martes, 31 de agosto de 2010

Carta al viento para un amigo

Querido amigo,

hace ya tiempo que no sé de ti. Es normal que ya no tengamos contacto, nuestras vidas siguen caminos distintos, llegamos, nos vamos, andamos de aquí para allá... son las cosas de la vida que no se pueden cambiar. Siento mucho no haberme decidido a escribirte antes y reconozco que lo hago ahora por un motivo concreto.

Unos amigos muy cercanos han perdido a uno de sus hijos este fin de semana. Tras su muerte queda una familia y amigos destrozados: sus padres, su esposa, sus hijos... Ayer me acerqué hasta la casa de estos amigos para darles mi más sincero pésame. No tengo palabras suficientes para describir a la perfección la escena y la mezcla de sentimientos vividos. Lágrimas, palabras de auténtico agradecimiento por unos minutos de compañía, afecto, dolor, humanidad...

Llevo un par de días pensando en el modo que nos puede cambiar la vida en apenas unos segundos sin esperarlo, por inverosímil que nos parezca... Me ha dado por pensar en ti porque siempre fuiste un gran amigo, uno de verdad y no uno de esos disfrazados que de cuando en cuando encontramos por el camino y con el tiempo descubrimos que en realidad nunca nos brindó una verdadera amistad. Por eso, a pesar del tiempo pasado y de los recuerdos enterrados, sigo preguntándome cómo te irá, si estarás bien y deseando que disfrutes en cada momento de tu recorrido.

Un día moriré, como todos, y no sé si tras de mí quedará gente que me recuerde, haciendo así que, de algún modo, siga con ellos. No lo sé. Lo que sí sé es que algún día perderé a algún ser querido, como ya los perdí antes, y volveré a llorar sin cesar, a recordarles constantemente, a preguntarme porqués que no obtendrán respuesta y a sentirme sola aún estando rodeada de gente. Desgraciadamente algún día a ti te pasará lo mismo, como a todos, y en esos momentos el único consuelo serán tu familia y amigos... y me gustaría poder consolarte o símplemente abrazarte mientras llorases y arroparte en tu duelo personal, porque me demostraste tu amistad y aunque ahora la distancia entre nosotros sea grande, cuando te recuerdo, la palabra amigo aparece representada en mayúsculas en mi mente .

Supongo que muchas veces la vida es así, nos acerca y nos aleja, y me ha enseñado que no hablar con alguien no significa que ese alguien nos haya olvidado o que esté enfadado, es sólo que la vida nos lleva por caminos distintos y lo realmente importante es mantener cercanos otros tiempos vividos y no dudar de que, a pesar de los días y los años, podemos volver a llamar a aquel viejo amigo y decirle entusiasmados "hey, yo no te olvidé, te sigo considerando mi amigo y me encantaría verte, ¿te hace un café?".


Una nube amiga.

martes, 24 de agosto de 2010

Sigue, sigue, sigue y no dejes de seguir

- ¿No te cansas?
- ¿De qué?
- De seguir pensando lo mismo
- No. No me canso porque no hago el esfuerzo de pensarlo, símplemente viene a mi mente y lo pienso... "le" pienso.
- ¿Y no te duele?
- Cada vez menos porque le estoy convirtiendo en uno de mis mejores recuerdos: y los buenos recuerdos no duelen porque son la cura para las heridas nuevas.
- No te entiendo.
- No hace falta que lo hagas. Y ahora, venga, vamos a seguir comiéndonos el mundo que nos quedan muchas cosas por vivir.

sábado, 14 de agosto de 2010

Cosas que construyen una vida

Una canción de los 80, el olor de un regaliz rojo, una enciclopedia desfasada, diez mil pares de playeras, cerrar los ojos ante el sol cegador de mediodía, soñar con los caminos que se pierden al decidirnos por otra opción y vivir siempre pensando que mañana nos esperará, seguro, algo mejor.

Cantar "Sweet Home Alabama" junto al viento sur que sopla más allá de las ventanas, recuperar esa camiseta desteñida que participó en doscientas cuarenta y ocho tardes de verano, resbalar cuesta abajo en la hierba húmeda por el rocío y volver a levantarse para ascender de nuevo sin parar de reír y recordar que son momentos así los que hacen que la vida merezca la pena.

Subir y bajar cincuenta y siete veces al día de las nubes, gritar hasta quedarse sin oxígeno cuando el malestar indescriptible te come por dentro, reventar los límites de la felicidad cuando recibimos un gesto de cariño inesperado, no dejar de admirar que, aunque pensemos que hemos cambiado, siempre queda esa esencia en nuestro interior... y valorar, nuestro propio proceso de construcción...

jueves, 5 de agosto de 2010

Promesas

Hace ya tiempo que no me limito a esperar. Hace ya tiempo que decidí caminar mirando al frente. Hace ya tiempo que construyo metas al amanecer, las mismas metas que por la noche se derrumban con el frío. Hace ya tiempo que no lloro un día sí y al siguiente también... hace ya tiempo que dejé de tener ese malestar constante en mis entrañas, el nudo permanente en la garganta, los recuerdos asomando en cada una de mis miradas. Hace ya tiempo que dejé de ser "nadie". Hace ya tiempo que comencé a construir "alguien"... el mismo tiempo que hace que comencé a hacerme promesas que voy a cumplir.

Prometo no destruir lo malo del pasado, lo transformaré y será mi estructura más sólida. Prometo no empañar lo bueno del pasado: cogeré todos mis días de verano, las sonrisas más bonitas que me han regalado, los abrazos de consuelo de los amigos que nunca me dieron de lado, los chistes malos que me hacen revivir durante horas, las llamadas sorpresa de mi familia para preguntarme cómo me va la mañana, los "te echo de menos" que me han arropado... cogeré todo y decoraré con ello cada rincón, incluso aquellos que queden condenados a vivir con temperaturas bajo cero.

Prometo no perderme mi vida, prometo intentarlo con todas mis fuerzas. Prometo no pensar más en un futuro lejano, ni en un futuro incierto. Prometo que me dejaré arrastrar por donde el aire sea limpio y, si veo que el ambiente comienza a ser húmedo y el cielo se vuelve turbio, lucharé incansable hasta alcanzar el horizonte despejado. Prometo que nunca volveré a sentirme derrotada porque, con el paso del tiempo, siempre he podido comprender que de todo gané algo. Prometo cuidar y mantener a mi lado a todas aquellas personas que me demuestran que me cuidan y desean mantenerme a su lado: sin pedir nada a cambio, sin reclamarles atención, cuando menos lo espero... transformando sus días (y mis días) de 24 horas en 25 horas: y es que no sé cómo lo hacen pero siempre me regalan un momento...

Por último, prometo dejar de pensar que las promesas son palabras que se lleva el viento y que se pierden en el tiempo, prometo... prometo que nunca dejaré de creer en las promesas.

martes, 3 de agosto de 2010

Brindemos

Déjame que te diga que mi vida sigue, que sí, que sigue... pero no como me gustaría. Déjame que te confiese que no consigo librarme de esa sensación de cercanía a ti... Siento que no es malo... siento que es una condena y que no consigo sacarte de aquí.

Hace ya tiempo que, a solas, hablo con el silencio. Y en ese silencio a veces imagino que tú me escuchas y entonces te enseño los secretos de mi mundo; otras veces imagino que no escuchas, porque duermes plácidamente arropado por el aroma de mis sábanas, y le cuento en susurros, a los ángeles del cielo, lo maravilloso que eres: del tesoro que guardas en ti, de la suerte que tuve de reconocerte... Bendita suerte... y siempre me recuerdo que, cuando tenga la ocasión, no se me debe olvidar agracederle a quien corresponda que me brindara esta suerte: no se me va a olvidar, lo prometo, cuando llegue el momento no me olvidaré de agradecérselo a las estrellas del firmamento.


Hoy escribo esto, como podría haberlo escrito ayer, o como sé que podría escribirlo mañana: y siempre podría escribirlo, con distintas palabras pero la misma sensación. 

En los últimos tiempos he descubierto algo que una parte de mi odia saber y la otra, que siempre lo supo, negocia con ella una convivencia pacífica. He descubierto que, en el fondo, por mucho que piense que desapareciste de mi mente, no es así. Me he dado cuenta de que, cuando el estrés disminuye y me deja levantar un poco la cabeza, tú sigues ahí. Detrás de miles de horas de mente ocupada, después de fines de semana en los que la familia y los amigos llenan cada segundo, después de todo, después... como una pequeña vela encendida al final de un túnel infinito, estás tú.

Y, ¿sabes qué más descubrí?, que es en esos momentos en los que llego hasta esa vela, pequeñita y que permanece en el fondo, cuando hablo conscientemente con el silencio: e imagino que tú también estás allí y, con tu mirada más sincera, me escuchas... y yo, con mi silencio más sincero, te lo cuento todo de nuevo.

Mi vida sigue, no como me gustaría... pero sigue. Así que hoy decido seguir, con la cabeza alta y el alma tranquila, levanto una copa cargada de buenos momentos y brindo por ellos: chin-chin.