, que iba a estar bien y lo estoy, de verdad.... Vale pero no te preocupes más por favor, llamaré pronto prometido... que sí... yo también os quiero... Un beso.

Aleja el teléfono móvil de su oreja y, suspirando, le apaga. Sabe que es lo mejor para todos y se dice a sí misma que cuando tenga algún momento de debilidad y no aguante más el frío de la soledad, le encenderá de nuevo y llamará a casa para sentirse de nuevo arropada. Pero ahora es mejor desconectarle por una temporada.

Hace unos días que salió de casa en busca de tiempo para sí misma. Se sentía asfixiada en la rutina: trabajo, casa, reuniones con los amigos, trabajo... Hasta que se levantó una mañana y con el tiempo tan radiante que hacía se dijo que había llegado el momento, el momento de hacer su propio camino y no el que le decía el resto. Y ahora estaba allí, a más de mil kilómetros de su casa. Había viajado con desconocidos piadosos que sentían lástima de la joven y se prestaban a acercarla un poco más a su destino, la casa de unos amigos. Había conocido a Mario y Silvia  hacía un par de años atrás, en uno de los festivales de música a los que solía acudir con Carlos. Carlos. Hacía más de un año que habían roto pero tan sólo pensar en su nombre hacía que algo dentro le resquemara. Carlos formaba parte del pasado que quería dejar precisamente en eso, pasado, porque la vida la había enseñado que lo pasado no tiene retorno y liberarse, que no olvidarse, de él es el único medio de continuar y poder ser feliz. Y eso es lo que pensaba hacer.

- ¿Se puede? - preguntó Mario al tiempo que llamaba a la puerta del cuarto de invitados donde se quedaba Berta
- Sí, claro, pasa... mi madre - dijo señalando el móvil que sujetaba todavía en la mano
- Ya... bueno, tú tómate el tiempo que necesites, sabes que nos encanta tenerte aquí, ¿verdad?
- Sí, sí. Os estaré eternamente agradecida... es solo que no quiero estar aquí de ocupa eternamente así que si me mandáis a la mierda, lo entenderé.
- ¡Anda ya! - dijo Mario al tiempo que se sentaba en la cama al lado de ella - estás de broma, ¿no? - pero Berta le miraba tímida, preguntándole con la mirada si de verdad no les molestaba o la cobijaban sólo por compasión - ... mira Berta, eres nuestra amiga y en estos dos años de amistad lo has demostrado con creces así que no me hagas recordarte quién está en deuda con quién, ¿vale?, tú te quedarás aquí el tiempo que sea necesario y no se hable más
- Gracias Mario - y, por segunda vez en su vida, lloró delante de alguien sin poder remediarlo. Mario la abrazó y dejó que su amiga sacara todas las lágrimas que calaban su interior.
- Vamos Ber, ha llegado el momento de sacar la basura fuera - y el llanto en la habitación se hizo más intenso.

viernes, 22 de octubre de 2010

Reflexiones sobre la vida

Me pasa a veces, sale un tema de conversación que en principio no presenta gran importancia pero que al final deriva en aspectos más profundos y entonces me "despierto". Y expongo mis ideas a mis amigos y ellos exponen las suyas, algunos se acaban cansando de tanto "razonamiento", pero por suerte no soy la única que adora esas charlas así que solemos dejar en pausa la conversación para otro momento y pasamos a hablar de los próximos planes o de alguna otra noticia de última hora.

A veces soy yo y otras veces no, volvemos a sacar el tema que dejamos en pausa y no llegamos a ninguna conclusión definitiva: definitivamente existen infinitos puntos de vista y todos válidos. Eso me gusta y además me acerca más al resto de esas personas con las que trato estas conversaciones, y valoro en especial sus opiniones ante cualquier problema planteado y trato de reflexionar con especial atención cuando son ellos los que exponen un problema. No sé, es algo que se crea poco a poco, que genera confianza y pienso de verdad que por eso a ellos les llamo amigos en el significado más amplio de la palabra. Amigos, amigos de verdad, amigos que te aprecian, amigos que se alegran con tus alegrías y que se conmueven con tus tristezas, amigos que siempre son claros y sinceros: amigos porque no te dicen cosas por agradar sino para ayudarte a que seas tú mismo el que busque su propia solución. Lo valoro y por esas cosas me sentiré siempre en deuda con ellos.

La mayor parte de mi vida la he pasado sin conocer la verdadera amistad pero afortunadamente puedo decir que hace unos años di con personas que desde el primer momento estuvieron dispuestos a escuchar, a hablar y a querer permanecer ahí. Esas personas siguen siendo hoy en día mis amigos. Con ellos he compartido viajes, situaciones de estrés, alegrías, tristezas... y con el tiempo me han demostrado que siguen siendo los mismos y, lo más importante, que seguirán siéndolo.

domingo, 17 de octubre de 2010

Decisiones

Hay que elegir. A lo largo de nuestra vida son muchas las decisiones que debemos tomar. A diario son pequeñas cosas como decidir levantarte a una hora determinada o, por el contrario, apagar el despertador y volvernos a tapar con el calor del sueño. Pero, otras veces, las decisiones tienen otro carácter más importante para cada uno de nosotros. 




Tomar una decisión casi siempre es complicado y más complicado es todavía actuar en consecuencia cada día: irse de casa, no volver a coger ninguna llamada más de la persona que amas, abandonar el sueño del trabajo ideal... resignarse a ser uno más, callar los gritos del corazón y aguantar de pie el dolor... Y, a pesar de todo, decidir seguir por el único camino que te ofrece el mundo.

viernes, 15 de octubre de 2010

Premio Flor Naranja



Gracias a ***VANESSA*** por este premio. No hace mucho que encontré su blog pero cuando lo hice no dudé en seguirla, supongo que vi en sus palabras mucha sintonía con las mías... así que, como no, os recomiendo que la visitéis.

Por mi parte ofrezco también este premio a Call me Juliet, Gabby y Amorphis, por compartir con el mundo, cada uno a su estilo y forma, sentimientos e historias escritos con magia. Desde aquí quiero darles mi más sincera enhorabuena, felicitarles por sus excelentes textos y animarles a que sigan deleitándonos por mucho tiempo.

lunes, 11 de octubre de 2010

Vuelta al cole

- Lily, Lily... vamos cariño, es hora de levantarse

Su madre seguía zarandeándola con dulzura para despertarla. La pequeña Lily sabía que era el primer día del curso, la vuelta al cole había llegado irremediablemente y le daba pereza abandonar su pequeña cama, con sábanas de margaritas y edredón de innumerables estrellitas, que la velaba con el calor tan especial que sólo se aprecia cuando la rutina obliga a alejarse de ella.

- Jo... mami, ¿no puedo quedarme durmiendo un poco más? - preguntó mañosa y con los ojos todavía cerrados
- No cielo - rió su madre - ya lo siento pero tienes que levantarte ya. ¿No tienes ganas de ver a tus amigos? - la preguntó haciéndola cosquillas bajo la barbilla.
- Sí - exclamó riendo a carcajadas y con los ojos totalmente abiertos - Ya me levanto...

Su madre la dio un achuchón, sacándola al tiempo de la cama en volandas y vistiendola con innumerables besos. Durante el desayuno Lily vio los dibujos animados, acompañada de sus galletas preferidas y un chocolate caliente: ese era el momento del día que más disfrutaba la pequeña.

Cuando llegó a clase, algunos de sus compañeros del año pasado jugaban en el suelo con una colección nueva de cromos, las niñas jugaban a las palmitas y sólo un niño permanecía sentado en su pupitre, mirando al suelo.

- ¡Hola Max! - dijo derrochando alegría Lily al mismo tiempo que se sentaba al lado del niño - ¿Qué tal las vacaciones?
- Bien - contestó frío él
- ¿Has ido mucho a la playa?
- Sí, con mi abuelita... y me he comido un helado de chocolate todos los días antes de volver a casa - sonrió Max, volviendo el rostro hacia Lily, al recordar el sabor frío y dulce en su pequeño paladar
- ¡Mmm... chocolate.., a mi también me gustan mucho los helados de chocolate!
- ¿Verdad que son los mejores?
- ¡Verdad!

En ese momento entró en la clase la profesora, trayendo consigo un montón de cuadernos azules y una caja de pegatinas de diversas formas y colores.

- Bueno niños, ¡bienvenidos otra vez! - comenzó diciendo a medida que fue repartiendo los cuadernos y las pegatinas por los grupos de mesas - Para empezar el curso he comprado estas libretas en blanco y estas pegatinas tan bonitas para que cada uno haga con ellas un collage con todas las cosas que le han gustado y que ha hecho este verano. Después hablaremos de ello todos juntos y entre todos elegiremos el cuaderno más bonito, ¿qué os parece?
- ¡Bieeeeeen! - chillaron todos

Pero a Max no le entusiasmaba la idea como a sus compañeros y, volviendo de nuevo la vista al suelo, susurró - Mal...

domingo, 10 de octubre de 2010

Reflexiones sobre la vida

He llegado a la conclusión, en uno de esos momentos en los que me escapo a las nubes para hablar conmigo misma, de que el peor adiós, la despedida más dolorosa, no es cuando lloramos abrazados a esa persona que no volveremos a ver, o cuando escribimos una carta por miedo a afrontar la situación final cara a cara... no. El peor adiós, lo realmente duro de llevar, es desaparecer sin mediar palabra: sin un último estrechón de manos, sin una última mirada de cariño, sin pronunciar la frase que nunca tuvimos el valor de dejar salir... Y es así, sencillamente es así: lo más difícil es continuar escribiendo nuestra vida aún sabiendo que hay capítulos para los que no fuimos capaces de encontrar un final que nos pareciera adecuado.

martes, 5 de octubre de 2010

Tan sólo cinco minutos

El día que me muera espero tener al menos cinco minutos, antes de cerrar los ojos para siempre, en los que pensar en el balance final de mi vida.

Ojalá siga viendo la vida así, sabiendo que, a pesar del infinito dolor, es hermosa. Recordar cada cielo que he visto: el de una tarde de invierno lluviosa y fría, mientras me resguarda el calor de mi casa; el del azul de verano, que tantas tardes me sumió en los mejores sueños y tanta paz me regaló; el de las nubes rápidas surcando el cielo, empujadas por el viento sur que con su calor me canta  notas de lluvia mezcladas con sonrisas; el de una tormenta de primavera, con ese azul tan oscuro que envidia al negro y decorado con relámpagos que preceden a los truenos; el de una noche limpia cubierta sólo por estrellas... y verme de nuevo perdida entre ellas...

Trataré de mantener la mente despejada, repasaré hasta entonces todas las cosas buenas que me han pasado en la vida: horas infinitas de risas, consejos meditados, abrazos, dejarme cuidar los días de fiebre, los besos de buenas noches, el olor de la ropa recién lavada, los colores vivos, canciones en directo, el poder de los sentimientos, el valor de las personas que me han demostrado serlo, mi propia mirada preguntándome en el espejo, los silencios que adueño y las frases pronunciadas que me sentencian.

Y así, después de recordar todo una última vez antes de irme, dejaré que mi vista pierda el enfoque de la vida. Ojalá tenga la misma suerte que tú y pueda volar definitivamente a las nubes con una sonrisa...

domingo, 3 de octubre de 2010

Carta para ti

Querido Amor Desconocido:

Sueño. Sueño con una vida paralela en la que en un futuro no muy lejano te encuentre: un futuro en que por fin vengas a mi, Amor Desconocido. Me gustaría que me escucharas durante toda la noche, mientras me abrazas, y hablarte sobre todas las gotas de lluvia que vi resbalar por la ventana de mi habitación, con la mirada perdida en ellas y el cielo de fondo oscureciéndose a cada minuto hasta tornarse completamente negro, inmóvil y sentada sobre mi cama.

Después me besarías con ternura y, sin mencionar palabra, me confesarías que tú también me esperaste tantas noches, anhelando el tacto de mi piel bajo tus manos, suspirando por unos ojos que no llegaban... pero que por fin llegaron.

La vida sería menos difícil contigo a mi lado porque, aún en la distancia de la rutina, nos tendríamos presentes cada rato. Verte sería mi recompensa al llegar a casa y por las mañanas nos despertaríamos entre cosquillas. Y perdernos un fin de semana cualquiera en un lugar remoto y desconocido sería visitar el cielo cogida de tu mano, como en un verdadero sueño hecho realidad... no creo que haya algo más maravilloso que eso: cumplir los sueños.

No sé tan siquiera si existes, Amor Desconocido, quizá sólo puedas vivir en mi imaginación... en ese caso no tendré más remedio que seguir viviendo de sueños... y te aseguro que, al menos así, ambos tendremos el final que nos merecemos.

Con amor,
una nube en sueños.

viernes, 1 de octubre de 2010

365 días

La soledad y la nostalgia presentes cuando bajas la guardia. Heridas que queman si posas tus dedos sobre ellas. Una lágrima que se pierde en el mismo silencio con el que vino... Secretos. Silencio. Palabras. Silencio. Silencio. Silencio...No saber dónde y cómo te encontrarás dentro de trescientos sesenta y cinco días, preguntarte una vez más si permanecerás donde te hayas hoy, o quizá, tal vez... saltes por una ventana hacia tiempos nuevos, más allá incluso de lo que te puedas imaginar. Soñar con un futuro de cuento. Y no creértelo, dejar de creer en todo lo que creías: en promesas, en miradas, en gestos, en personas, en ti... Desconfiar del tiempo, verle como el peor enemigo. Cruel, imparable, sin compasión, incansable, agotador... y dejarte vencer un día. Levantarte al otro. Dar un paso y medio. Caer de morros. Quedarte en el suelo. Levantarte de nuevo y volver a caer con otro empujón. Rendirte, no querer ni siquiera intentar levantarte y acurrucarte en un rincón, abrazándote a ti misma, con la cabeza entre las piernas, y llorar procurando no hacer mucho ruido...(sssshhh, calla, no vaya a ser que te oiga de nuevo el tiempo y vuelva para asustarte, ssshhh, más bajo... sshh, calla...). Levantarte un día y sentirte fuerte, decidir intentarlo una vez más: levantarse. Caminar muy despacio, con los brazos ya extendidos (por si acaso) y seguir caminando: no pasa nada, nadie te oye y tú sigues caminando. Vuelves los brazos a su estado normal, la tranquilidad te invade y te atreves a dar pasos más grandes. Oyes su eco, el de tus pies contra el asfalto, pero no caes al suelo. Sigues caminando. Sonríes. Ríes. Satisfacción. Te sientas un rato, de caminar también hay que descansar, y piensas en el antes, el después y el ahora. Escuecen aquellas heridas pero observas que ya no se abren, sientes todavía la sed en la garganta, ese resquemor que siempre terminaba en lágrimas. Y entonces te vuelves a levantar, ya descansaste bastante. Descubres la parte amable del tiempo: no era tan malo, lo que hizo fue empujarte hacia tí misma, ayudarte a conocerte y a sufrir tu propia desdicha para conseguir sobreponerte a ella... Y ahora sigue, sigue caminando, ya nadie te empujará porque el tiempo nunca fue tu contrario... 

Hoy hace un año que comencé a compartir mi mundo en las nubes. Hoy hace un año... Y nunca pensé que pudiera salir de nuevo a luchar al mundo... y lo curioso es que aún hoy, que aunque no sea mucho he avanzado, no sé qué me pasará de aquí a un año. No sé, si en los momentos bajos, flaquearé sumiéndome de nuevo en el pasado y en recuerdos que ya no duelen... pero que siguen conservando su cara más noble.

¿Conoces esa sensación?. Di, ¿sabes de lo que te hablo?