Me pregunto cómo era y qué sentía. Sentirse querida y deseada. Oír tu voz, al otro lado del teléfono, diciendo "te echo de menos" y susurrando "te quiero". Preguntarse qué podría producir lágrimas que no fueran de alegría. Cómo era, hablar de dolor sin nada que lo trajera al presente. Salir a la calle, descontando los segundos que la separaban de ti. Cómo era, qué sentía al tener la certeza de que tú la querías. Y sobretodo me pregunto, sabiendo esto, por qué abandonó el cielo.
Si algún día me la encontrara, no puedo negar que me encantaría decirla lo estúpida que fue, contarle lo bien que te va todo, que eres feliz y que tus ojos han visto amaneceres más bonitos que los que compartisteis juntos. Admitiría también que, a diferencia de ella, yo no tuve la suerte de ser el mundo entero para ti pero eso no me impidió sentir que tú sí lo eras para mi. Le diría que, es de justicia, no la perdonaré nunca en mi vida porque si ella no hubiera abandonado el cielo, yo nunca le hubiera conocido y entonces nunca hubiera lamentado no poder estar en él.
Cuando enfrentarse a la verdad sirve para regresar, una vez más, a nuestra nube: nube dulce nube...
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viernes, 1 de abril de 2011
domingo, 6 de febrero de 2011
Mañana
Últimamente sólo tengo palabras grises, de ilusiones rotas y de trozos de corazón. Me gustaría poder hablar de días felices, de sonrisas de sol y de castillos que se sostienen en las nubes, pero aunque lo intento no lo consigo. Es como si hubiera perdido la capacidad de imaginar algo así. Se me antoja tan irreal y tan vacío de verdad... Sin embargo estoy llena de despedidas: una carta al cielo, una último abrazo en la estación de tren, un frío adiós por teléfono...
Sé que la actitud que se toma influye notablemente en la forma que tenemos de ver y vivir la vida, lo sé y siempre trato de recordarme precisamente eso: que está en mi hacer del día algo lleno de cosas buenas o vacío totalmente de ellas. Tengo que hacer el esfuerzo, tengo que hacerlo pero a veces es realmente duro, supongo que soy más débil de lo que imaginaba, supongo que cada vez se me acaban antes los sitios de donde sacar fuerzas. Pero no quiero que sea así, por eso siempre me acuesto con la esperanza de que con cada día nuevo pueda vencerme a mi misma: "mañana sí, mañana seré yo quien se coma el mundo"
Sé que la actitud que se toma influye notablemente en la forma que tenemos de ver y vivir la vida, lo sé y siempre trato de recordarme precisamente eso: que está en mi hacer del día algo lleno de cosas buenas o vacío totalmente de ellas. Tengo que hacer el esfuerzo, tengo que hacerlo pero a veces es realmente duro, supongo que soy más débil de lo que imaginaba, supongo que cada vez se me acaban antes los sitios de donde sacar fuerzas. Pero no quiero que sea así, por eso siempre me acuesto con la esperanza de que con cada día nuevo pueda vencerme a mi misma: "mañana sí, mañana seré yo quien se coma el mundo"
sábado, 5 de febrero de 2011
Silencio
- Dime, ¿aún me quieres?
Baja la mirada y permanece en silencio, hasta que por fin dice:
- Dime, ¿importa eso?
Silencio. Silencio. Silencio.
Baja la mirada y permanece en silencio, hasta que por fin dice:
- Dime, ¿importa eso?
Silencio. Silencio. Silencio.
viernes, 28 de enero de 2011
Días en blanco
Me asusta el pensar que puede que no consiga salir de esto. De esa angustia por tener que hacer lo que se supone que debo hacer. Trabajar y esforzarme siempre un poco más. Y no lo hago porque alguien me obligue a hacerlo, lo hago porque inconscientemente lo busco. Me asusta eso. Me asusta perderme en esa lucha que, a fin de cuentas, no tiene la importancia que sí tienen otras cosas en mi vida. No quiero perderme esas otras cosas, no quiero tener el mismo fallo que el resto, porque sé que es un gran error. No quiero ver pasar los días en blanco. Sólo la idea me asusta.
sábado, 22 de enero de 2011
No lo olvides
Durante estos últimos años he aprendido muchas cosas, sigo aprendiéndolas cada día. Pero, a veces, no te das cuenta de ello hasta que pasa el tiempo... y, cuando te sucede algo que asocias a una lección aprendida, te encuentras de repente diciéndote a ti mismo que eso ya lo sabías y, la anestesia que te creas con cada nueva cosa aprendida, entra en funcionamiento y el golpe nuevo no te duele tanto. Sin embargo cada vez te sientes más pesado. Esa es otra cosa que he aprendido a base de aprender: al contrario que los niños, una caía te duele menos pero te cuesta más levantarte de nuevo. Se podría decir que el alma te pesa un poco más.
Aún así te levantas porque, ante todo, recuerdas (debes recordar) que siempre hay gente peor que tú y los sueños que rondan en tu mente esperan impacientes e ilusionados a que decidas llevarlos a cabo. Así que no lo olvides.
Aún así te levantas porque, ante todo, recuerdas (debes recordar) que siempre hay gente peor que tú y los sueños que rondan en tu mente esperan impacientes e ilusionados a que decidas llevarlos a cabo. Así que no lo olvides.
jueves, 13 de enero de 2011
Vivir
Sucede que algunos días me despierto en mitad de la noche, no sé qué hora es pero me gustaría oír el ruido de la rutina en la calle para subirme un día más a ella.
Otros días, sin saber por qué, me sorprendo a mi misma mirando el mundo a través de un cristal y siento algo extraño... algo que me sosiega y me pregunto si quizá sea por esa gama de tonos naranjas que ya no recordaba, me suena esa panorámica y, al mismo tiempo, me apena no poder contemplarla desde otro lugar.
Algunos días, pocos, me pregunto qué me queda del pasado, si estoy haciendo las cosas bien y, sumando las dos cosas, qué me deparará el futuro. No lo sé, pero si hay algo que la vida me ha enseñado con todos estos años es que muchas veces, la mayoría, no sirve de nada pensar en exceso, intentar adivinar qué será mañana o hacerse daño a uno mismo pensando en lo injusto que nos pueden parecer algunas de las cosas que nos pasan.
No sirve de nada, créeme, nada de eso te ayudará a sentirte mejor, nunca. Así que, por tu propio bien, olvídate de todo eso y vive cada día como tú creas que debes vivirlo.
Otros días, sin saber por qué, me sorprendo a mi misma mirando el mundo a través de un cristal y siento algo extraño... algo que me sosiega y me pregunto si quizá sea por esa gama de tonos naranjas que ya no recordaba, me suena esa panorámica y, al mismo tiempo, me apena no poder contemplarla desde otro lugar.
Algunos días, pocos, me pregunto qué me queda del pasado, si estoy haciendo las cosas bien y, sumando las dos cosas, qué me deparará el futuro. No lo sé, pero si hay algo que la vida me ha enseñado con todos estos años es que muchas veces, la mayoría, no sirve de nada pensar en exceso, intentar adivinar qué será mañana o hacerse daño a uno mismo pensando en lo injusto que nos pueden parecer algunas de las cosas que nos pasan.
No sirve de nada, créeme, nada de eso te ayudará a sentirte mejor, nunca. Así que, por tu propio bien, olvídate de todo eso y vive cada día como tú creas que debes vivirlo.
miércoles, 5 de enero de 2011
Decidir
Hay cosas que nunca cambian. El viento golpea de nuevo en mi ventana y me recuerda que él siempre ha venido, que siempre vendrá, para llevarse mis miedos y quitarle el color oscuro a los días pasados. Será por eso que cada vez tengo miedo a menos cosas. Como el viento, cada día llegan cosas a nuestra vida y cada día se van. Todo tiene su forma de vida y todo es necesario en el momento que deciden aparecer... o desaparecer. Hay muchas cosas de la vida que no entiendo, no puedo evitar preguntarme por qué mueren niños o por qué hay gente que parece disfrutar haciendo daño a los demás. Pero sé que ese tipo de preguntas no tienen respuesta, no la hay, es tan difícil y simple como eso.
Hay cosas que nunca cambian, cosas que no está en nuestra mano (ni en la de nadie) poder cambiar. Sin embargo sí podemos decidir qué hacer, cómo reaccionar... para conducir nuestra propia vida, la de cada uno, por donde creemos que debemos ir. Al menos, ni recuerdo cuándo ya, yo decidí vivir siempre así.
Hay cosas que nunca cambian, cosas que no está en nuestra mano (ni en la de nadie) poder cambiar. Sin embargo sí podemos decidir qué hacer, cómo reaccionar... para conducir nuestra propia vida, la de cada uno, por donde creemos que debemos ir. Al menos, ni recuerdo cuándo ya, yo decidí vivir siempre así.
martes, 7 de diciembre de 2010
A veces son pequeños detalles...
A veces son pequeños detalles los que más felicidad nos traen. A mi siempre me alegra el silbido del viento sur contra los cristales. Entonces, como ahora, me acerco hasta la ventana y la abro. Me asomo e inspiro todo el aire que pueden guardar mis pulmones. Y sonrío, me gusta sentir cómo esa brisa roza mi rostro. Me templa, aunque sean casi las doce de la noche, me calienta el alma y me hace ver, durante esos minutos que sigue cogiendo y perdiendo fuerza en un sigiloso vaivén, la vida de otra manera. Más sencilla, más completa... y me lleno de tranquilidad y sosiego. No tengo miedo. Si sigo oyéndolo, no tengo miedo...
Sólo con pequeños detalles una noche que parecía insípida cobra el mejor sabor: el sabor de una noche perfecta. Y ahora mismo, en este preciso momento, esta noche me parece perfecta.
Sólo con pequeños detalles una noche que parecía insípida cobra el mejor sabor: el sabor de una noche perfecta. Y ahora mismo, en este preciso momento, esta noche me parece perfecta.
viernes, 3 de diciembre de 2010
El universo
- Oye...
- ¿Sí...?
- Cuéntame otra vez la historia de cómo empezó el universo - sonríe
- Pues verás... - comienza diciendo, pero hace una pausa. Durante un par de segundos por su mente pasan un millón de imágenes que hacen templar todo su cuerpo - hubo una época, en la que el universo no existía aunque no lo puedas creer - sonríe - en el espacio vacío sólo había oscuridad. No se veía nada. No se respiraba nada. No había temperatura alguna. Pero un día hubo un estallido, que hizo vibrar aquel enorme vacío, seguido de una inmensa luz blanca. Entonces, como cuando sales a la luz de la calle en verano después de pasar varias horas encerrado en un cuarto a oscuras, comenzaron a verse cosas, y a olerse, y a sentir calor y tiritar de frío. El universo comenzó y con él otra época que pasó a llamarse vida.
- Ojalá yo también pueda contar la historia del universo como lo haces tú - mira al suelo con tristeza
- Claro... - levanta su cabeza sujetando su barbilla, mira sus ojos: su universo - sólo debes esperar porque al final el estallido llegará.
- ¿Sí...?
- Cuéntame otra vez la historia de cómo empezó el universo - sonríe
- Pues verás... - comienza diciendo, pero hace una pausa. Durante un par de segundos por su mente pasan un millón de imágenes que hacen templar todo su cuerpo - hubo una época, en la que el universo no existía aunque no lo puedas creer - sonríe - en el espacio vacío sólo había oscuridad. No se veía nada. No se respiraba nada. No había temperatura alguna. Pero un día hubo un estallido, que hizo vibrar aquel enorme vacío, seguido de una inmensa luz blanca. Entonces, como cuando sales a la luz de la calle en verano después de pasar varias horas encerrado en un cuarto a oscuras, comenzaron a verse cosas, y a olerse, y a sentir calor y tiritar de frío. El universo comenzó y con él otra época que pasó a llamarse vida.
- Ojalá yo también pueda contar la historia del universo como lo haces tú - mira al suelo con tristeza
- Claro... - levanta su cabeza sujetando su barbilla, mira sus ojos: su universo - sólo debes esperar porque al final el estallido llegará.
domingo, 21 de noviembre de 2010
Recuerdos de una noche
- Te acuerdas... - dice sonriendo y sus ojos brillan entonces rebosantes de alegría. Sonríe ella también.
- Sí... - cierra los ojos antes de seguir hablando - recuerdo la pequeña lámpara del pasillo encendida, la puerta de casa, tu casa, abierta y la oscuridad y el frescor de la noche fuera de ella. La mesa de comedor rectangular, tirando a estrecha, puesta, ocupando casi todo el espacio del pequeño salón. El asiento de las sillas tapizado con terciopelo rojo apagado. El juego de café que ahora está guardado tras una puerta de cristal traslúcido, lucía entonces en aquel salón. No les recuerdo a ellos allí - comienzan las lágrimas a brotar de sus ojos - sólo te recuerdo a ti, en aquella inmensa cocina, de pie junto al hornillo de carbón removiendo la sopa de gallina en una cazuela de color granate. Esa costumbre no la hemos perdido, ¿sabes?, y todos los años cuando la veo en el plato pienso en tí, en lo mucho que te gustaba la sopa de gallina - sonríe y se seca las lágrimas con la mano.
- Es la mejor sopa, nena, la más rica.
- Podrías quedarte un poco más... - suplica de nuevo al ver que se aleja.
- No dejes que se pierdan esos momentos, nena...
- Sí... - cierra los ojos antes de seguir hablando - recuerdo la pequeña lámpara del pasillo encendida, la puerta de casa, tu casa, abierta y la oscuridad y el frescor de la noche fuera de ella. La mesa de comedor rectangular, tirando a estrecha, puesta, ocupando casi todo el espacio del pequeño salón. El asiento de las sillas tapizado con terciopelo rojo apagado. El juego de café que ahora está guardado tras una puerta de cristal traslúcido, lucía entonces en aquel salón. No les recuerdo a ellos allí - comienzan las lágrimas a brotar de sus ojos - sólo te recuerdo a ti, en aquella inmensa cocina, de pie junto al hornillo de carbón removiendo la sopa de gallina en una cazuela de color granate. Esa costumbre no la hemos perdido, ¿sabes?, y todos los años cuando la veo en el plato pienso en tí, en lo mucho que te gustaba la sopa de gallina - sonríe y se seca las lágrimas con la mano.
- Es la mejor sopa, nena, la más rica.
- Podrías quedarte un poco más... - suplica de nuevo al ver que se aleja.
- No dejes que se pierdan esos momentos, nena...
martes, 2 de noviembre de 2010
Vete
Creo que tengo hambre, hambre de ti, Amor Desconocido. Y digo creo porque no estoy segura al cien por cien. Quizá no sea un buen momento, ¿sabes?, ando desencantada de la vida y estoy cansada, muy cansada. Así que supongo que es mejor que no aparezcas, lo único que haría sería espantarte y no volverías más. No vengas, mejor no, porque sólo sufrirías innecesariamente y cuando vuelva a salir un rayo de sol en el cielo no me lo perdonaría y lloraría el peor de mis errores.
Supongo que no estoy preparada para dar abrazos y sé que sin ser capaz de dar es imposible recibir. Lo siento, lo siento mucho amor... perdóname por ser tan egoísta de desear que aparezcas y me quieras y yo no poder quererte. No vengas, hazme caso y vete, vete lejos que yo no te merezco.
Supongo que no estoy preparada para dar abrazos y sé que sin ser capaz de dar es imposible recibir. Lo siento, lo siento mucho amor... perdóname por ser tan egoísta de desear que aparezcas y me quieras y yo no poder quererte. No vengas, hazme caso y vete, vete lejos que yo no te merezco.
viernes, 29 de octubre de 2010
En esta vida...
Hoy es uno de esos días de viento sur. "Plaf, plaf...", las gotas de lluvia comienzan a posarse en los cristales y se convierten en lágrimas derramadas por las nubes. Estamos casi en Noviembre así que la temperatura no es muy calurosa, a pesar de la leve brisa con acento acojedor.
En la calle la gente camina a paso ligero, arrimándose a las cornisas de los edificios, para llegar cuanto antes a su destino. Es raro este día o quizá la rara sea yo en este día. No he dormido muy bien, y supongo que el madrugón de ayer tampoco me ha ayudado a descansar del todo... me trastoca, me pasa factura el sueño, no lo puedo evitar y las ojeras me delatan.
Últimamente he pensado mucho en el final, el verdadero final en el que todos vamos a acabar. Hace unas semanas hablé sobre unos amigos cuyo hijo había fallecido en un accidente, pues bien, uno de ellos no está bien. Siempre ha padecido del corazón y su mujer siempre ha ido detrás suyo pidiéndole que cuidara más por su salud, pero nada. Él siempre ha dicho que prefiere vivir feliz hasta el último día que no amargado como un vegetal. En eso tiene razón pero también es una idea egoísta si nos paramos a pensar en el resto de personas que nos necesitan. Ha tenido varios infartos en los últimos años pero ahora está peor que nunca, los médicos no le dan esperanzas y se niegan a realizarle una operación a corazón abierto porque no creen que salga de ella. Él está triste, se nota el llanto ahogado en su voz en cada palabra que pronuncia, el amor hacia su familia y su preocupación por ella, la impotencia de saber que puede que esa hora del reloj sea la última en tu calendario. Su mujer está desecha: desearía meterse en la cama y no levantarse nunca más, cada día que pasa lo lleva peor que el día anterior, la está matando también a ella saber que el amor de su vida se acerca al final.
Nos preocupamos por buscar un trabajo porque nos hace falta dinero para pagar comida y facturas. Nos interesamos por viajar a lugares asombrosos, con playas preciosas y monumentos increíbles, porque así alimentamos nuestro ansia de volar... Pero me paro a pensar. ¿para qué queremos el dinero o viajar si realmente eso no nos llena de felicidad?. Todavía no tengo claro, en esta vida, ¿qué es lo más importante?. ¿Por qué hay que preocuparse de tantas tonterías?, ¿por qué si al final lo que más nos importa son un puñadito de personas?, ¿para qué luchar tanto si al final no podemos disfrutar de lo más preciado?
En la calle la gente camina a paso ligero, arrimándose a las cornisas de los edificios, para llegar cuanto antes a su destino. Es raro este día o quizá la rara sea yo en este día. No he dormido muy bien, y supongo que el madrugón de ayer tampoco me ha ayudado a descansar del todo... me trastoca, me pasa factura el sueño, no lo puedo evitar y las ojeras me delatan.
Últimamente he pensado mucho en el final, el verdadero final en el que todos vamos a acabar. Hace unas semanas hablé sobre unos amigos cuyo hijo había fallecido en un accidente, pues bien, uno de ellos no está bien. Siempre ha padecido del corazón y su mujer siempre ha ido detrás suyo pidiéndole que cuidara más por su salud, pero nada. Él siempre ha dicho que prefiere vivir feliz hasta el último día que no amargado como un vegetal. En eso tiene razón pero también es una idea egoísta si nos paramos a pensar en el resto de personas que nos necesitan. Ha tenido varios infartos en los últimos años pero ahora está peor que nunca, los médicos no le dan esperanzas y se niegan a realizarle una operación a corazón abierto porque no creen que salga de ella. Él está triste, se nota el llanto ahogado en su voz en cada palabra que pronuncia, el amor hacia su familia y su preocupación por ella, la impotencia de saber que puede que esa hora del reloj sea la última en tu calendario. Su mujer está desecha: desearía meterse en la cama y no levantarse nunca más, cada día que pasa lo lleva peor que el día anterior, la está matando también a ella saber que el amor de su vida se acerca al final.
Nos preocupamos por buscar un trabajo porque nos hace falta dinero para pagar comida y facturas. Nos interesamos por viajar a lugares asombrosos, con playas preciosas y monumentos increíbles, porque así alimentamos nuestro ansia de volar... Pero me paro a pensar. ¿para qué queremos el dinero o viajar si realmente eso no nos llena de felicidad?. Todavía no tengo claro, en esta vida, ¿qué es lo más importante?. ¿Por qué hay que preocuparse de tantas tonterías?, ¿por qué si al final lo que más nos importa son un puñadito de personas?, ¿para qué luchar tanto si al final no podemos disfrutar de lo más preciado?
jueves, 16 de septiembre de 2010
Verano y no verano
Los años y las experiencias vividas me han enseñado que el verano se termina cuando uno quiere y, del mismo modo, empieza. Hoy sin saber por qué me he dado cuenta de que para mi no existen cuatro estaciones sino dos: verano y no verano. Dentro de mi cajita de recuerdos no recuerdo los nombres de los meses, sólo tengo en mente viejas sensaciones, alegrías, tristezas y sentimientos... y si pienso en ellos les siento aquí pegados a mi piel como en aquel ayer.
En verano se encuentran los días y momentos más felices de mi vida. En él vi el tono de azul más bonito que jamás pintó el cielo, el tacto más suave que tocaron mis manos y el perfume que lleva puesto el paraíso, las anécdotas más tristes y más vivas que me regalaron y que desgraciadamente no volveré a escuchar en esta vida, tres lunares, unas pocas caricias y un millón de gestos cargados de sinceridad y afecto.
En el no verano la lista de momentos amargos no es muy grande, al menos eso creo, y además no soy capaz de recordarla entera. A la cabeza se encuentran el miedo y la soledad... y lo que ello conlleva. Pero no siento sus puñales al pensar en ellos, sólo veo minutos sueltos que, a modo de flash, me enseñan lágrimas que derramé y algún que otro pedazo de corazón arrancado por ventiscas de hielo. Y en la distancia me siguen entristeciendo y vuelvo a pensar en que realmente fueron sufridos desde el fondo de mi... pero no queman igual.
Nadie desea sufrir pero los veranos no son interminables, como tampoco lo son los no veranos. No diré que me encantan los no veranos porque evidentemente no es así, pero tampoco diré que desearía borrarlos para siempre de mi porque tampoco es así: a veces, cuando el mundo se derrumba, aparece un cachito de ese azul tan bonito y por unos segundos es de nuevo verano...
En verano se encuentran los días y momentos más felices de mi vida. En él vi el tono de azul más bonito que jamás pintó el cielo, el tacto más suave que tocaron mis manos y el perfume que lleva puesto el paraíso, las anécdotas más tristes y más vivas que me regalaron y que desgraciadamente no volveré a escuchar en esta vida, tres lunares, unas pocas caricias y un millón de gestos cargados de sinceridad y afecto.
En el no verano la lista de momentos amargos no es muy grande, al menos eso creo, y además no soy capaz de recordarla entera. A la cabeza se encuentran el miedo y la soledad... y lo que ello conlleva. Pero no siento sus puñales al pensar en ellos, sólo veo minutos sueltos que, a modo de flash, me enseñan lágrimas que derramé y algún que otro pedazo de corazón arrancado por ventiscas de hielo. Y en la distancia me siguen entristeciendo y vuelvo a pensar en que realmente fueron sufridos desde el fondo de mi... pero no queman igual.
Nadie desea sufrir pero los veranos no son interminables, como tampoco lo son los no veranos. No diré que me encantan los no veranos porque evidentemente no es así, pero tampoco diré que desearía borrarlos para siempre de mi porque tampoco es así: a veces, cuando el mundo se derrumba, aparece un cachito de ese azul tan bonito y por unos segundos es de nuevo verano...
lunes, 13 de septiembre de 2010
STOP
Y aún hoy los recuerdos consiguen sacarme las sonrisas que creía perdidas. Sigo con mi propia partida: la mía contra mí. No sé si algún día podré darla por vencida. Es enriquecedor, duro y adictivo, el modo que tengo de avanzar con el pasado de la mano. Imagino que no moriré a causa de ello pero, si así fuera, te juro que me iría con la cabeza bien alta y el corazón bien lleno...
jueves, 9 de septiembre de 2010
Penas que vienen y van
Estoy enfadada... o triste... o quizá sean las dos cosas a la vez, no lo sé. La cuestión es que no me siento muy a gusto hoy y no me gusta ver que no soy capaz de liberarme rápidamente de esta sensación. Me da rabia verme como una cría chica que patalea, se cruza de brazos y frunce todo el rostro en señal de inconformismo, me da rabia... y me da más rabia todavía cuando pienso que no lo puedo evitar.
Cuando estoy así siempre termino llorando. Otra vez siento la impotencia de no poder evitarlo mientras las lágrimas calientes me resbalan por el rostro, maldita sea, me pregunto cuándo tendré la madurez suficiente para no derrumbarme a la primera de cambio...
Aparece el cariño, los besos y los ánimos. Vuelvo a llorar, pero ahora porque por mi debilidad sufren conmigo. Eso es algo que me cuesta mucho perdonarme, soy egoísta y parece que sólo me doy cuenta de ello cuando contagio mis pesares al resto. Soy afortunada, la más afortunada del mundo entero por tenerles a ellos, y no hago más que agobiarles con estupideces que al fin y al cabo no tienen tanta importancia...
Pasan los minutos, transcurren las horas, y los problemas que se me antojaban aplastantes se pierden como el humo de un cigarro en el aire, pero permanece el malestar. Dejo que se quede, aunque a los treinta minutos llegan una magdalenas de chocolate, unas palabras más dulces que el azúcar y un corazón que sonríe agradecido de nuevo. Y ya se van las penas... ya se van y ocupando su lugar ahora queda una bolsa de magdalenas.
Cuando estoy así siempre termino llorando. Otra vez siento la impotencia de no poder evitarlo mientras las lágrimas calientes me resbalan por el rostro, maldita sea, me pregunto cuándo tendré la madurez suficiente para no derrumbarme a la primera de cambio...
Aparece el cariño, los besos y los ánimos. Vuelvo a llorar, pero ahora porque por mi debilidad sufren conmigo. Eso es algo que me cuesta mucho perdonarme, soy egoísta y parece que sólo me doy cuenta de ello cuando contagio mis pesares al resto. Soy afortunada, la más afortunada del mundo entero por tenerles a ellos, y no hago más que agobiarles con estupideces que al fin y al cabo no tienen tanta importancia...
Pasan los minutos, transcurren las horas, y los problemas que se me antojaban aplastantes se pierden como el humo de un cigarro en el aire, pero permanece el malestar. Dejo que se quede, aunque a los treinta minutos llegan una magdalenas de chocolate, unas palabras más dulces que el azúcar y un corazón que sonríe agradecido de nuevo. Y ya se van las penas... ya se van y ocupando su lugar ahora queda una bolsa de magdalenas.
Y aunque lo escriba aquí y lo repita cada día, nunca me cansaré de dar las gracias a la vida por brindarme vuestro afecto y compañía.
martes, 3 de agosto de 2010
Brindemos
Déjame que te diga que mi vida sigue, que sí, que sigue... pero no como me gustaría. Déjame que te confiese que no consigo librarme de esa sensación de cercanía a ti... Siento que no es malo... siento que es una condena y que no consigo sacarte de aquí.
Hace ya tiempo que, a solas, hablo con el silencio. Y en ese silencio a veces imagino que tú me escuchas y entonces te enseño los secretos de mi mundo; otras veces imagino que no escuchas, porque duermes plácidamente arropado por el aroma de mis sábanas, y le cuento en susurros, a los ángeles del cielo, lo maravilloso que eres: del tesoro que guardas en ti, de la suerte que tuve de reconocerte... Bendita suerte... y siempre me recuerdo que, cuando tenga la ocasión, no se me debe olvidar agracederle a quien corresponda que me brindara esta suerte: no se me va a olvidar, lo prometo, cuando llegue el momento no me olvidaré de agradecérselo a las estrellas del firmamento.
Hace ya tiempo que, a solas, hablo con el silencio. Y en ese silencio a veces imagino que tú me escuchas y entonces te enseño los secretos de mi mundo; otras veces imagino que no escuchas, porque duermes plácidamente arropado por el aroma de mis sábanas, y le cuento en susurros, a los ángeles del cielo, lo maravilloso que eres: del tesoro que guardas en ti, de la suerte que tuve de reconocerte... Bendita suerte... y siempre me recuerdo que, cuando tenga la ocasión, no se me debe olvidar agracederle a quien corresponda que me brindara esta suerte: no se me va a olvidar, lo prometo, cuando llegue el momento no me olvidaré de agradecérselo a las estrellas del firmamento.
Hoy escribo esto, como podría haberlo escrito ayer, o como sé que podría escribirlo mañana: y siempre podría escribirlo, con distintas palabras pero la misma sensación.
En los últimos tiempos he descubierto algo que una parte de mi odia saber y la otra, que siempre lo supo, negocia con ella una convivencia pacífica. He descubierto que, en el fondo, por mucho que piense que desapareciste de mi mente, no es así. Me he dado cuenta de que, cuando el estrés disminuye y me deja levantar un poco la cabeza, tú sigues ahí. Detrás de miles de horas de mente ocupada, después de fines de semana en los que la familia y los amigos llenan cada segundo, después de todo, después... como una pequeña vela encendida al final de un túnel infinito, estás tú.
Y, ¿sabes qué más descubrí?, que es en esos momentos en los que llego hasta esa vela, pequeñita y que permanece en el fondo, cuando hablo conscientemente con el silencio: e imagino que tú también estás allí y, con tu mirada más sincera, me escuchas... y yo, con mi silencio más sincero, te lo cuento todo de nuevo.
Mi vida sigue, no como me gustaría... pero sigue. Así que hoy decido seguir, con la cabeza alta y el alma tranquila, levanto una copa cargada de buenos momentos y brindo por ellos: chin-chin.
sábado, 31 de julio de 2010
Sonidos del mundo
Lo primero que hizo nada más llegar a la playa fue extender la toalla sobre la arena seca y cálida, acto seguido se quitó la ropa que cubría su cuerpo enfundado en el bañador estampado, que se había comprado el año anterior en rebajas, y fue hacia el agua a bañarse. El agua no esta muy fría, de hecho, al zambullirse se le antojó cálida como un abrazo en una noche de invierno a la intemperie.
Después de varios minutos decidió salir para dar un paseo por la orilla y secar así sobre su piel el agua salada, dejando que los pequeños granos de sal se acomodaran en ella a su antojo. Cuando regresó a su toalla y se tumbó, boca abajo, sobre ella sintió una extraña sensación de paz. No era uno de aquellos días soleados de los que había podido disfrutar el resto de la semana, más bien era un día nublado, como los que anteceden al otoño: nubes cubriendo el cielo, en calma, alejando con su llegada el sonido de las aves que emprenden un nuevo destino hacia tierras más cálidas.
Con el silencio del cielo y el susurro de las olas muriendo en la orilla, se durmió. Al cabo de una hora, cuando despertó, tuvo la sensación de no saber dónde se encontraba, hasta que de nuevo percibió el sonido del mar. Entonces levantó ligeramente la cabeza y comprobó que estaba totalmente sola en la playa. Se dejó caer de nuevo sobre el suelo, respirando profundamente, y se quedó mirando al infinito, que se perdía en la arena que podía ver, sin pensar en nada.
Un chico se tumbó a su lado, también boca abajo, y la miró sonriendo:
- ¿Qué haces? - le preguntó en un tono apenas audible
Ella no se asustó, no tenía miedo ante la repentina presencia de ese ser humano de ojos dulces, así que cerró los ojos y le contestó en un susurro:
- Escuchar el sonido del mundo - sonrió- ¿lo oyes?...
Pero a los escasos segundos, cuando abrió de nuevo los ojos, no encontró a nadie a su lado...
Después de varios minutos decidió salir para dar un paseo por la orilla y secar así sobre su piel el agua salada, dejando que los pequeños granos de sal se acomodaran en ella a su antojo. Cuando regresó a su toalla y se tumbó, boca abajo, sobre ella sintió una extraña sensación de paz. No era uno de aquellos días soleados de los que había podido disfrutar el resto de la semana, más bien era un día nublado, como los que anteceden al otoño: nubes cubriendo el cielo, en calma, alejando con su llegada el sonido de las aves que emprenden un nuevo destino hacia tierras más cálidas.
Con el silencio del cielo y el susurro de las olas muriendo en la orilla, se durmió. Al cabo de una hora, cuando despertó, tuvo la sensación de no saber dónde se encontraba, hasta que de nuevo percibió el sonido del mar. Entonces levantó ligeramente la cabeza y comprobó que estaba totalmente sola en la playa. Se dejó caer de nuevo sobre el suelo, respirando profundamente, y se quedó mirando al infinito, que se perdía en la arena que podía ver, sin pensar en nada.
Un chico se tumbó a su lado, también boca abajo, y la miró sonriendo:
- ¿Qué haces? - le preguntó en un tono apenas audible
Ella no se asustó, no tenía miedo ante la repentina presencia de ese ser humano de ojos dulces, así que cerró los ojos y le contestó en un susurro:
- Escuchar el sonido del mundo - sonrió- ¿lo oyes?...
Pero a los escasos segundos, cuando abrió de nuevo los ojos, no encontró a nadie a su lado...
martes, 20 de julio de 2010
Personas
Personas. Todos somos personas. Me da igual que tengamos edades distintas, ideas distintas o modos diferentes de trabajar: eso me da igual. Lo que no me da igual es que, por mucho que estemos estresados, nos creamos con derecho a prevalecer sobre el otro. Con esto quiero decir que hoy he tenido que soportar a un jefe altivo, que pretende obtener resultados grandiosos de la nada y que piensa que el único trabajo importante es el que él realiza. Y no, no me parece justo que, después de no haberme prestado atención ni haberse interesado por mi trabajo ni haber "hablado" con el cliente cuando yo le preguntaba, en varios meses en los que he estado buscándome la vida, literalmente, sola, venga ahora diciéndome que "el cliente lo quiere para mañana porque se va" y lo único que haga sea darme gritos.
No soporto a la gente ofuscada que sólo piensa que las cosas deben resultar y hacerse cómo se piensan ellos, sin intentar por un momento interesarse por las novedades, limitando así las oportunidades y ventajas posibles. Me enerva la gente que no escucha cuando tratas de explicar, haciendo un gran esfuerzo para que no se pierdan y te sigan, lo que has hecho y por qué.
No me importa trabajar durante varias horas seguidas, hasta bien entrada ya la tarde, aguantando sólo con un pincho de tortilla a las doce, sin levantarme de la maldita silla en todo el tiempo: eso no me importa, puedo trabajar durante todo el día si realmente hay urgencia y es necesario, que no me importa y lo hago sin pedir después nada a cambio. Lo que sí me importa, lo que de verdad me importa, es el modo que tiene de tratar a la gente ese que se hace pasar por "jefe" o "director": ya sé que la vida es dura, y que las cosas la mayoría de las veces no son fáciles, lo sé y soy capaz de enfrentarme a ello, con calma, poco a poco, para no perder los nervios y pagarlo con los demás.
Hoy, le dedico esta entrada a ese ser humano que me ha mostrado lo ruin que puede llegar a ser una persona. Gracias queridísimo desconocido, gracias, porque así tendré presente, aún más si cabe, lo que no quiero llegar a ser algún día y en lo que no me quiero convertir. El camino es hostil, pero no me dejaré vencer por gente que sí se dio por vencida.
No soporto a la gente ofuscada que sólo piensa que las cosas deben resultar y hacerse cómo se piensan ellos, sin intentar por un momento interesarse por las novedades, limitando así las oportunidades y ventajas posibles. Me enerva la gente que no escucha cuando tratas de explicar, haciendo un gran esfuerzo para que no se pierdan y te sigan, lo que has hecho y por qué.
No me importa trabajar durante varias horas seguidas, hasta bien entrada ya la tarde, aguantando sólo con un pincho de tortilla a las doce, sin levantarme de la maldita silla en todo el tiempo: eso no me importa, puedo trabajar durante todo el día si realmente hay urgencia y es necesario, que no me importa y lo hago sin pedir después nada a cambio. Lo que sí me importa, lo que de verdad me importa, es el modo que tiene de tratar a la gente ese que se hace pasar por "jefe" o "director": ya sé que la vida es dura, y que las cosas la mayoría de las veces no son fáciles, lo sé y soy capaz de enfrentarme a ello, con calma, poco a poco, para no perder los nervios y pagarlo con los demás.
Hoy, le dedico esta entrada a ese ser humano que me ha mostrado lo ruin que puede llegar a ser una persona. Gracias queridísimo desconocido, gracias, porque así tendré presente, aún más si cabe, lo que no quiero llegar a ser algún día y en lo que no me quiero convertir. El camino es hostil, pero no me dejaré vencer por gente que sí se dio por vencida.
miércoles, 12 de mayo de 2010
Deseos
Hoy al llegar a clase me ha parecido que estabas triste o tal vez demasiado cansado. Te he saludado, de pasada hacia mi sitio, como cada mañana y has tardado en responder. Me hubiera gustado regresar hacia ti y decirte que debes procurar dormir un poco más y con una sonrisa te hubiera acariciado en la mejilla.
Pero me he limitado a mirarte de reojo, de vez en cuando, y a morirme abrasada por dentro deseando revolverte el pelo... Sentí de nuevo ese olor, el tuyo, sobre mi pecho: es con lo que sueño, no tengo remedio... Después cuando salía hemos cruzado cuatro comentarios acerca del ejercicio que habían resuelto hacía escasos segundos, y te he notado animado. Al verte así me he alegrado, por dentro un suspiro de alivio nació y murió en mi corazón: doy gracias al cielo hoy por haberme dejado verte sonreír. Y ya no quería irme, después, ya no quería irme.
Quiero hundirme otra vez en tu abrazo, quiero tocar de nuevo tus lunares, rozar tu piel, perderme en tus ojos... es tan grande todavía este deseo... me sigue llamando a gritos a pesar de que sabe que no es posible. Un "porque no" no me vale, pero sé que esa es la única respuesta que hay. Se acerca mi cumpleaños y no puedo evitar pensar en ti como mi único regalo... si tuviera el valor de pedirte algo... si en algún momento lo encuentro, perdóname por favor, porque volveré a decirte que aquí dentro sigue todo igual y que si tú me dejas, aunque sea por un segundo, voy a comerte poquito a poco hasta que no consiga frenar más el ansia y te devore por completo.
Pero me he limitado a mirarte de reojo, de vez en cuando, y a morirme abrasada por dentro deseando revolverte el pelo... Sentí de nuevo ese olor, el tuyo, sobre mi pecho: es con lo que sueño, no tengo remedio... Después cuando salía hemos cruzado cuatro comentarios acerca del ejercicio que habían resuelto hacía escasos segundos, y te he notado animado. Al verte así me he alegrado, por dentro un suspiro de alivio nació y murió en mi corazón: doy gracias al cielo hoy por haberme dejado verte sonreír. Y ya no quería irme, después, ya no quería irme.
Quiero hundirme otra vez en tu abrazo, quiero tocar de nuevo tus lunares, rozar tu piel, perderme en tus ojos... es tan grande todavía este deseo... me sigue llamando a gritos a pesar de que sabe que no es posible. Un "porque no" no me vale, pero sé que esa es la única respuesta que hay. Se acerca mi cumpleaños y no puedo evitar pensar en ti como mi único regalo... si tuviera el valor de pedirte algo... si en algún momento lo encuentro, perdóname por favor, porque volveré a decirte que aquí dentro sigue todo igual y que si tú me dejas, aunque sea por un segundo, voy a comerte poquito a poco hasta que no consiga frenar más el ansia y te devore por completo.
sábado, 8 de mayo de 2010
Flor en el campo
¡Eh!, hola. Hoy me apetecería hablar contigo durante un tiempo infinito y contarte que acabo de terminar de leer otro libro más. Se trata de Brida, de Paulo Coelho, uno de mis escritores favoritos. Como otros, ha sido uno de esos libros que siempre me hacen pensar, releo párrafos con una carga profunda de sabiduría, de reflexiones que calman a la vez que atormentan el alma. Yo vi el brillo en tus ojos, vi la luz que desprendía la vida de tu interior y fui la mujer más feliz del universo con eso. Pero hay algo que no sucedió como yo tanto anhelaba, como tanto entendía que así debía ser...
Siempre pensé, desde el principio, que la incertidumbre sería cómo se desarrollaría el camino entre los dos, pero no el destino. Di por hecho, y todavía no encuentro explicación al por qué no fue así, que estaba salvada al encontrarte por fin y por tanto tú también lo estabas al encontrarme a mi: los dos estábamos a salvo desde entonces.
El tiempo pasa y cada día aprendo a controlar mejor el grito de los sentimientos que siguen aquí dentro. Cada vez soy menos consciente de cuándo pienso en ti, no es que no piense en ti, no, porque lo sigo haciendo, es sólo que consigo abstraerme de mi misma de modo que pienso en ti sin saber que lo hago. El engaño en una artimaña que todos podemos aprender a manejar ante ciertas situaciones...
Pero he terminado de leer Brida y no puedo evitar pasar unos días liberándome de mis propias mentiras para descubrirme una vez más ante mi misma. Hoy me he mostrado de nuevo ese poder que tienes sobre mi, esa fascinación que despertaste con la forma en que miras la vida, esa admiración que sólo pueden comprender los amantes del arte ante una obra inigualable y exclusiva en el mundo, y el valor que tiene y que va más allá de todo el oro habido y por haber sobre la tierra... no podré desprenderme nunca de un tesoro así, no podré desprenderme nunca de ti.
Hay muchas citas que merecerían ser citadas, pero entre todas destaco una de las últimas y, para mi, concluyentes del libro:
- Las personas dan flores de regalo porque en las flores está el verdadero sentido del Amor. Quien intente poseer una flor, verá marchitarse su belleza. Pero quien se limite a mirar a una flor en un campo, permanecerá para siempre con ella. Porque ella combina con la tarde, con la puesta de sol, con el olor de la tierra mojada y con las nubes en el horizonte.
Quedo en paz y agradecida con la vida por haber podido encontrarte, igual que el Mago aprendí que tú nunca serás mio y por eso te tendré para siempre; y que el amor es la libertad: esa es la lección.
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