Nunca me hice tampoco propósitos de año nuevo. Esa es otra cosa a la que no le encuentro el sentido. Imponerse obligaciones a uno mismo (o al resto) rara vez funciona y, por tanto, no me parece buena idea. Yo lo único que quiero siempre, año tras año, es ser yo misma. Actuar en consecuencia siempre. Razonar cuando haya que hacerlo y ser responsable, y también disfrutar de las pequeñas cosas de cada día. Un abrazo, una tarde de diversión con los amigos, la sensación de meter las manos en un montón de harina, tomar un café para quitar el frío o agua fresca para apaciguar el calor, sacar una foto al horizonte de un lugar desconocido o al paraíso que tan bien conozco... y sonreír, sonreír por sentirme bien conmigo misma.
Así que el año llega de nuevo a su fin y no tengo ningún balance en mente. Estoy bien, en mi fuero interno el ambiente está despejado: hay muchas cosas, a algunas no les presto mucha atención y a otras trato de darles cada día calor. Y está bien, así todo sigue su curso y yo no tengo más que ir trazando con cada día mi vida.
Una vez oí o leí, ya no lo recuerdo, algo así como que los sueños siguen siendo sueños mientras no hagamos nada por realizarlos. Por eso siempre he luchado, y seguiré luchando, por mis sueños. Algunos mueren a pesar de todos los intentos, de todas las ganas, de todo el empeño... pero otros, otros consiguen tomar vida y es esta vida la que cambia la nuestra. Este sitio, este mundo en las nubes, es uno de ellos.
Gracias, gracias de corazón.
Feliz y próspero año nuevo a todos.