viernes, 10 de diciembre de 2010

Piano, piano...

Sé tocar el piano. Bueno, mejor dicho, creo que todavía sería capaz de hacerlo. Hace ya años que no lo hago. Mi piano es negro, es un piano corriente pero suena (o sonaba) bien. Me gusta mi piano. Algunas tardes me acerco al comedor, donde sigue esperándome, y me quedo mirándole. Ni siquiera he sido capaz de levantar la tapa de nuevo. La última canción que toqué en él fue un villancico: Noche de paz. Después estuve de exámenes y no tenía tiempo para dedicarle, como me hubiera gustado, y más tarde, cuando pude hacerlo, lo que me faltaron fueron las ganas.

Nunca fui una gran pianista. Siempre creí que era bastante torpe, a alguien normal aprenderse una partitura podría llevarle un par de días o quizá tres, pero a mi me llevaba cuatro o quizá cinco. Aún así, me gustaba (me gusta). Siempre me gustó escuchar las melodías que salían de él. Me asombraba, me parecía increíble que yo pudiera hacer que sonaran cosas tan bonitas, con todos sus agudos y con los graves más graves. En cierto modo tocar el piano me hacía sentir, aún con millones de fallos, única. Como si durante aquellas horas fuera la única protagonista sobre el escenario, como si el mundo entero guardase silencio para escuchar lo que yo decía.

La vida tenía otro color durante aquellos minutos y, hoy en día, cuando veo tocar a otra gente a mi alrededor o cuando busco algún audio para recordar por completo cómo sonaban aquellas viejas partituras, todavía siento cómo la vida se puede transformar y tengo celos porque recuerdo mis manos desplazándose por las teclas blancas y negras, creando acordes, prestando atención a los piano y a los allegro... y me dan ganas de ir corriendo a mi piano.

Pero ahora creo que tengo miedo, cuando me acerco a mi piano y me quedo en pie, contemplándole en silencio, me pregunto si en vez de las ganas lo que me falta es el valor de levantar de nuevo la tapa, acariciar el perfecto y frío teclado, y no sentir vergüenza por los millones de fallos que cometeré.

6 comentarios:

  1. Vergüenza? Para qué!
    Yo también toco el piano, comento millones de fallos, y sigo tocando el piano.
    Anímate y vuelve a ello si te es posible :)

    ResponderEliminar
  2. por que verguenza!!!?? por favor!!! no te tortures, ufff si yo diera un paso atras por cada cosa que no hago al ritmo del resto de los mortales, a esta altura seria un topo te juro---muchos animos "beethoven" :P BESOTE!!! vos podes!!!

    ResponderEliminar
  3. Qué envidia tengo ahora mismo!!
    Siempre he querido saber tocar el piano!
    Besos.

    ResponderEliminar
  4. Como en Peter pan parece que ahora el piano es tu pensamiento alegre, ecuchalo y hazlo realidad, creo que asi se puede volver a volar, y sentir con la música unos minutos de verdadera libertad
    saludos desde granada !!

    ResponderEliminar
  5. Normalmente de los errores aprendemos, y si no lo intentas nunca te darás cuenta si ers capaz o no de correguirlos.

    Nada de vergüenza y a tocar!

    ResponderEliminar
  6. Siempre he querido tocar el piano!
    Tócalo y disfruta, déjate llevar :)
    Unbeso^^

    ResponderEliminar