Cuando enfrentarse a la verdad sirve para regresar, una vez más, a nuestra nube: nube dulce nube...
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viernes, 22 de julio de 2011
Telegrama
Hola. He llegado. No llueve. No hay sol. No hace calor. Tampoco frío. Sólo una leve brisa. No sé qué pensar. Siento miedo. Y nervios. Ganas de llorar. Hacer de nuevo las maletas. Y correr. Huir de aquí. Impotencia. Ya sé que no puedo. No hay más lugares a los que pueda ir. Por qué. Tanto tiempo perdí preguntando. Pero ya no me cuestiono eso. No me importa. Me da igual. Mentira. Sí me importa. Por eso esta angustia. Pero no me queda otra. ¿O sí?. Ya me las arreglaré. No pasa nada. Estoy bien. No te preocupes. Sólo quería decirte que aquí está. El telegrama que te prometí enviar. No llores. Lo prometiste. Ya te lo expliqué. Y sin comprenderlo lo aceptaste. Me dejaste marchar. Te doy las gracias por ello. De verdad. Nadie me quiso nunca así. Incondicional. Siempre. Volveremos a vernos. No es una promesa. Es un hecho. Volveremos a vernos. No sé cuando. Ni dónde. Ni siquiera si podrá ser en esta vida. Aún así lo sé. No llores. Piensa que nos volveremos a ver. Y no creas esa mentira. Que la distancia hace el olvido. Mentira. ¿Verdad?. En eso coincidimos siempre. Cuídate. Y deja que te cuiden. No llores. Un beso. Y un abrazo. Hasta luego. Que nunca me gustó decir adiós. Eso ya lo sabes. Hasta luego.
viernes, 24 de junio de 2011
Quien era
Ya no queda nada, ni siquiera un pequeño rastro. Las sonrisas abrieron la ventana y saltaron al vacío. La ilusión se apeó de mi coche, al parar en un semáforo, la oí gritarme algo mientras se alejaba corriendo pero no entendí lo que dijo. Desde entonces no soporto el ruido del tráfico. Ese mismo día, la esperanza se suicidó en mi cama, dejó una nota antes de terminar con todo:
" Sé que sufrirás sin mi pero te pido que hagas el esfuerzo de entenderme, quizá agoté todos mis pasos demasiado rápido pero sabes bien como soy y que no puedo cambiar, es demasiado tarde. Siento mucho tener que hacer esto pero ya no puedo más. Lo he intentado hasta el último segundo, quédate con eso por favor, y no me guardes rencor por haberme rendido. Siempre hubo vencedores y vencidos, ¿no?Y así, las sonrisas de la gente me empezaron a resultar cada vez más extrañas, comencé a odiar la ilusión en otros y me volví una envidiosa empedernida de la esperanza que asomaba en todos los ojos entraños.
Cuídate y no pienses más en mi, será más fácil."
viernes, 1 de abril de 2011
Nunca
Me pregunto cómo era y qué sentía. Sentirse querida y deseada. Oír tu voz, al otro lado del teléfono, diciendo "te echo de menos" y susurrando "te quiero". Preguntarse qué podría producir lágrimas que no fueran de alegría. Cómo era, hablar de dolor sin nada que lo trajera al presente. Salir a la calle, descontando los segundos que la separaban de ti. Cómo era, qué sentía al tener la certeza de que tú la querías. Y sobretodo me pregunto, sabiendo esto, por qué abandonó el cielo.
Si algún día me la encontrara, no puedo negar que me encantaría decirla lo estúpida que fue, contarle lo bien que te va todo, que eres feliz y que tus ojos han visto amaneceres más bonitos que los que compartisteis juntos. Admitiría también que, a diferencia de ella, yo no tuve la suerte de ser el mundo entero para ti pero eso no me impidió sentir que tú sí lo eras para mi. Le diría que, es de justicia, no la perdonaré nunca en mi vida porque si ella no hubiera abandonado el cielo, yo nunca le hubiera conocido y entonces nunca hubiera lamentado no poder estar en él.
Si algún día me la encontrara, no puedo negar que me encantaría decirla lo estúpida que fue, contarle lo bien que te va todo, que eres feliz y que tus ojos han visto amaneceres más bonitos que los que compartisteis juntos. Admitiría también que, a diferencia de ella, yo no tuve la suerte de ser el mundo entero para ti pero eso no me impidió sentir que tú sí lo eras para mi. Le diría que, es de justicia, no la perdonaré nunca en mi vida porque si ella no hubiera abandonado el cielo, yo nunca le hubiera conocido y entonces nunca hubiera lamentado no poder estar en él.
domingo, 20 de marzo de 2011
Lo peor
Querer llorar. Y a cada día que pasa, sentir cómo esas ganas de estallar aumentan. Callar. Callar para no salpicar al resto. Callar e ir viendo cómo, cada segundo que pasa, el nudo se hace más grande. Y callar, sobretodo callar.
viernes, 18 de febrero de 2011
Y para ti, ¿qué es?
- Vaya preguntas haces...
- No, venga, enserio. ¿Qué es para ti vivir?
- Pues... - comienza diciendo, mientras pierde su mirada en el infinito- para mi vivir es ser consciente de ti mismo. De tu día a día y de cada experiencia que te elige como protagonista. Hay que vivir lo bueno y también lo malo, porque lo uno sin lo otro no significaría nada. Si nunca te has sentido perdido, sin rumbo a ninguna parte, ¿cómo podrás saber que al encontrar un camino ya no te sientes así?, ¿cómo podrás valorar la compañía si nunca padeciste soledad?, y también al revés, ¿cómo podrás valorarte a ti mismo si nunca te has encontrado solo?. Y así con todo; vivir es descubrir y sentir cada segundo.
- No, venga, enserio. ¿Qué es para ti vivir?
- Pues... - comienza diciendo, mientras pierde su mirada en el infinito- para mi vivir es ser consciente de ti mismo. De tu día a día y de cada experiencia que te elige como protagonista. Hay que vivir lo bueno y también lo malo, porque lo uno sin lo otro no significaría nada. Si nunca te has sentido perdido, sin rumbo a ninguna parte, ¿cómo podrás saber que al encontrar un camino ya no te sientes así?, ¿cómo podrás valorar la compañía si nunca padeciste soledad?, y también al revés, ¿cómo podrás valorarte a ti mismo si nunca te has encontrado solo?. Y así con todo; vivir es descubrir y sentir cada segundo.
viernes, 31 de diciembre de 2010
31 de Diciembre de 2010
El año llega a su fin. Nunca he hecho balance de lo bueno y de lo malo. Alguna vez lo pensé, lo reconozco, pero nunca lo llevé a cabo, ¿para qué?. Lo pasado, pasado queda y no tiene sentido sopesar si fue bueno o malo, o qué hubiera pasado si... No, no me gusta perderme en los supuestos: lo que fue, fue y lo que no fue, no fue... ni podrá ser. No hay más, ni menos.
Nunca me hice tampoco propósitos de año nuevo. Esa es otra cosa a la que no le encuentro el sentido. Imponerse obligaciones a uno mismo (o al resto) rara vez funciona y, por tanto, no me parece buena idea. Yo lo único que quiero siempre, año tras año, es ser yo misma. Actuar en consecuencia siempre. Razonar cuando haya que hacerlo y ser responsable, y también disfrutar de las pequeñas cosas de cada día. Un abrazo, una tarde de diversión con los amigos, la sensación de meter las manos en un montón de harina, tomar un café para quitar el frío o agua fresca para apaciguar el calor, sacar una foto al horizonte de un lugar desconocido o al paraíso que tan bien conozco... y sonreír, sonreír por sentirme bien conmigo misma.
Así que el año llega de nuevo a su fin y no tengo ningún balance en mente. Estoy bien, en mi fuero interno el ambiente está despejado: hay muchas cosas, a algunas no les presto mucha atención y a otras trato de darles cada día calor. Y está bien, así todo sigue su curso y yo no tengo más que ir trazando con cada día mi vida.
Una vez oí o leí, ya no lo recuerdo, algo así como que los sueños siguen siendo sueños mientras no hagamos nada por realizarlos. Por eso siempre he luchado, y seguiré luchando, por mis sueños. Algunos mueren a pesar de todos los intentos, de todas las ganas, de todo el empeño... pero otros, otros consiguen tomar vida y es esta vida la que cambia la nuestra. Este sitio, este mundo en las nubes, es uno de ellos.
Nunca me hice tampoco propósitos de año nuevo. Esa es otra cosa a la que no le encuentro el sentido. Imponerse obligaciones a uno mismo (o al resto) rara vez funciona y, por tanto, no me parece buena idea. Yo lo único que quiero siempre, año tras año, es ser yo misma. Actuar en consecuencia siempre. Razonar cuando haya que hacerlo y ser responsable, y también disfrutar de las pequeñas cosas de cada día. Un abrazo, una tarde de diversión con los amigos, la sensación de meter las manos en un montón de harina, tomar un café para quitar el frío o agua fresca para apaciguar el calor, sacar una foto al horizonte de un lugar desconocido o al paraíso que tan bien conozco... y sonreír, sonreír por sentirme bien conmigo misma.
Así que el año llega de nuevo a su fin y no tengo ningún balance en mente. Estoy bien, en mi fuero interno el ambiente está despejado: hay muchas cosas, a algunas no les presto mucha atención y a otras trato de darles cada día calor. Y está bien, así todo sigue su curso y yo no tengo más que ir trazando con cada día mi vida.
Una vez oí o leí, ya no lo recuerdo, algo así como que los sueños siguen siendo sueños mientras no hagamos nada por realizarlos. Por eso siempre he luchado, y seguiré luchando, por mis sueños. Algunos mueren a pesar de todos los intentos, de todas las ganas, de todo el empeño... pero otros, otros consiguen tomar vida y es esta vida la que cambia la nuestra. Este sitio, este mundo en las nubes, es uno de ellos.
Gracias, gracias de corazón.
Feliz y próspero año nuevo a todos.
viernes, 10 de diciembre de 2010
Piano, piano...
Sé tocar el piano. Bueno, mejor dicho, creo que todavía sería capaz de hacerlo. Hace ya años que no lo hago. Mi piano es negro, es un piano corriente pero suena (o sonaba) bien. Me gusta mi piano. Algunas tardes me acerco al comedor, donde sigue esperándome, y me quedo mirándole. Ni siquiera he sido capaz de levantar la tapa de nuevo. La última canción que toqué en él fue un villancico: Noche de paz. Después estuve de exámenes y no tenía tiempo para dedicarle, como me hubiera gustado, y más tarde, cuando pude hacerlo, lo que me faltaron fueron las ganas.
Nunca fui una gran pianista. Siempre creí que era bastante torpe, a alguien normal aprenderse una partitura podría llevarle un par de días o quizá tres, pero a mi me llevaba cuatro o quizá cinco. Aún así, me gustaba (me gusta). Siempre me gustó escuchar las melodías que salían de él. Me asombraba, me parecía increíble que yo pudiera hacer que sonaran cosas tan bonitas, con todos sus agudos y con los graves más graves. En cierto modo tocar el piano me hacía sentir, aún con millones de fallos, única. Como si durante aquellas horas fuera la única protagonista sobre el escenario, como si el mundo entero guardase silencio para escuchar lo que yo decía.
La vida tenía otro color durante aquellos minutos y, hoy en día, cuando veo tocar a otra gente a mi alrededor o cuando busco algún audio para recordar por completo cómo sonaban aquellas viejas partituras, todavía siento cómo la vida se puede transformar y tengo celos porque recuerdo mis manos desplazándose por las teclas blancas y negras, creando acordes, prestando atención a los piano y a los allegro... y me dan ganas de ir corriendo a mi piano.
Pero ahora creo que tengo miedo, cuando me acerco a mi piano y me quedo en pie, contemplándole en silencio, me pregunto si en vez de las ganas lo que me falta es el valor de levantar de nuevo la tapa, acariciar el perfecto y frío teclado, y no sentir vergüenza por los millones de fallos que cometeré.
Nunca fui una gran pianista. Siempre creí que era bastante torpe, a alguien normal aprenderse una partitura podría llevarle un par de días o quizá tres, pero a mi me llevaba cuatro o quizá cinco. Aún así, me gustaba (me gusta). Siempre me gustó escuchar las melodías que salían de él. Me asombraba, me parecía increíble que yo pudiera hacer que sonaran cosas tan bonitas, con todos sus agudos y con los graves más graves. En cierto modo tocar el piano me hacía sentir, aún con millones de fallos, única. Como si durante aquellas horas fuera la única protagonista sobre el escenario, como si el mundo entero guardase silencio para escuchar lo que yo decía.
La vida tenía otro color durante aquellos minutos y, hoy en día, cuando veo tocar a otra gente a mi alrededor o cuando busco algún audio para recordar por completo cómo sonaban aquellas viejas partituras, todavía siento cómo la vida se puede transformar y tengo celos porque recuerdo mis manos desplazándose por las teclas blancas y negras, creando acordes, prestando atención a los piano y a los allegro... y me dan ganas de ir corriendo a mi piano.
Pero ahora creo que tengo miedo, cuando me acerco a mi piano y me quedo en pie, contemplándole en silencio, me pregunto si en vez de las ganas lo que me falta es el valor de levantar de nuevo la tapa, acariciar el perfecto y frío teclado, y no sentir vergüenza por los millones de fallos que cometeré.
martes, 5 de octubre de 2010
Tan sólo cinco minutos
El día que me muera espero tener al menos cinco minutos, antes de cerrar los ojos para siempre, en los que pensar en el balance final de mi vida.
Ojalá siga viendo la vida así, sabiendo que, a pesar del infinito dolor, es hermosa. Recordar cada cielo que he visto: el de una tarde de invierno lluviosa y fría, mientras me resguarda el calor de mi casa; el del azul de verano, que tantas tardes me sumió en los mejores sueños y tanta paz me regaló; el de las nubes rápidas surcando el cielo, empujadas por el viento sur que con su calor me canta notas de lluvia mezcladas con sonrisas; el de una tormenta de primavera, con ese azul tan oscuro que envidia al negro y decorado con relámpagos que preceden a los truenos; el de una noche limpia cubierta sólo por estrellas... y verme de nuevo perdida entre ellas...
Trataré de mantener la mente despejada, repasaré hasta entonces todas las cosas buenas que me han pasado en la vida: horas infinitas de risas, consejos meditados, abrazos, dejarme cuidar los días de fiebre, los besos de buenas noches, el olor de la ropa recién lavada, los colores vivos, canciones en directo, el poder de los sentimientos, el valor de las personas que me han demostrado serlo, mi propia mirada preguntándome en el espejo, los silencios que adueño y las frases pronunciadas que me sentencian.
Y así, después de recordar todo una última vez antes de irme, dejaré que mi vista pierda el enfoque de la vida. Ojalá tenga la misma suerte que tú y pueda volar definitivamente a las nubes con una sonrisa...
Ojalá siga viendo la vida así, sabiendo que, a pesar del infinito dolor, es hermosa. Recordar cada cielo que he visto: el de una tarde de invierno lluviosa y fría, mientras me resguarda el calor de mi casa; el del azul de verano, que tantas tardes me sumió en los mejores sueños y tanta paz me regaló; el de las nubes rápidas surcando el cielo, empujadas por el viento sur que con su calor me canta notas de lluvia mezcladas con sonrisas; el de una tormenta de primavera, con ese azul tan oscuro que envidia al negro y decorado con relámpagos que preceden a los truenos; el de una noche limpia cubierta sólo por estrellas... y verme de nuevo perdida entre ellas...
Trataré de mantener la mente despejada, repasaré hasta entonces todas las cosas buenas que me han pasado en la vida: horas infinitas de risas, consejos meditados, abrazos, dejarme cuidar los días de fiebre, los besos de buenas noches, el olor de la ropa recién lavada, los colores vivos, canciones en directo, el poder de los sentimientos, el valor de las personas que me han demostrado serlo, mi propia mirada preguntándome en el espejo, los silencios que adueño y las frases pronunciadas que me sentencian.
Y así, después de recordar todo una última vez antes de irme, dejaré que mi vista pierda el enfoque de la vida. Ojalá tenga la misma suerte que tú y pueda volar definitivamente a las nubes con una sonrisa...
domingo, 3 de octubre de 2010
Carta para ti
Querido Amor Desconocido:
Sueño. Sueño con una vida paralela en la que en un futuro no muy lejano te encuentre: un futuro en que por fin vengas a mi, Amor Desconocido. Me gustaría que me escucharas durante toda la noche, mientras me abrazas, y hablarte sobre todas las gotas de lluvia que vi resbalar por la ventana de mi habitación, con la mirada perdida en ellas y el cielo de fondo oscureciéndose a cada minuto hasta tornarse completamente negro, inmóvil y sentada sobre mi cama.
Después me besarías con ternura y, sin mencionar palabra, me confesarías que tú también me esperaste tantas noches, anhelando el tacto de mi piel bajo tus manos, suspirando por unos ojos que no llegaban... pero que por fin llegaron.
La vida sería menos difícil contigo a mi lado porque, aún en la distancia de la rutina, nos tendríamos presentes cada rato. Verte sería mi recompensa al llegar a casa y por las mañanas nos despertaríamos entre cosquillas. Y perdernos un fin de semana cualquiera en un lugar remoto y desconocido sería visitar el cielo cogida de tu mano, como en un verdadero sueño hecho realidad... no creo que haya algo más maravilloso que eso: cumplir los sueños.
No sé tan siquiera si existes, Amor Desconocido, quizá sólo puedas vivir en mi imaginación... en ese caso no tendré más remedio que seguir viviendo de sueños... y te aseguro que, al menos así, ambos tendremos el final que nos merecemos.
Con amor,
una nube en sueños.
Sueño. Sueño con una vida paralela en la que en un futuro no muy lejano te encuentre: un futuro en que por fin vengas a mi, Amor Desconocido. Me gustaría que me escucharas durante toda la noche, mientras me abrazas, y hablarte sobre todas las gotas de lluvia que vi resbalar por la ventana de mi habitación, con la mirada perdida en ellas y el cielo de fondo oscureciéndose a cada minuto hasta tornarse completamente negro, inmóvil y sentada sobre mi cama.
Después me besarías con ternura y, sin mencionar palabra, me confesarías que tú también me esperaste tantas noches, anhelando el tacto de mi piel bajo tus manos, suspirando por unos ojos que no llegaban... pero que por fin llegaron.
La vida sería menos difícil contigo a mi lado porque, aún en la distancia de la rutina, nos tendríamos presentes cada rato. Verte sería mi recompensa al llegar a casa y por las mañanas nos despertaríamos entre cosquillas. Y perdernos un fin de semana cualquiera en un lugar remoto y desconocido sería visitar el cielo cogida de tu mano, como en un verdadero sueño hecho realidad... no creo que haya algo más maravilloso que eso: cumplir los sueños.
No sé tan siquiera si existes, Amor Desconocido, quizá sólo puedas vivir en mi imaginación... en ese caso no tendré más remedio que seguir viviendo de sueños... y te aseguro que, al menos así, ambos tendremos el final que nos merecemos.
Con amor,
una nube en sueños.
viernes, 1 de octubre de 2010
365 días
La soledad y la nostalgia presentes cuando bajas la guardia. Heridas que queman si posas tus dedos sobre ellas. Una lágrima que se pierde en el mismo silencio con el que vino... Secretos. Silencio. Palabras. Silencio. Silencio. Silencio...No saber dónde y cómo te encontrarás dentro de trescientos sesenta y cinco días, preguntarte una vez más si permanecerás donde te hayas hoy, o quizá, tal vez... saltes por una ventana hacia tiempos nuevos, más allá incluso de lo que te puedas imaginar. Soñar con un futuro de cuento. Y no creértelo, dejar de creer en todo lo que creías: en promesas, en miradas, en gestos, en personas, en ti... Desconfiar del tiempo, verle como el peor enemigo. Cruel, imparable, sin compasión, incansable, agotador... y dejarte vencer un día. Levantarte al otro. Dar un paso y medio. Caer de morros. Quedarte en el suelo. Levantarte de nuevo y volver a caer con otro empujón. Rendirte, no querer ni siquiera intentar levantarte y acurrucarte en un rincón, abrazándote a ti misma, con la cabeza entre las piernas, y llorar procurando no hacer mucho ruido...(sssshhh, calla, no vaya a ser que te oiga de nuevo el tiempo y vuelva para asustarte, ssshhh, más bajo... sshh, calla...). Levantarte un día y sentirte fuerte, decidir intentarlo una vez más: levantarse. Caminar muy despacio, con los brazos ya extendidos (por si acaso) y seguir caminando: no pasa nada, nadie te oye y tú sigues caminando. Vuelves los brazos a su estado normal, la tranquilidad te invade y te atreves a dar pasos más grandes. Oyes su eco, el de tus pies contra el asfalto, pero no caes al suelo. Sigues caminando. Sonríes. Ríes. Satisfacción. Te sientas un rato, de caminar también hay que descansar, y piensas en el antes, el después y el ahora. Escuecen aquellas heridas pero observas que ya no se abren, sientes todavía la sed en la garganta, ese resquemor que siempre terminaba en lágrimas. Y entonces te vuelves a levantar, ya descansaste bastante. Descubres la parte amable del tiempo: no era tan malo, lo que hizo fue empujarte hacia tí misma, ayudarte a conocerte y a sufrir tu propia desdicha para conseguir sobreponerte a ella... Y ahora sigue, sigue caminando, ya nadie te empujará porque el tiempo nunca fue tu contrario...
Hoy hace un año que comencé a compartir mi mundo en las nubes. Hoy hace un año... Y nunca pensé que pudiera salir de nuevo a luchar al mundo... y lo curioso es que aún hoy, que aunque no sea mucho he avanzado, no sé qué me pasará de aquí a un año. No sé, si en los momentos bajos, flaquearé sumiéndome de nuevo en el pasado y en recuerdos que ya no duelen... pero que siguen conservando su cara más noble.
¿Conoces esa sensación?. Di, ¿sabes de lo que te hablo?
Hoy hace un año que comencé a compartir mi mundo en las nubes. Hoy hace un año... Y nunca pensé que pudiera salir de nuevo a luchar al mundo... y lo curioso es que aún hoy, que aunque no sea mucho he avanzado, no sé qué me pasará de aquí a un año. No sé, si en los momentos bajos, flaquearé sumiéndome de nuevo en el pasado y en recuerdos que ya no duelen... pero que siguen conservando su cara más noble.
¿Conoces esa sensación?. Di, ¿sabes de lo que te hablo?
viernes, 24 de septiembre de 2010
¿Qué es para mi un novio?
Para mi un novio debe ser un amigo, qué digo un amigo, el mejor amigo. La diferencia con el resto de amigos es que con un novio además debería compartir una complicidad especial, atracción, momentos de pasión que se prolonguen más allá de la piel, desear cuidarle y que me cuide con el cariño con el que cuido a mi familia y ellos me cuidan a mi. Un novio, para mi, es ese ser que sin saber por qué se convierte en especial y pasa a ser una pieza clave en mi vida. Alguien con el que me sienta mejor persona, que me haga descubrir y al que le haga descubrir millones de sentimientos jamás experimentados... ese todo que llene de luz incluso los días más oscuros, que me convierta en su número uno en la lista de prioridades, que sea feliz sólo con verme sonreír, que quiera ser la cura para quitar las espinitas que se me clavan algunos días y que nunca, nunca, nunca, nunca... se plantee alejarse de mi.
Porque sí, quizá yo sea una idiota, una estúpida que nunca deja de soñar, que vive la mayor parte del día en las nubes: cobarde, ajena, ingenua, inconsciente, ciega, sorda... pero no muda, no muerta, no vencida, no infeliz, no amargada, no envenenada, no egoísta... Y porque sí, vivo en las nubes, sí... ¿y qué? ¿qué pasa? ¿qué hay de malo en buscar un refugio propio donde disipar las tempestades? Soy feliz, así soy feliz: con mis días alegres y con mis días tristes, yo soy así y no quiero cambiarme ni me cambiaría por nadie. Tal vez sea rara, una tía extraña, alguien a quien ni novecientas veintitrés bofetadas bastan para hacer que pierda las fuerzas... pero lo suficientemente pequeña como para sentir el escozor en el corazón y el calor que desprenden los ojos cuando están alerta ante las lágrimas que tratan de asaltarles.
Quizá tenga demasiado idealizado el amor, quizá te idealicé en exceso... quizá, no lo niego... quizá amar de verdad sea eso... quizá soy demasiado corriente, quizá tú no seas lo suficientemente raro para mi pero, siendo sincera, creo que ya no quiero encontrar respuestas, ya no me importa no hallarlas, ya no espero que regrese aquel tiempo y, eso, por primera vez pienso que es buena señal. Avanzo, avanzo, avanzo sintiendo cómo se ha aligerado aquel peso, y guardo, guardo, guardo aquel tú, que me insufló todo el oxígeno que había perdido, en un cofre de roble que descansa entre algodones con olor a verano...
Y ahora sólo quiero ser yo, una loca empedernida que le da mil vueltas a todo, independiente de por vida, dependiente únicamente de sueños y de tiempos pasados que voy coleccionando y que decoran con colores este sitio en las nubes, donde siento que pertenezco y de donde no me iré nunca.
Porque sí, quizá yo sea una idiota, una estúpida que nunca deja de soñar, que vive la mayor parte del día en las nubes: cobarde, ajena, ingenua, inconsciente, ciega, sorda... pero no muda, no muerta, no vencida, no infeliz, no amargada, no envenenada, no egoísta... Y porque sí, vivo en las nubes, sí... ¿y qué? ¿qué pasa? ¿qué hay de malo en buscar un refugio propio donde disipar las tempestades? Soy feliz, así soy feliz: con mis días alegres y con mis días tristes, yo soy así y no quiero cambiarme ni me cambiaría por nadie. Tal vez sea rara, una tía extraña, alguien a quien ni novecientas veintitrés bofetadas bastan para hacer que pierda las fuerzas... pero lo suficientemente pequeña como para sentir el escozor en el corazón y el calor que desprenden los ojos cuando están alerta ante las lágrimas que tratan de asaltarles.
Quizá tenga demasiado idealizado el amor, quizá te idealicé en exceso... quizá, no lo niego... quizá amar de verdad sea eso... quizá soy demasiado corriente, quizá tú no seas lo suficientemente raro para mi pero, siendo sincera, creo que ya no quiero encontrar respuestas, ya no me importa no hallarlas, ya no espero que regrese aquel tiempo y, eso, por primera vez pienso que es buena señal. Avanzo, avanzo, avanzo sintiendo cómo se ha aligerado aquel peso, y guardo, guardo, guardo aquel tú, que me insufló todo el oxígeno que había perdido, en un cofre de roble que descansa entre algodones con olor a verano...
Y ahora sólo quiero ser yo, una loca empedernida que le da mil vueltas a todo, independiente de por vida, dependiente únicamente de sueños y de tiempos pasados que voy coleccionando y que decoran con colores este sitio en las nubes, donde siento que pertenezco y de donde no me iré nunca.
viernes, 17 de septiembre de 2010
Síndrome de abstinencia
Estoy en una de esas épocas que desde hace tiempo tengo. Te echo especialmente de menos. Maldita sea, yo que sé por qué, es inútil que trates de obtener respuesta porque ni siquiera la tengo para mi. No lo puedo evitar, te pienso, te vuelvo a pensar... y se me encienden las ganas.
Mal. Esto no puede seguir sucediéndome. Me vuelvo a prometer que dejaré de pensar en ti. Me pregunto por qué diablos lo tienes todo. Eres mi puñetera droga, cuando recaigo quiero más y sé que si no lo paro pronto el síndrome de abstinencia será más largo y más duro: pero me llenan tanto tus recuerdos que me da igual y me juro que sólo será una vez más. La clave está en acariciar los recuerdos sólo de cuando en cuando: qué difícil es cuando en realidad deseo hacerlo a cada momento.
Ahora me pondré de nuevo a ello, a desintoxicarme de mis propios recuerdos, a callarles hasta la próxima vez y pedirles que no me quemen con su fuego. Lo peor comienza una vez más: frenarme cuando sin darme cuenta me pierdo de nuevo.
jueves, 16 de septiembre de 2010
Verano y no verano
Los años y las experiencias vividas me han enseñado que el verano se termina cuando uno quiere y, del mismo modo, empieza. Hoy sin saber por qué me he dado cuenta de que para mi no existen cuatro estaciones sino dos: verano y no verano. Dentro de mi cajita de recuerdos no recuerdo los nombres de los meses, sólo tengo en mente viejas sensaciones, alegrías, tristezas y sentimientos... y si pienso en ellos les siento aquí pegados a mi piel como en aquel ayer.
En verano se encuentran los días y momentos más felices de mi vida. En él vi el tono de azul más bonito que jamás pintó el cielo, el tacto más suave que tocaron mis manos y el perfume que lleva puesto el paraíso, las anécdotas más tristes y más vivas que me regalaron y que desgraciadamente no volveré a escuchar en esta vida, tres lunares, unas pocas caricias y un millón de gestos cargados de sinceridad y afecto.
En el no verano la lista de momentos amargos no es muy grande, al menos eso creo, y además no soy capaz de recordarla entera. A la cabeza se encuentran el miedo y la soledad... y lo que ello conlleva. Pero no siento sus puñales al pensar en ellos, sólo veo minutos sueltos que, a modo de flash, me enseñan lágrimas que derramé y algún que otro pedazo de corazón arrancado por ventiscas de hielo. Y en la distancia me siguen entristeciendo y vuelvo a pensar en que realmente fueron sufridos desde el fondo de mi... pero no queman igual.
Nadie desea sufrir pero los veranos no son interminables, como tampoco lo son los no veranos. No diré que me encantan los no veranos porque evidentemente no es así, pero tampoco diré que desearía borrarlos para siempre de mi porque tampoco es así: a veces, cuando el mundo se derrumba, aparece un cachito de ese azul tan bonito y por unos segundos es de nuevo verano...
En verano se encuentran los días y momentos más felices de mi vida. En él vi el tono de azul más bonito que jamás pintó el cielo, el tacto más suave que tocaron mis manos y el perfume que lleva puesto el paraíso, las anécdotas más tristes y más vivas que me regalaron y que desgraciadamente no volveré a escuchar en esta vida, tres lunares, unas pocas caricias y un millón de gestos cargados de sinceridad y afecto.
En el no verano la lista de momentos amargos no es muy grande, al menos eso creo, y además no soy capaz de recordarla entera. A la cabeza se encuentran el miedo y la soledad... y lo que ello conlleva. Pero no siento sus puñales al pensar en ellos, sólo veo minutos sueltos que, a modo de flash, me enseñan lágrimas que derramé y algún que otro pedazo de corazón arrancado por ventiscas de hielo. Y en la distancia me siguen entristeciendo y vuelvo a pensar en que realmente fueron sufridos desde el fondo de mi... pero no queman igual.
Nadie desea sufrir pero los veranos no son interminables, como tampoco lo son los no veranos. No diré que me encantan los no veranos porque evidentemente no es así, pero tampoco diré que desearía borrarlos para siempre de mi porque tampoco es así: a veces, cuando el mundo se derrumba, aparece un cachito de ese azul tan bonito y por unos segundos es de nuevo verano...
lunes, 13 de septiembre de 2010
STOP
Y aún hoy los recuerdos consiguen sacarme las sonrisas que creía perdidas. Sigo con mi propia partida: la mía contra mí. No sé si algún día podré darla por vencida. Es enriquecedor, duro y adictivo, el modo que tengo de avanzar con el pasado de la mano. Imagino que no moriré a causa de ello pero, si así fuera, te juro que me iría con la cabeza bien alta y el corazón bien lleno...
jueves, 9 de septiembre de 2010
Penas que vienen y van
Estoy enfadada... o triste... o quizá sean las dos cosas a la vez, no lo sé. La cuestión es que no me siento muy a gusto hoy y no me gusta ver que no soy capaz de liberarme rápidamente de esta sensación. Me da rabia verme como una cría chica que patalea, se cruza de brazos y frunce todo el rostro en señal de inconformismo, me da rabia... y me da más rabia todavía cuando pienso que no lo puedo evitar.
Cuando estoy así siempre termino llorando. Otra vez siento la impotencia de no poder evitarlo mientras las lágrimas calientes me resbalan por el rostro, maldita sea, me pregunto cuándo tendré la madurez suficiente para no derrumbarme a la primera de cambio...
Aparece el cariño, los besos y los ánimos. Vuelvo a llorar, pero ahora porque por mi debilidad sufren conmigo. Eso es algo que me cuesta mucho perdonarme, soy egoísta y parece que sólo me doy cuenta de ello cuando contagio mis pesares al resto. Soy afortunada, la más afortunada del mundo entero por tenerles a ellos, y no hago más que agobiarles con estupideces que al fin y al cabo no tienen tanta importancia...
Pasan los minutos, transcurren las horas, y los problemas que se me antojaban aplastantes se pierden como el humo de un cigarro en el aire, pero permanece el malestar. Dejo que se quede, aunque a los treinta minutos llegan una magdalenas de chocolate, unas palabras más dulces que el azúcar y un corazón que sonríe agradecido de nuevo. Y ya se van las penas... ya se van y ocupando su lugar ahora queda una bolsa de magdalenas.
Cuando estoy así siempre termino llorando. Otra vez siento la impotencia de no poder evitarlo mientras las lágrimas calientes me resbalan por el rostro, maldita sea, me pregunto cuándo tendré la madurez suficiente para no derrumbarme a la primera de cambio...
Aparece el cariño, los besos y los ánimos. Vuelvo a llorar, pero ahora porque por mi debilidad sufren conmigo. Eso es algo que me cuesta mucho perdonarme, soy egoísta y parece que sólo me doy cuenta de ello cuando contagio mis pesares al resto. Soy afortunada, la más afortunada del mundo entero por tenerles a ellos, y no hago más que agobiarles con estupideces que al fin y al cabo no tienen tanta importancia...
Pasan los minutos, transcurren las horas, y los problemas que se me antojaban aplastantes se pierden como el humo de un cigarro en el aire, pero permanece el malestar. Dejo que se quede, aunque a los treinta minutos llegan una magdalenas de chocolate, unas palabras más dulces que el azúcar y un corazón que sonríe agradecido de nuevo. Y ya se van las penas... ya se van y ocupando su lugar ahora queda una bolsa de magdalenas.
Y aunque lo escriba aquí y lo repita cada día, nunca me cansaré de dar las gracias a la vida por brindarme vuestro afecto y compañía.
martes, 31 de agosto de 2010
Carta al viento para un amigo
Querido amigo,
hace ya tiempo que no sé de ti. Es normal que ya no tengamos contacto, nuestras vidas siguen caminos distintos, llegamos, nos vamos, andamos de aquí para allá... son las cosas de la vida que no se pueden cambiar. Siento mucho no haberme decidido a escribirte antes y reconozco que lo hago ahora por un motivo concreto.
Unos amigos muy cercanos han perdido a uno de sus hijos este fin de semana. Tras su muerte queda una familia y amigos destrozados: sus padres, su esposa, sus hijos... Ayer me acerqué hasta la casa de estos amigos para darles mi más sincero pésame. No tengo palabras suficientes para describir a la perfección la escena y la mezcla de sentimientos vividos. Lágrimas, palabras de auténtico agradecimiento por unos minutos de compañía, afecto, dolor, humanidad...
Llevo un par de días pensando en el modo que nos puede cambiar la vida en apenas unos segundos sin esperarlo, por inverosímil que nos parezca... Me ha dado por pensar en ti porque siempre fuiste un gran amigo, uno de verdad y no uno de esos disfrazados que de cuando en cuando encontramos por el camino y con el tiempo descubrimos que en realidad nunca nos brindó una verdadera amistad. Por eso, a pesar del tiempo pasado y de los recuerdos enterrados, sigo preguntándome cómo te irá, si estarás bien y deseando que disfrutes en cada momento de tu recorrido.
Un día moriré, como todos, y no sé si tras de mí quedará gente que me recuerde, haciendo así que, de algún modo, siga con ellos. No lo sé. Lo que sí sé es que algún día perderé a algún ser querido, como ya los perdí antes, y volveré a llorar sin cesar, a recordarles constantemente, a preguntarme porqués que no obtendrán respuesta y a sentirme sola aún estando rodeada de gente. Desgraciadamente algún día a ti te pasará lo mismo, como a todos, y en esos momentos el único consuelo serán tu familia y amigos... y me gustaría poder consolarte o símplemente abrazarte mientras llorases y arroparte en tu duelo personal, porque me demostraste tu amistad y aunque ahora la distancia entre nosotros sea grande, cuando te recuerdo, la palabra amigo aparece representada en mayúsculas en mi mente .
Supongo que muchas veces la vida es así, nos acerca y nos aleja, y me ha enseñado que no hablar con alguien no significa que ese alguien nos haya olvidado o que esté enfadado, es sólo que la vida nos lleva por caminos distintos y lo realmente importante es mantener cercanos otros tiempos vividos y no dudar de que, a pesar de los días y los años, podemos volver a llamar a aquel viejo amigo y decirle entusiasmados "hey, yo no te olvidé, te sigo considerando mi amigo y me encantaría verte, ¿te hace un café?".
hace ya tiempo que no sé de ti. Es normal que ya no tengamos contacto, nuestras vidas siguen caminos distintos, llegamos, nos vamos, andamos de aquí para allá... son las cosas de la vida que no se pueden cambiar. Siento mucho no haberme decidido a escribirte antes y reconozco que lo hago ahora por un motivo concreto.
Unos amigos muy cercanos han perdido a uno de sus hijos este fin de semana. Tras su muerte queda una familia y amigos destrozados: sus padres, su esposa, sus hijos... Ayer me acerqué hasta la casa de estos amigos para darles mi más sincero pésame. No tengo palabras suficientes para describir a la perfección la escena y la mezcla de sentimientos vividos. Lágrimas, palabras de auténtico agradecimiento por unos minutos de compañía, afecto, dolor, humanidad...
Llevo un par de días pensando en el modo que nos puede cambiar la vida en apenas unos segundos sin esperarlo, por inverosímil que nos parezca... Me ha dado por pensar en ti porque siempre fuiste un gran amigo, uno de verdad y no uno de esos disfrazados que de cuando en cuando encontramos por el camino y con el tiempo descubrimos que en realidad nunca nos brindó una verdadera amistad. Por eso, a pesar del tiempo pasado y de los recuerdos enterrados, sigo preguntándome cómo te irá, si estarás bien y deseando que disfrutes en cada momento de tu recorrido.
Un día moriré, como todos, y no sé si tras de mí quedará gente que me recuerde, haciendo así que, de algún modo, siga con ellos. No lo sé. Lo que sí sé es que algún día perderé a algún ser querido, como ya los perdí antes, y volveré a llorar sin cesar, a recordarles constantemente, a preguntarme porqués que no obtendrán respuesta y a sentirme sola aún estando rodeada de gente. Desgraciadamente algún día a ti te pasará lo mismo, como a todos, y en esos momentos el único consuelo serán tu familia y amigos... y me gustaría poder consolarte o símplemente abrazarte mientras llorases y arroparte en tu duelo personal, porque me demostraste tu amistad y aunque ahora la distancia entre nosotros sea grande, cuando te recuerdo, la palabra amigo aparece representada en mayúsculas en mi mente .
Supongo que muchas veces la vida es así, nos acerca y nos aleja, y me ha enseñado que no hablar con alguien no significa que ese alguien nos haya olvidado o que esté enfadado, es sólo que la vida nos lleva por caminos distintos y lo realmente importante es mantener cercanos otros tiempos vividos y no dudar de que, a pesar de los días y los años, podemos volver a llamar a aquel viejo amigo y decirle entusiasmados "hey, yo no te olvidé, te sigo considerando mi amigo y me encantaría verte, ¿te hace un café?".
Una nube amiga.
martes, 24 de agosto de 2010
Sigue, sigue, sigue y no dejes de seguir
- ¿No te cansas?
- ¿De qué?
- De seguir pensando lo mismo
- No. No me canso porque no hago el esfuerzo de pensarlo, símplemente viene a mi mente y lo pienso... "le" pienso.
- ¿Y no te duele?
- Cada vez menos porque le estoy convirtiendo en uno de mis mejores recuerdos: y los buenos recuerdos no duelen porque son la cura para las heridas nuevas.
- No te entiendo.
- No hace falta que lo hagas. Y ahora, venga, vamos a seguir comiéndonos el mundo que nos quedan muchas cosas por vivir.
- ¿De qué?
- De seguir pensando lo mismo
- No. No me canso porque no hago el esfuerzo de pensarlo, símplemente viene a mi mente y lo pienso... "le" pienso.
- ¿Y no te duele?
- Cada vez menos porque le estoy convirtiendo en uno de mis mejores recuerdos: y los buenos recuerdos no duelen porque son la cura para las heridas nuevas.
- No te entiendo.
- No hace falta que lo hagas. Y ahora, venga, vamos a seguir comiéndonos el mundo que nos quedan muchas cosas por vivir.
sábado, 14 de agosto de 2010
Cosas que construyen una vida
Una canción de los 80, el olor de un regaliz rojo, una enciclopedia desfasada, diez mil pares de playeras, cerrar los ojos ante el sol cegador de mediodía, soñar con los caminos que se pierden al decidirnos por otra opción y vivir siempre pensando que mañana nos esperará, seguro, algo mejor.
Cantar "Sweet Home Alabama" junto al viento sur que sopla más allá de las ventanas, recuperar esa camiseta desteñida que participó en doscientas cuarenta y ocho tardes de verano, resbalar cuesta abajo en la hierba húmeda por el rocío y volver a levantarse para ascender de nuevo sin parar de reír y recordar que son momentos así los que hacen que la vida merezca la pena.
Subir y bajar cincuenta y siete veces al día de las nubes, gritar hasta quedarse sin oxígeno cuando el malestar indescriptible te come por dentro, reventar los límites de la felicidad cuando recibimos un gesto de cariño inesperado, no dejar de admirar que, aunque pensemos que hemos cambiado, siempre queda esa esencia en nuestro interior... y valorar, nuestro propio proceso de construcción...
Cantar "Sweet Home Alabama" junto al viento sur que sopla más allá de las ventanas, recuperar esa camiseta desteñida que participó en doscientas cuarenta y ocho tardes de verano, resbalar cuesta abajo en la hierba húmeda por el rocío y volver a levantarse para ascender de nuevo sin parar de reír y recordar que son momentos así los que hacen que la vida merezca la pena.
Subir y bajar cincuenta y siete veces al día de las nubes, gritar hasta quedarse sin oxígeno cuando el malestar indescriptible te come por dentro, reventar los límites de la felicidad cuando recibimos un gesto de cariño inesperado, no dejar de admirar que, aunque pensemos que hemos cambiado, siempre queda esa esencia en nuestro interior... y valorar, nuestro propio proceso de construcción...
jueves, 5 de agosto de 2010
Promesas
Hace ya tiempo que no me limito a esperar. Hace ya tiempo que decidí caminar mirando al frente. Hace ya tiempo que construyo metas al amanecer, las mismas metas que por la noche se derrumban con el frío. Hace ya tiempo que no lloro un día sí y al siguiente también... hace ya tiempo que dejé de tener ese malestar constante en mis entrañas, el nudo permanente en la garganta, los recuerdos asomando en cada una de mis miradas. Hace ya tiempo que dejé de ser "nadie". Hace ya tiempo que comencé a construir "alguien"... el mismo tiempo que hace que comencé a hacerme promesas que voy a cumplir.
Prometo no destruir lo malo del pasado, lo transformaré y será mi estructura más sólida. Prometo no empañar lo bueno del pasado: cogeré todos mis días de verano, las sonrisas más bonitas que me han regalado, los abrazos de consuelo de los amigos que nunca me dieron de lado, los chistes malos que me hacen revivir durante horas, las llamadas sorpresa de mi familia para preguntarme cómo me va la mañana, los "te echo de menos" que me han arropado... cogeré todo y decoraré con ello cada rincón, incluso aquellos que queden condenados a vivir con temperaturas bajo cero.
Prometo no perderme mi vida, prometo intentarlo con todas mis fuerzas. Prometo no pensar más en un futuro lejano, ni en un futuro incierto. Prometo que me dejaré arrastrar por donde el aire sea limpio y, si veo que el ambiente comienza a ser húmedo y el cielo se vuelve turbio, lucharé incansable hasta alcanzar el horizonte despejado. Prometo que nunca volveré a sentirme derrotada porque, con el paso del tiempo, siempre he podido comprender que de todo gané algo. Prometo cuidar y mantener a mi lado a todas aquellas personas que me demuestran que me cuidan y desean mantenerme a su lado: sin pedir nada a cambio, sin reclamarles atención, cuando menos lo espero... transformando sus días (y mis días) de 24 horas en 25 horas: y es que no sé cómo lo hacen pero siempre me regalan un momento...
Por último, prometo dejar de pensar que las promesas son palabras que se lleva el viento y que se pierden en el tiempo, prometo... prometo que nunca dejaré de creer en las promesas.
Prometo no destruir lo malo del pasado, lo transformaré y será mi estructura más sólida. Prometo no empañar lo bueno del pasado: cogeré todos mis días de verano, las sonrisas más bonitas que me han regalado, los abrazos de consuelo de los amigos que nunca me dieron de lado, los chistes malos que me hacen revivir durante horas, las llamadas sorpresa de mi familia para preguntarme cómo me va la mañana, los "te echo de menos" que me han arropado... cogeré todo y decoraré con ello cada rincón, incluso aquellos que queden condenados a vivir con temperaturas bajo cero.
Prometo no perderme mi vida, prometo intentarlo con todas mis fuerzas. Prometo no pensar más en un futuro lejano, ni en un futuro incierto. Prometo que me dejaré arrastrar por donde el aire sea limpio y, si veo que el ambiente comienza a ser húmedo y el cielo se vuelve turbio, lucharé incansable hasta alcanzar el horizonte despejado. Prometo que nunca volveré a sentirme derrotada porque, con el paso del tiempo, siempre he podido comprender que de todo gané algo. Prometo cuidar y mantener a mi lado a todas aquellas personas que me demuestran que me cuidan y desean mantenerme a su lado: sin pedir nada a cambio, sin reclamarles atención, cuando menos lo espero... transformando sus días (y mis días) de 24 horas en 25 horas: y es que no sé cómo lo hacen pero siempre me regalan un momento...
Por último, prometo dejar de pensar que las promesas son palabras que se lleva el viento y que se pierden en el tiempo, prometo... prometo que nunca dejaré de creer en las promesas.
martes, 3 de agosto de 2010
Brindemos
Déjame que te diga que mi vida sigue, que sí, que sigue... pero no como me gustaría. Déjame que te confiese que no consigo librarme de esa sensación de cercanía a ti... Siento que no es malo... siento que es una condena y que no consigo sacarte de aquí.
Hace ya tiempo que, a solas, hablo con el silencio. Y en ese silencio a veces imagino que tú me escuchas y entonces te enseño los secretos de mi mundo; otras veces imagino que no escuchas, porque duermes plácidamente arropado por el aroma de mis sábanas, y le cuento en susurros, a los ángeles del cielo, lo maravilloso que eres: del tesoro que guardas en ti, de la suerte que tuve de reconocerte... Bendita suerte... y siempre me recuerdo que, cuando tenga la ocasión, no se me debe olvidar agracederle a quien corresponda que me brindara esta suerte: no se me va a olvidar, lo prometo, cuando llegue el momento no me olvidaré de agradecérselo a las estrellas del firmamento.
Hace ya tiempo que, a solas, hablo con el silencio. Y en ese silencio a veces imagino que tú me escuchas y entonces te enseño los secretos de mi mundo; otras veces imagino que no escuchas, porque duermes plácidamente arropado por el aroma de mis sábanas, y le cuento en susurros, a los ángeles del cielo, lo maravilloso que eres: del tesoro que guardas en ti, de la suerte que tuve de reconocerte... Bendita suerte... y siempre me recuerdo que, cuando tenga la ocasión, no se me debe olvidar agracederle a quien corresponda que me brindara esta suerte: no se me va a olvidar, lo prometo, cuando llegue el momento no me olvidaré de agradecérselo a las estrellas del firmamento.
Hoy escribo esto, como podría haberlo escrito ayer, o como sé que podría escribirlo mañana: y siempre podría escribirlo, con distintas palabras pero la misma sensación.
En los últimos tiempos he descubierto algo que una parte de mi odia saber y la otra, que siempre lo supo, negocia con ella una convivencia pacífica. He descubierto que, en el fondo, por mucho que piense que desapareciste de mi mente, no es así. Me he dado cuenta de que, cuando el estrés disminuye y me deja levantar un poco la cabeza, tú sigues ahí. Detrás de miles de horas de mente ocupada, después de fines de semana en los que la familia y los amigos llenan cada segundo, después de todo, después... como una pequeña vela encendida al final de un túnel infinito, estás tú.
Y, ¿sabes qué más descubrí?, que es en esos momentos en los que llego hasta esa vela, pequeñita y que permanece en el fondo, cuando hablo conscientemente con el silencio: e imagino que tú también estás allí y, con tu mirada más sincera, me escuchas... y yo, con mi silencio más sincero, te lo cuento todo de nuevo.
Mi vida sigue, no como me gustaría... pero sigue. Así que hoy decido seguir, con la cabeza alta y el alma tranquila, levanto una copa cargada de buenos momentos y brindo por ellos: chin-chin.
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