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jueves, 26 de mayo de 2011

La banda sonora de mi vida

Me gustan las canciones a piano, no sé si alguna vez lo dije, ya no recuerdo la mayor parte de las palabras que escribí...  Me gustan las canciones a piano porque, para mí, son las que mejor transmiten las historias que llevan dentro. Ninguna palabra puede hacer honor a una melodía de esas características.  

No suena muy bien decirlo pero la verdad es que suelo llorar con el sonido que emiten las teclas de un piano. Es como si de repente comenzara la película de mi vida y yo le presto toda la atención a cada segundo emitido. En alguna escena se me encoge el corazón de terror, grito y tiemblo acurrucada entre mis propios brazos. Suplico al aire que por favor pasen rápido esa parte, que no puedo soportar tanta angustia, pero no hay nadie controlando la reproducción. En otras escenas veo cielos azules, perlas blancas y almas que brillan. Esas son las mejores partes, las que muestran una vida viva, sonrisas llenas y la ilusión del día siguiente. Procuro quedarme sólo con esas, con las buenas, porque son las únicas que se merecen seguir apareciendo en el próximo estreno. Sin embargo las otras no se borrarán, aunque quedarán reducidas a los créditos, al fin y al cabo, dan valor a las estrellas. Aceptaré, de buena gana, darles las gracias por su participación en el último párrafo, justo cuando finalice la banda sonora de mi vida.

viernes, 1 de abril de 2011

Nunca

Me pregunto cómo era y qué sentía. Sentirse querida y deseada. Oír tu voz, al otro lado del teléfono, diciendo "te echo de menos" y susurrando "te quiero". Preguntarse qué podría producir lágrimas que no fueran de alegría. Cómo era, hablar de dolor sin nada que lo trajera al presente. Salir a la calle, descontando los segundos que la separaban de ti. Cómo era, qué sentía al tener la certeza de que la querías. Y sobretodo me pregunto, sabiendo esto, por qué abandonó el cielo.

Si algún día me la encontrara, no puedo negar que me encantaría decirla lo estúpida que fue, contarle lo bien que te va todo, que eres feliz y que tus ojos han visto amaneceres más bonitos que los que compartisteis juntos. Admitiría también que, a diferencia de ella, yo no tuve la suerte de ser el mundo entero para ti pero eso no me impidió sentir que tú sí lo eras para mi. Le diría que, es de justicia, no la perdonaré nunca en mi vida porque si ella no hubiera abandonado el cielo, yo nunca le hubiera conocido y entonces nunca hubiera lamentado no poder estar en él.

sábado, 12 de marzo de 2011

Dos caminos

Siempre hay, al menos, dos opciones. Para todo, ante cualquier cosa. Por un lado está la solución sencilla y por otra parte está la complicada. Cada una tiene sus pros y sus contras. Escoger el camino fácil, cuando no tienes las ideas claras y el miedo te embarga por completo, hace que más tarde o más temprano salgan a la luz el lamento y el arrepentimiento. No sabes cómo te hubiera ido por el otro camino, pero sientes que te has equivocado. Sin embargo, escoger el camino difícil ya es en sí costoso. Por el camino fácil sufres dolor, pero por el camino difícil sufres mucho más. La diferencia es que, a mi modo de ver, sólo escogiendo el camino largo y lleno de baches puedes llegar al final, pararte y sentir que, a pesar de todo, no te equivocaste. Escogiste bien, aunque el final que te esperaba no fuera como el que un día deseaste, escogiste bien y solamente por eso debes sentirte satisfecho, tranquilo, en paz contigo mismo, vivo.

viernes, 18 de febrero de 2011

Y para ti, ¿qué es?

- Vaya preguntas haces...
- No, venga, enserio. ¿Qué es para ti vivir?
- Pues... - comienza diciendo, mientras pierde su mirada en el infinito- para mi vivir es ser consciente de ti mismo. De tu día a día y de cada experiencia que te elige como protagonista. Hay que vivir lo bueno y también lo malo, porque lo uno sin lo otro no significaría nada. Si nunca te has sentido perdido, sin rumbo a ninguna parte, ¿cómo podrás saber que al encontrar un camino ya no te sientes así?, ¿cómo podrás valorar la compañía si nunca padeciste soledad?, y también al revés, ¿cómo podrás valorarte a ti mismo si nunca te has encontrado solo?. Y así con todo; vivir es descubrir y sentir cada segundo.

viernes, 28 de enero de 2011

Días en blanco

Me asusta el pensar que puede que no consiga salir de esto. De esa angustia por tener que hacer lo que se supone que debo hacer. Trabajar y esforzarme siempre un poco más. Y no lo hago porque alguien me obligue a hacerlo, lo hago porque inconscientemente lo busco. Me asusta eso. Me asusta perderme en esa lucha que, a fin de cuentas, no tiene la importancia que sí tienen otras cosas en mi vida. No quiero perderme esas otras cosas, no quiero tener el mismo fallo que el resto, porque sé que es un gran error. No quiero ver pasar los días en blanco. Sólo la idea me asusta.

sábado, 22 de enero de 2011

No lo olvides

Durante estos últimos años he aprendido muchas cosas, sigo aprendiéndolas cada día. Pero, a veces, no te das cuenta de ello hasta que pasa el tiempo... y, cuando te sucede algo que asocias a una lección aprendida, te encuentras de repente diciéndote a ti mismo que eso ya lo sabías y, la anestesia que te creas con cada nueva cosa aprendida, entra en funcionamiento y el golpe nuevo no te duele tanto. Sin embargo cada vez te sientes más pesado. Esa es otra cosa que he aprendido a base de aprender: al contrario que los niños, una caía te duele menos pero te cuesta más levantarte de nuevo. Se podría decir que el alma te pesa un poco más.

Aún así te levantas porque, ante todo, recuerdas (debes recordar) que siempre hay gente peor que tú y los sueños que rondan en tu mente esperan impacientes e ilusionados a que decidas llevarlos a cabo. Así que no lo olvides.

miércoles, 5 de enero de 2011

Decidir

Hay cosas que nunca cambian. El viento golpea de nuevo en mi ventana y me recuerda que él siempre ha venido, que siempre vendrá, para llevarse mis miedos y quitarle el color oscuro a los días pasados. Será por eso que cada vez tengo miedo a menos cosas. Como el viento, cada día llegan cosas a nuestra vida y cada día se van. Todo tiene su forma de vida y todo es necesario en el momento que deciden aparecer... o desaparecer. Hay muchas cosas de la vida que no entiendo, no puedo evitar preguntarme por qué mueren niños o por qué hay gente que parece disfrutar haciendo daño a los demás. Pero sé que ese tipo de preguntas no tienen respuesta, no la hay, es tan difícil y simple como eso.

Hay cosas que nunca cambian, cosas que no está en nuestra mano (ni en la de nadie) poder cambiar. Sin embargo sí podemos decidir qué hacer, cómo reaccionar... para conducir nuestra propia vida, la de cada uno, por donde creemos que debemos ir. Al menos, ni recuerdo cuándo ya, yo decidí vivir siempre así.

viernes, 3 de diciembre de 2010

El universo

- Oye...
- ¿Sí...?
- Cuéntame otra vez la historia de cómo empezó el universo - sonríe
- Pues verás... - comienza diciendo, pero hace una pausa. Durante un par de segundos por su mente pasan  un millón de imágenes que hacen templar todo su cuerpo - hubo una época, en la que el universo no existía aunque no lo puedas creer - sonríe - en el espacio vacío sólo había oscuridad. No se veía nada. No se respiraba nada. No había temperatura alguna. Pero un día hubo un estallido, que hizo vibrar aquel enorme vacío, seguido de una inmensa luz blanca. Entonces, como cuando sales a la luz de la calle en verano después de pasar varias horas encerrado en un cuarto a oscuras, comenzaron a verse cosas, y a olerse, y a sentir calor y tiritar de frío. El universo comenzó y con él otra época que pasó a llamarse vida.
- Ojalá yo también pueda contar la historia del universo como lo haces tú - mira al suelo con tristeza
- Claro... - levanta su cabeza sujetando su barbilla, mira sus ojos: su universo - sólo debes esperar porque al final el estallido llegará.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Recuerdos de una noche

- Te acuerdas... - dice sonriendo y sus ojos brillan entonces rebosantes de alegría. Sonríe ella también.

- Sí... - cierra los ojos antes de seguir hablando - recuerdo la pequeña lámpara del pasillo encendida, la puerta de casa, tu casa, abierta y la oscuridad y el frescor de la noche fuera de ella. La mesa de comedor rectangular, tirando a estrecha, puesta, ocupando casi todo el espacio del pequeño salón. El asiento de las sillas tapizado con terciopelo rojo apagado. El juego de café que ahora está guardado tras una puerta de cristal traslúcido, lucía entonces en aquel salón. No les recuerdo a ellos allí - comienzan las lágrimas a brotar de sus ojos - sólo te recuerdo a ti, en aquella inmensa cocina, de pie junto al hornillo de carbón removiendo la sopa de gallina en una cazuela de color granate. Esa costumbre no la hemos perdido, ¿sabes?, y todos los años cuando la veo en el plato pienso en tí, en lo mucho que te gustaba la sopa de gallina - sonríe y se seca las lágrimas con la mano.

- Es la mejor sopa, nena, la más rica.

- Podrías quedarte un poco más... - suplica de nuevo al ver que se aleja.

- No dejes que se pierdan esos momentos, nena...

viernes, 29 de octubre de 2010

En esta vida...

Hoy es uno de esos días de viento sur. "Plaf, plaf...", las gotas de lluvia comienzan a posarse en los cristales y se convierten en lágrimas derramadas por las nubes. Estamos casi en Noviembre así que la temperatura no es muy calurosa, a pesar de la leve brisa con acento acojedor.

En la calle la gente camina a paso ligero, arrimándose a las cornisas de los edificios, para llegar cuanto antes a su destino. Es raro este día o quizá la rara sea yo en este día. No he dormido muy bien, y supongo que el madrugón de ayer tampoco me ha ayudado a descansar del todo... me trastoca, me pasa factura el sueño, no lo puedo evitar y las ojeras me delatan.

Últimamente he pensado mucho en el final, el verdadero final en el que todos vamos a acabar. Hace unas semanas hablé sobre unos amigos cuyo hijo había fallecido en un accidente, pues bien, uno de ellos no está bien. Siempre ha padecido del corazón y su mujer siempre ha ido detrás suyo pidiéndole que cuidara más por su salud, pero nada. Él siempre ha dicho que prefiere vivir feliz hasta el último día que no amargado como un vegetal. En eso tiene razón pero también es una idea egoísta si nos paramos a pensar en el resto de personas que nos necesitan. Ha tenido varios infartos en los últimos años pero ahora está peor que nunca, los médicos no le dan esperanzas y se niegan a realizarle una operación a corazón abierto porque no creen que salga de ella. Él está triste, se nota el llanto ahogado en su voz en cada palabra que pronuncia, el amor hacia su familia y su preocupación por ella, la impotencia de saber que puede que esa hora del reloj sea la última en tu calendario. Su mujer está desecha: desearía meterse en la cama y no levantarse nunca más, cada día que pasa lo lleva peor que el día anterior, la está matando también a ella saber que el amor de su vida se acerca al final.

Nos preocupamos por buscar un trabajo porque nos hace falta dinero para pagar comida y facturas. Nos interesamos por viajar a lugares asombrosos, con playas preciosas y monumentos increíbles, porque así alimentamos nuestro ansia de volar... Pero me paro a pensar. ¿para qué queremos el dinero o viajar si realmente eso no nos llena de felicidad?. Todavía no tengo claro, en esta vida, ¿qué es lo más importante?. ¿Por qué hay que preocuparse de tantas tonterías?, ¿por qué si al final lo que más nos importa son un puñadito de personas?, ¿para qué luchar tanto si al final no podemos disfrutar de lo más preciado?

domingo, 24 de octubre de 2010

Sin vuelta atrás

Suena el teléfono, avisando a Berta de que tras la melodía de guitarras y voces rotas alguien la llama.

- ¿Sí?.. Mamá... oye, ya te dije que no te preocuparas, que iba a estar bien y lo estoy, de verdad.... Vale pero no te preocupes más por favor, llamaré pronto prometido... que sí... yo también os quiero... Un beso.

Aleja el teléfono móvil de su oreja y, suspirando, le apaga. Sabe que es lo mejor para todos y se dice a sí misma que cuando tenga algún momento de debilidad y no aguante más el frío de la soledad, le encenderá de nuevo y llamará a casa para sentirse de nuevo arropada. Pero ahora es mejor desconectarle por una temporada.

Hace unos días que salió de casa en busca de tiempo para sí misma. Se sentía asfixiada en la rutina: trabajo, casa, reuniones con los amigos, trabajo... Hasta que se levantó una mañana y con el tiempo tan radiante que hacía se dijo que había llegado el momento, el momento de hacer su propio camino y no el que le decía el resto. Y ahora estaba allí, a más de mil kilómetros de su casa. Había viajado con desconocidos piadosos que sentían lástima de la joven y se prestaban a acercarla un poco más a su destino, la casa de unos amigos. Había conocido a Mario y Silvia  hacía un par de años atrás, en uno de los festivales de música a los que solía acudir con Carlos. Carlos. Hacía más de un año que habían roto pero tan sólo pensar en su nombre hacía que algo dentro le resquemara. Carlos formaba parte del pasado que quería dejar precisamente en eso, pasado, porque la vida la había enseñado que lo pasado no tiene retorno y liberarse, que no olvidarse, de él es el único medio de continuar y poder ser feliz. Y eso es lo que pensaba hacer.

- ¿Se puede? - preguntó Mario al tiempo que llamaba a la puerta del cuarto de invitados donde se quedaba Berta
- Sí, claro, pasa... mi madre - dijo señalando el móvil que sujetaba todavía en la mano
- Ya... bueno, tú tómate el tiempo que necesites, sabes que nos encanta tenerte aquí, ¿verdad?
- Sí, sí. Os estaré eternamente agradecida... es solo que no quiero estar aquí de ocupa eternamente así que si me mandáis a la mierda, lo entenderé.
- ¡Anda ya! - dijo Mario al tiempo que se sentaba en la cama al lado de ella - estás de broma, ¿no? - pero Berta le miraba tímida, preguntándole con la mirada si de verdad no les molestaba o la cobijaban sólo por compasión - ... mira Berta, eres nuestra amiga y en estos dos años de amistad lo has demostrado con creces así que no me hagas recordarte quién está en deuda con quién, ¿vale?, tú te quedarás aquí el tiempo que sea necesario y no se hable más
- Gracias Mario - y, por segunda vez en su vida, lloró delante de alguien sin poder remediarlo. Mario la abrazó y dejó que su amiga sacara todas las lágrimas que calaban su interior.
- Vamos Ber, ha llegado el momento de sacar la basura fuera - y el llanto en la habitación se hizo más intenso.

viernes, 22 de octubre de 2010

Reflexiones sobre la vida

Me pasa a veces, sale un tema de conversación que en principio no presenta gran importancia pero que al final deriva en aspectos más profundos y entonces me "despierto". Y expongo mis ideas a mis amigos y ellos exponen las suyas, algunos se acaban cansando de tanto "razonamiento", pero por suerte no soy la única que adora esas charlas así que solemos dejar en pausa la conversación para otro momento y pasamos a hablar de los próximos planes o de alguna otra noticia de última hora.

A veces soy yo y otras veces no, volvemos a sacar el tema que dejamos en pausa y no llegamos a ninguna conclusión definitiva: definitivamente existen infinitos puntos de vista y todos válidos. Eso me gusta y además me acerca más al resto de esas personas con las que trato estas conversaciones, y valoro en especial sus opiniones ante cualquier problema planteado y trato de reflexionar con especial atención cuando son ellos los que exponen un problema. No sé, es algo que se crea poco a poco, que genera confianza y pienso de verdad que por eso a ellos les llamo amigos en el significado más amplio de la palabra. Amigos, amigos de verdad, amigos que te aprecian, amigos que se alegran con tus alegrías y que se conmueven con tus tristezas, amigos que siempre son claros y sinceros: amigos porque no te dicen cosas por agradar sino para ayudarte a que seas tú mismo el que busque su propia solución. Lo valoro y por esas cosas me sentiré siempre en deuda con ellos.

La mayor parte de mi vida la he pasado sin conocer la verdadera amistad pero afortunadamente puedo decir que hace unos años di con personas que desde el primer momento estuvieron dispuestos a escuchar, a hablar y a querer permanecer ahí. Esas personas siguen siendo hoy en día mis amigos. Con ellos he compartido viajes, situaciones de estrés, alegrías, tristezas... y con el tiempo me han demostrado que siguen siendo los mismos y, lo más importante, que seguirán siéndolo.

domingo, 17 de octubre de 2010

Decisiones

Hay que elegir. A lo largo de nuestra vida son muchas las decisiones que debemos tomar. A diario son pequeñas cosas como decidir levantarte a una hora determinada o, por el contrario, apagar el despertador y volvernos a tapar con el calor del sueño. Pero, otras veces, las decisiones tienen otro carácter más importante para cada uno de nosotros. 




Tomar una decisión casi siempre es complicado y más complicado es todavía actuar en consecuencia cada día: irse de casa, no volver a coger ninguna llamada más de la persona que amas, abandonar el sueño del trabajo ideal... resignarse a ser uno más, callar los gritos del corazón y aguantar de pie el dolor... Y, a pesar de todo, decidir seguir por el único camino que te ofrece el mundo.

domingo, 10 de octubre de 2010

Reflexiones sobre la vida

He llegado a la conclusión, en uno de esos momentos en los que me escapo a las nubes para hablar conmigo misma, de que el peor adiós, la despedida más dolorosa, no es cuando lloramos abrazados a esa persona que no volveremos a ver, o cuando escribimos una carta por miedo a afrontar la situación final cara a cara... no. El peor adiós, lo realmente duro de llevar, es desaparecer sin mediar palabra: sin un último estrechón de manos, sin una última mirada de cariño, sin pronunciar la frase que nunca tuvimos el valor de dejar salir... Y es así, sencillamente es así: lo más difícil es continuar escribiendo nuestra vida aún sabiendo que hay capítulos para los que no fuimos capaces de encontrar un final que nos pareciera adecuado.

martes, 5 de octubre de 2010

Tan sólo cinco minutos

El día que me muera espero tener al menos cinco minutos, antes de cerrar los ojos para siempre, en los que pensar en el balance final de mi vida.

Ojalá siga viendo la vida así, sabiendo que, a pesar del infinito dolor, es hermosa. Recordar cada cielo que he visto: el de una tarde de invierno lluviosa y fría, mientras me resguarda el calor de mi casa; el del azul de verano, que tantas tardes me sumió en los mejores sueños y tanta paz me regaló; el de las nubes rápidas surcando el cielo, empujadas por el viento sur que con su calor me canta  notas de lluvia mezcladas con sonrisas; el de una tormenta de primavera, con ese azul tan oscuro que envidia al negro y decorado con relámpagos que preceden a los truenos; el de una noche limpia cubierta sólo por estrellas... y verme de nuevo perdida entre ellas...

Trataré de mantener la mente despejada, repasaré hasta entonces todas las cosas buenas que me han pasado en la vida: horas infinitas de risas, consejos meditados, abrazos, dejarme cuidar los días de fiebre, los besos de buenas noches, el olor de la ropa recién lavada, los colores vivos, canciones en directo, el poder de los sentimientos, el valor de las personas que me han demostrado serlo, mi propia mirada preguntándome en el espejo, los silencios que adueño y las frases pronunciadas que me sentencian.

Y así, después de recordar todo una última vez antes de irme, dejaré que mi vista pierda el enfoque de la vida. Ojalá tenga la misma suerte que tú y pueda volar definitivamente a las nubes con una sonrisa...

viernes, 1 de octubre de 2010

365 días

La soledad y la nostalgia presentes cuando bajas la guardia. Heridas que queman si posas tus dedos sobre ellas. Una lágrima que se pierde en el mismo silencio con el que vino... Secretos. Silencio. Palabras. Silencio. Silencio. Silencio...No saber dónde y cómo te encontrarás dentro de trescientos sesenta y cinco días, preguntarte una vez más si permanecerás donde te hayas hoy, o quizá, tal vez... saltes por una ventana hacia tiempos nuevos, más allá incluso de lo que te puedas imaginar. Soñar con un futuro de cuento. Y no creértelo, dejar de creer en todo lo que creías: en promesas, en miradas, en gestos, en personas, en ti... Desconfiar del tiempo, verle como el peor enemigo. Cruel, imparable, sin compasión, incansable, agotador... y dejarte vencer un día. Levantarte al otro. Dar un paso y medio. Caer de morros. Quedarte en el suelo. Levantarte de nuevo y volver a caer con otro empujón. Rendirte, no querer ni siquiera intentar levantarte y acurrucarte en un rincón, abrazándote a ti misma, con la cabeza entre las piernas, y llorar procurando no hacer mucho ruido...(sssshhh, calla, no vaya a ser que te oiga de nuevo el tiempo y vuelva para asustarte, ssshhh, más bajo... sshh, calla...). Levantarte un día y sentirte fuerte, decidir intentarlo una vez más: levantarse. Caminar muy despacio, con los brazos ya extendidos (por si acaso) y seguir caminando: no pasa nada, nadie te oye y tú sigues caminando. Vuelves los brazos a su estado normal, la tranquilidad te invade y te atreves a dar pasos más grandes. Oyes su eco, el de tus pies contra el asfalto, pero no caes al suelo. Sigues caminando. Sonríes. Ríes. Satisfacción. Te sientas un rato, de caminar también hay que descansar, y piensas en el antes, el después y el ahora. Escuecen aquellas heridas pero observas que ya no se abren, sientes todavía la sed en la garganta, ese resquemor que siempre terminaba en lágrimas. Y entonces te vuelves a levantar, ya descansaste bastante. Descubres la parte amable del tiempo: no era tan malo, lo que hizo fue empujarte hacia tí misma, ayudarte a conocerte y a sufrir tu propia desdicha para conseguir sobreponerte a ella... Y ahora sigue, sigue caminando, ya nadie te empujará porque el tiempo nunca fue tu contrario... 

Hoy hace un año que comencé a compartir mi mundo en las nubes. Hoy hace un año... Y nunca pensé que pudiera salir de nuevo a luchar al mundo... y lo curioso es que aún hoy, que aunque no sea mucho he avanzado, no sé qué me pasará de aquí a un año. No sé, si en los momentos bajos, flaquearé sumiéndome de nuevo en el pasado y en recuerdos que ya no duelen... pero que siguen conservando su cara más noble.

¿Conoces esa sensación?. Di, ¿sabes de lo que te hablo?

sábado, 25 de septiembre de 2010

Y cuando menos me lo espero...

...va la vida y me sorprende. ¿Por qué?, no lo sé pero no deja de asombrarme cómo cuando pienso que ya está, que no hay más, voy y, mirando al espejo igual que hacía diez minutos antes, me veo diferente. Sí, diferente, mejor, más guapa, con la mirada más limpia... hasta diría que brillante y me gusta. Es entonces, en esa precisa milésima de segundo cuando algo en mi hace ese "clic" que necesitaba y me saludo, como si me echara de menos y me digo:
"Heeeey, qué alegría verte otra vez por aquí. ¿Sabes?, ahora sí, este es tu momento así que sal ahí y aprovecha las oportunidades que te regala la vida: demuéstrate de nuevo todo lo que vales."
Y aquí estoy, experimentando el tan anhelado cambio, la ventana que yo misma me abro en este momento. Cojo los nuevos sueños y las ganas renovadas de comerme el mundo y de ver ese optimismo que tanto me ayudó en un pasado en realidad no tan lejano...

viernes, 24 de septiembre de 2010

¿Qué es para mi un novio?

Para mi un novio debe ser un amigo, qué digo un amigo, el mejor amigo. La diferencia con el resto de amigos es que con un novio además debería compartir una complicidad especial, atracción, momentos de pasión que se prolonguen más allá de la piel, desear cuidarle y que me cuide con el cariño con el que cuido a mi familia y ellos me cuidan a mi. Un novio, para mi, es ese ser que sin saber por qué se convierte en especial y pasa a ser una pieza clave en mi vida. Alguien con el que me sienta mejor persona, que me haga descubrir y al que le haga descubrir millones de sentimientos jamás experimentados... ese todo que llene de luz incluso los días más oscuros, que me convierta en su número uno en la lista de prioridades, que sea feliz sólo con verme sonreír, que quiera ser la cura para quitar las espinitas que se me clavan algunos días y que nunca, nunca, nunca, nunca... se plantee alejarse de mi.

Porque sí, quizá yo sea una idiota, una estúpida que nunca deja de soñar, que vive la mayor parte del día en las nubes: cobarde, ajena, ingenua, inconsciente, ciega, sorda... pero no muda, no muerta, no vencida, no infeliz, no amargada, no envenenada, no egoísta... Y porque sí, vivo en las nubes, sí... ¿y qué? ¿qué pasa? ¿qué hay de malo en buscar un refugio propio donde disipar las tempestades? Soy feliz, así soy feliz: con mis días alegres y con mis días tristes, yo soy así y no quiero cambiarme ni me cambiaría por nadie. Tal vez sea rara, una tía extraña, alguien a quien ni novecientas veintitrés bofetadas bastan para hacer que pierda las fuerzas... pero lo suficientemente pequeña como para sentir el escozor en el corazón y el calor que desprenden los ojos cuando están alerta ante las lágrimas que tratan de asaltarles.

Quizá tenga demasiado idealizado el amor, quizá te idealicé en exceso... quizá, no lo niego... quizá amar de verdad sea eso... quizá soy demasiado corriente, quizá tú no seas lo suficientemente raro para mi pero, siendo sincera, creo que ya no quiero encontrar respuestas, ya no me importa no hallarlas, ya no espero que regrese aquel tiempo y, eso, por primera vez pienso que es buena señal. Avanzo, avanzo, avanzo sintiendo cómo se ha aligerado aquel peso, y guardo, guardo, guardo aquel tú, que me insufló todo el oxígeno que había perdido, en un cofre de roble que descansa entre algodones con olor a verano...

Y ahora sólo quiero ser yo, una loca empedernida que le da mil vueltas a todo, independiente de por vida, dependiente únicamente de sueños y de tiempos pasados que voy coleccionando y que decoran con colores este sitio en las nubes, donde siento que pertenezco y de donde no me iré nunca.

martes, 31 de agosto de 2010

Carta al viento para un amigo

Querido amigo,

hace ya tiempo que no sé de ti. Es normal que ya no tengamos contacto, nuestras vidas siguen caminos distintos, llegamos, nos vamos, andamos de aquí para allá... son las cosas de la vida que no se pueden cambiar. Siento mucho no haberme decidido a escribirte antes y reconozco que lo hago ahora por un motivo concreto.

Unos amigos muy cercanos han perdido a uno de sus hijos este fin de semana. Tras su muerte queda una familia y amigos destrozados: sus padres, su esposa, sus hijos... Ayer me acerqué hasta la casa de estos amigos para darles mi más sincero pésame. No tengo palabras suficientes para describir a la perfección la escena y la mezcla de sentimientos vividos. Lágrimas, palabras de auténtico agradecimiento por unos minutos de compañía, afecto, dolor, humanidad...

Llevo un par de días pensando en el modo que nos puede cambiar la vida en apenas unos segundos sin esperarlo, por inverosímil que nos parezca... Me ha dado por pensar en ti porque siempre fuiste un gran amigo, uno de verdad y no uno de esos disfrazados que de cuando en cuando encontramos por el camino y con el tiempo descubrimos que en realidad nunca nos brindó una verdadera amistad. Por eso, a pesar del tiempo pasado y de los recuerdos enterrados, sigo preguntándome cómo te irá, si estarás bien y deseando que disfrutes en cada momento de tu recorrido.

Un día moriré, como todos, y no sé si tras de mí quedará gente que me recuerde, haciendo así que, de algún modo, siga con ellos. No lo sé. Lo que sí sé es que algún día perderé a algún ser querido, como ya los perdí antes, y volveré a llorar sin cesar, a recordarles constantemente, a preguntarme porqués que no obtendrán respuesta y a sentirme sola aún estando rodeada de gente. Desgraciadamente algún día a ti te pasará lo mismo, como a todos, y en esos momentos el único consuelo serán tu familia y amigos... y me gustaría poder consolarte o símplemente abrazarte mientras llorases y arroparte en tu duelo personal, porque me demostraste tu amistad y aunque ahora la distancia entre nosotros sea grande, cuando te recuerdo, la palabra amigo aparece representada en mayúsculas en mi mente .

Supongo que muchas veces la vida es así, nos acerca y nos aleja, y me ha enseñado que no hablar con alguien no significa que ese alguien nos haya olvidado o que esté enfadado, es sólo que la vida nos lleva por caminos distintos y lo realmente importante es mantener cercanos otros tiempos vividos y no dudar de que, a pesar de los días y los años, podemos volver a llamar a aquel viejo amigo y decirle entusiasmados "hey, yo no te olvidé, te sigo considerando mi amigo y me encantaría verte, ¿te hace un café?".


Una nube amiga.

martes, 24 de agosto de 2010

Sigue, sigue, sigue y no dejes de seguir

- ¿No te cansas?
- ¿De qué?
- De seguir pensando lo mismo
- No. No me canso porque no hago el esfuerzo de pensarlo, símplemente viene a mi mente y lo pienso... "le" pienso.
- ¿Y no te duele?
- Cada vez menos porque le estoy convirtiendo en uno de mis mejores recuerdos: y los buenos recuerdos no duelen porque son la cura para las heridas nuevas.
- No te entiendo.
- No hace falta que lo hagas. Y ahora, venga, vamos a seguir comiéndonos el mundo que nos quedan muchas cosas por vivir.