viernes, 26 de febrero de 2010

Helado de limón

Ahora sólo me quedan los sinsabores que da la vida. Hoy, me gustaría llamarte y preguntarte si te apetecería tomar un helado de limón conmigo, dar un paseo y sentarnos en un banco a mirar el mar. Siempre me han dicho que actuase en base a lo que sentía... y siento tanto esta necesidad de hablarte... pero tú no me respondes...
- No llores, por favor.
- ¡Le quiero!
- No... no puedes querer a alguien que no siente lo mismo por ti, no lo pienso permitir otra vez.
- Pero...
- Pero nada, lo siento, pero no habrá ninguna llamada ni ningún helado con él.
De todas formas, aunque mi razón no me lo permita, estoy convencida (y me duele) de que tú tampoco querrías quedar conmigo. Supongo, que será mejor que vuelva a ese rincón donde me escondo ahora, total... este corazón ya no puede ser feliz.
- Sí puedes serlo, pero no con él... no te vayas por favor, quédate aquí conmigo, anda...
- No puedo, ¿no ves que si me quedo el sufrimiento va a ser insoportable?. No quiero interferir en tu camino.
- Mi camino es el mismo que el tuyo, tienes que ser fuerte y quedarte aquí conmigo. Que él no te quiera no significa que tú ya no tengas nada que hacer aquí.
- No lo veo así.... tú debes mandar sola ahora, debes centrarte en todas esas cosas aburridas que nos quedan por delante, yo no tengo fuerzas para soportarlas... sólo quiero pensar en él.
- No, no... mira no lo estás entendiendo, te estoy suplicando por favor que te quedes y hagas el esfuerzo de seguir conmigo y sin pensar en él. Hay más gente que te necesita, ¿acaso no se merecen de tu calor?.
- ¡Sí, claro! pero... Lo pensaré, prometido.
- Vuelve pronto, ¿vale?. Aquí te espero, corazón.

jueves, 25 de febrero de 2010

Segunda carta para un Amor Soñado

Querido Amor Soñado:

Todo parece seguir con normalidad por aquí, en esta nube en la que habito. En clase, aún estando dos filas por detrás de ti, puedo percibir tu olor y eso le duele a mi corazón: cierro los ojos por un segundo en el que siento un millón de espinas clavarse a la vez, aquí dentro, y me ordeno abrirlos de nuevo y centrarme en seguir el ritmo de mis apuntes, mirar mis propias palabras una y otra vez con la intención de olvidar que estás a escasos metros de mi... Amor Soñado, no sospechas nada de esto porque como ahora tengo yo el mando sin apenas intenvención de mi compañera, muestro normalidad aparente en mi rostro y en mi comportamiento hacia el resto de la gente,... y hacia a ti.

Hoy, no te he saludado. No porque no quisiera (ojalá dejara de desearlo tanto este corazón) sino porque nuestras miradas no se han cruzado, cosas del destino, ya ves. Pienso que nuestras miradas no deberían cruzarse nunca más porque así no sufriría tanto recordando tiempos mejores, tiempos felices que viví junto a un corazón que me convenció para que le dejara dominar la situación. No... ¿cómo puedes decir eso? - Dice (horrorizada) ella. La pobre todavía te necesita... siento lástima, porque sinceramente creo que no se merece tanto dolor... y yo tampoco merezco ser la única voz cantante de esta nube, yo... la necesito a ella y por ti, Amor Soñado, ahora sólo la siento a medias, no la siento cerca.

Quiero que sepas, Amor Soñado, que el vacío se está haciendo dueño de los sentimientos que te dedicaba cada día, cada hora, cada segundo... en cada sitio. Debes saber también, que no albergo sentimientos "malos" como el odio o el rencor, no: lo único que guardo y que estoy creando son sensaciones. Sensaciones como el haberlo intentado, el haber hecho todo lo que pude y lo mejor que supe hacerlo. Eso me tranquiliza y me llena de paz (y de impotencia). No te odio, ni yo ni este corazón que ahora calla; de hecho, ella siente que siempre te querrá.

Eso a mi no me gusta, pero no puedo hacer nada contra esos sentimientos que le quedan... y a mi, sólo me queda controlarla, y mantenerla alejada de ti; porque sé, que si no lo hago, puede volver a encantarme con su amor.. con su amor hacia ti, Amor Soñado, y ya no lo voy a permitir. No voy a consentir que cometa el mismo error por tercera vez, no... una vez está bien (eso le puede pasar a cualquiera), dos es pasable (¿quién no sueña con una segunda oportunidad?), pero tres... la culpa ya sería totalmente mía y no quiero cargar yo también con ese peso, bastante tengo (tenemos) con lo que sufre ella... Me despido por ahora, Amor Soñado, si me lo permites, con una promesa para mi compañera: Te prometo corazón que yo cuidaré de ti, como tú siempre quisiste cuidar de él.

Con nostalgia,
una Nube.

martes, 23 de febrero de 2010

Carta para un Amor Soñado

Querido Amor Soñado:

Hoy el cielo está cubierto de nubes grises, aunque los rayos de sol consiguen atravesarlas a ratos. El viento sopla fuerte en la calle, su sonido me llega traducido en un leve tintineo de la persiana de mi cuarto. Esta carta no la escribe un corazón, como cabría de esperar y como quizá tú pudieras imaginar (si conocieras de la existencia de esta carta). Hoy, escribo yo: la razón. Quiero que sepas, Amor Soñado, que actualmente estoy al mando de esta nube, mi compañera (mi corazón) no puede hablar y me ha dejado ser portavoz de lo que me transmite.

Puedo notar cómo sufre, aunque estoy asombrada de lo fuerte que está demostrando ser: durante la mayor parte del día apenas puedo percibirla, salvo en momentos puntuales en los que nos quedamos solas. En esos momentos puedo sentir el mayor dolor del mundo, el de un corazón que tirita lágrimas congeladas que al caer al suelo se rompen en un millón de cristales. Cada uno de estos cristales brillan con el reflejo de recuerdos amargos que un día fueron horas dulces. Llora. -Le susurro suavemente.  No. - Contesta temblando.  No llores. - Le suplico cuando los espasmos aumentan el ritmo señalando una nueva tormenta de lágrimas de hielo.  Lo necesito. - Dice apenas sin voz... y entonces, comienza la desolación.

De momento estoy controlando bien (creo) ciertas situaciones, como compartir el mismo aire durante una hora interminable de clase o saludarte mostrando normalidad, como si el sol acompañara a cada segundo este cuerpo. Lo estoy haciendo así porque como razón que soy, no puedo permitirme (ni quiero) caminar por mi vida como alma en pena que no ve salida ni solución a una condena que no sabe si merece o no, aunque en realidad sea así: que el corazón con el que convivo se sienta así....

Amor Soñado, no puedo compartir tu opinión de que haya ganado algo pero sí puedo decir que he aprendido cosas y todo gracias a ti... No llores, no llores... - De nuevo se deja sentir el dolor. Amar puede convertirse en una necesidad vital, como respirar, si consigues sentirlo; pero, a la vez, amar duele y es ese mismo dolor el que te ata más fuerte a ese amor... porque, como bien dice una gran canción "si no puede hacerte daño, no te hará feliz". Precisamente lo que nos hace feliz es lo que más nos duele, porque cuando sentimos que lo podemos perder o que se nos escapa de las manos sin poder retenerlo somos infelices: en ese punto se hace patente la necesidad por el otro, por ese amor... por ti, mi Amor Soñado.

Hay tantas cosas que quiere dejar aquí escritas este corazón que me acompaña y al que acompaño... tantas... pero tengo que establecer límites y repartir sus recuerdos para que vayan cicatrizando bien, despacio, para que después no se abran las heridas. Otro día, escribiré otra carta para ti, Amor Soñado. Otra carta escrita por mi, otra carta con recuerdos entre líneas, otra carta... para ir curando heridas.

Con nostalgia,
una Nube.

sábado, 20 de febrero de 2010

Se acabó, todo quedó claro una vez más ayer: tú sólo buscas una amistad y yo busco algo más. Ya no tengo fuerzas de luchar más, ya jugué todas mis cartas...no las jugué bien, evidentemente, pero lo hice lo mejor que pude. No siento odio ni rencor, sólo cansancio y dolor... vacío y desconcierto: siento todo...
- No, mentira...no siento nada
- Lo siento.
- Mentira...
- Sí, aunque ahora no lo creas. No estás sola, yo estoy aquí como siempre, ya lo sabes; pero creo que ahora lo que debes hacer es descansar y reconstruirte, una vez más.
- En eso te doy la razón, me voy. Sé que me notarás y te molestaré pero, por favor, no me llames, ¿vale?. Dame mi tiempo y mientras tú sigue con todo lo que tenemos pendiente, sé sólo razón.
- Tranquila, yo seguiré sola ahora, tú descansa y vuelve cuando quieras mi compañía de nuevo.
- Gracias.

Y como bien dijo en una de sus últimas entradas Claudia Hale (http://frenesidesentimientos.blogspot.com/"Un corazón frío, es un corazón muerto...". Yo, ya no siento el pulso de mi corazón, será... que ha muerto.

martes, 16 de febrero de 2010

Durmiendo

Durmiendo, mi corazón está durmiendo...
- ZzZzZzZzZz...
- ¡chs! ¡eh! ¿me oyes?
- ZzZzZzZzZz...
- En fin, supongo que estás demasiado cansada. Duerme, duerme y despierta cuando te sientas otra vez con fuerzas.
No sé, no estoy mal, solo que, como una parte de mi que últimamente me estaba inundando ahora duerme me siento un poco extraña... creo que no presto mucha atención a los días, pero tampoco me siento enfadada por ello como me ha pasado en alguna otra ocasión: anestesiada, con una nube de humo blanco a mi alrededor... me inspira cierta tranquilidad y a la vez desasosiego, ¿me estaré perdiendo en mi propia niebla?. No sé, creo que mientras duerma, tampoco estaré tan mal.

Hoy, por fin nos hemos tomado ese café. Reconozco que, al principio, me sentí como la primera vez que quedamos a tomar algo... Después fui recuperando esa confianza que me infundes a medida que pasan los minutos y me sentí como si siempre hubiéramos estado así. Me gustó ese momento, me sentí cómoda allí, contigo y una par de vasos vacíos desde hacía horas. Luego, la hora de marcharse, como siempre.. una parte de mi se enfada con la otra: ¿por qué me duele siempre tanto ese momento?, ¿por qué siento que se desvanece todo cuando te bajas sin siquiera rozarme con tu mano una mejilla?, ¿por qué?..., ¿por qué siento siempre ganas de llorar cuando te vas?.

Me estoy volviendo loca, maldita sea, lo único que sé es que no quiero perderte, que quiero que tú también me quieras... pero ahora mismo no tengo fuerzas para luchar... no tengo, no tengo... no tengo y se despierta mi corazón en este instante y me susurra todavía medio en sueños:
- Lo sabes.. sabes que si te dejas vencer, que si tomas la decisión de rendirte...quizá ahora no, quizá mañana tampoco...pero sabes que tarde o temprano te arrepentirás: harás que yo sufra más de lo que ya te haya dejado sentir.
- Pero, ¿no ves que no me quiere? (que no nos quiere...). Como razón que soy, opino que es hora de seguir sin él...
- ¡NO!
- ...vale, vale... tranquila. Mira, creo que es mejor darnos unos días, quizá si descansas lo suficiente consigas convencerme de que puedes con ello, no voy a hacer nada sin tu consentimiento, de verdad... ya te lo dije en su día: te necesito..y tú me necesitas.
- Sí, lo sé... Y, ahora, deja de pensar y déjame descansar, por favor.

Y, de nuevo, mi corazón se duerme, y así permanecerá hasta que se recupere y tenga fuerzas para seguir debatiendo con la razón y juntas lleguen a algún punto en común. Durmiendo... yo estoy durmiendo.

viernes, 12 de febrero de 2010

Motivos

Me siento... no tengo ni idea de cómo me siento. Solo sé que no estoy bien. No estoy bien porque no sé qué ha sido de ti, ya sé que lo último que necesitas son mis preguntas y mis deseos de felices sueños cada noche, ya sé que te molesto con cada palabra... Ahora asoman las lágrimas a mis ojos, otra vez...
- Venga, dime qué te pasa, no lo ocultes por más tiempo.
- Estoy triste... ¿no es ya suficiente con saber eso?
- No, yo quiero tus motivos para así poder borrar tus lágrimas.
- Motivos, motivos... ahora mismo creo que no entiendo el significado de la palabra "motivo".
- Un motivo es una razón que desencadena una acción, como tú ahora.. lloras pero ¿por qué?
- Por lo de siempre, supongo: él.
- ¿Estás segura de que no hay más?
- ... Sí.
Sí, ahora que llevo un rato hablando conmigo misma aquí, en mi nube, veo que de nuevo el motivo real eres tú... he intentado disfrazarlo todo el día de ayer y esta mañana de preocupaciones por los quehaceres cotidianos, pero ahora me descubro de nuevo: me quito el disfraz a mi misma y te veo reflejado en mis ojos... y el reflejo es opaco, no veo luz... creo que una parte de mi se está muriendo y tengo la sensación de no poder hacer nada para rescatarla, para rescatarte...

Quizá deba ser así, quizá ya quemé todos mis cartuchos salvavidas (esos de colorines que llevan en los barcos..), quizá es lo que pretendías... quizá lo hayas empezado a conseguir y yo... quizá me esté ahogando... y tú vas a dejar que sea así, ¿verdad?. Tú no quieres ser mi salvavidas y eso... eso es lo que me está ahogando.

lunes, 8 de febrero de 2010

Un mal sueño

Anoche tuve un mal sueño, uno de esos que puedes considerar como pesadilla cuando te despiertas, uno de esos que te "afectan" durante todo el día. Soñé que me había rendido, soñé que era infeliz y nada a mi alrededor me importaba. Entonces te vi, te acompañaba una chica pelirroja: ella no paraba de hablarte y se la veía tímida, ella te quería, lo pude ver reflejado en su rostro... Tú mirabas al suelo, seguías andando al lado de la chica pero llevabas las manos en los bolsillos, y en tu cara vi que no le prestabas atención, que tenías la mente en blanco...

Me vi a mí misma, observándoos con la tristeza y el dolor asomando a mis ojos apagados. Sentí celos de esa chica, ¿por qué podía caminar ella a tu lado y yo no?. Sentí tristeza por mi y por ti... ¿por qué no podía ser yo la cura a todas tus heridas?¿por qué me dolía tanto verte así? evidentemente tú tampoco eras feliz y eso me quemaba el corazón más que mi propio dolor... me ardía, me consumía por dentro... ¿por qué no puedo olvidar esa imagen? ese recuerdo falso y creado por mi cerebro me apuñala sin cesar. Hubiera corrido hacia ti, te hubiera cogido del brazo, te hubiera abrazado, te hubiera acurrucado en mi pecho para que lloraras si lo necesitabas...

Tuve la sensación de, en cierto modo, haberte abandonado, de haberte dejado solo aunque estuvieras rodeado de gente... y a la vez, sentí la impotencia... la impotencia de no haber conseguido nada a pesar de habértelo dado todo, la impotencia de saber que no me necesitabas. Esa impotencia era como el esfuerzo en vano que hacía la chica al hablarte sin parar, pendiente de ti, siendo lo único que miraba... ni siquiera se fijaba por dónde caminaba: el suelo carecía de importancia para ella, lo único que buscaba eran tus ojos, que tú la miraras...

Que no me quiero rendir es algo obvio, son este tipo de señales que una parte de mi le envía a la otra para recordárselo... me muero sólo de pensar que podemos volvernos unos desconocidos: te quiero, te quiero, te quiero... pero no sé cómo hacer que me escuches y me mires, ¿por qué no dejamos de caminar y nos quedamos quietos mirándonos con el corazón y hablando con los ojos?

domingo, 7 de febrero de 2010

Hoy, no sé...

Hoy, no sé... me siento vacía, siento el vacío... ese que tú dejas en mi corazón cuando no te siente cerca. Siento que si te viera y pasáramos la tarde juntos, mejoraría, se iría este vacío y cuando te fueras volvería a necesitarte desesperadamente... No puedo verte, estás estresado y ocupado... y además tú no quieres verme: no me necesitas, ni tu corazón siente el vacío que quisiera crear al tenerme lejos.

Hoy, no sé... tengo ganas de llorar. Si pasara la tarde contigo, ninguna lágrima asomaría a mis ojos y en su lugar una gran sonrisa y tranquilidad aparecerían en mi cara... pero no puedo pasar la tarde contigo. Pienso que lo mejor para pasar hoy el día, quizá sea inventarme esa tarde que tanto deseo... así, por la noche volveré a ser feliz y tendré de nuevo fuerzas para seguir cuidándote: porque en mi corazón, esta tarde tú me vas a cuidar a mí.

Hoy, no sé... quiero estar contigo.

sábado, 6 de febrero de 2010

Viento sur

Una vez  te expliqué que la vida es como una canción que cada uno interpreta y crea. Que yo, como cada uno, prefiero la mía y que tú ya tienes un rincón en ella, para cuando quieras venir y cantar un rato conmigo. Me encantaría que compartiéramos melodías, no te estoy pidiendo que dejes de lado tu canción porque yo tampoco quiero dejar la mía, pero te propongo fusionar una parte de ellas en una y hacerla nuestra. Un fragmento idéntico e inédito en ambas canciones, un estribillo pegadizo que nos saque una sonrisa y un suspiro del corazón: tú y yo.

¿Sabes? tú lo tienes todo. Eres motivo de alegría y tristeza, eres un millón de sonrisas y lágrimas, eres como el viento sur: me apasionas y me alteras, me envuelves como el aire cálido y el silbido de tu presencia no hace más que recordarme que tú estás ahí... llamas a mi persiana y yo me muero de ganas de levantarla y abrir la ventana para que entres e inundes mi vida con tu abrazo...pero no puedo abrir la ventana, está atascada...
- Maldita sea, ¿por qué no se abre?
- Es el viento, él la ha atascado... ¿no lo ves? 
- Entonces, ¿qué hacemos? 
- Seguir intentando abrirla y esperar...no podemos hacer otra cosa... 
Y no me rindo, que lo sepas... aunque a veces me sienta abatida y sin fuerzas, no me rindo porque ninguna lucha es fácil y esta acaba de empezar: sólo estoy yo en el frente y trato de llegar a tu lado, para que me acompañes... para luchar juntos en la gran batalla final... para crear juntos ese fragmento en nuestras canciones, para que se abra la ventana y llenes cada espacio de mi vida. Sólo hazme un favor, ¿vale?, tú no te muevas de ahí, que yo ya estoy yendo hacia ti.

viernes, 5 de febrero de 2010

Escribiendo mi camino

¿Qué va a ser de nosotros dentro de diez años?¿y dentro de cinco?¿de uno?¿dentro de seis meses?. Siempre que me he planteado estas cuestiones, aunque la inquietud durase quince minutos, ha sido en épocas importantes de mi vida: puntos de inflexión, cuando el camino de repente parece llegar a un cruce y hay que elegir una dirección de todas las que encuentras para seguir caminando.

Mi primer recuerdo de incertidumbre se remonta a la transición entre primaria-secundaria, cuando a nivel personal experimenté un cambio grande: tomar las riendas de mis propias decisiones y de querer escoger mi propio camino. Nuevas amistades, o mejor dicho, amistades de verdad. Dejar atrás mi "yo" tímido, infantil y silencioso... dejar atrás gente disfrazada de amistad, con orejas de lobo y cuchillos escondidos en la espalda. Sí, ahí empecé a ser yo: levantar la cabeza y ver que mi vida podía ser lo que yo quisiera, y así lo hice. Nunca olvidaré ese cambio, ni el antes ni el después: todo me ha enseñado a vivir, y aunque ya no conservo aquellas amistades (amistades que fueron de verdad) no puedo hacer más que agradecerle a la vida ese brindis que compartió conmigo.

La siguiente encrucijada fue el paso a la universidad, dudas del estilo: ¿haré bien en escoger esto?¿y si no es lo mio?¿si no me gusta y me va mal qué hago?¿seré una fracasada?..es más, ¿decepcionaré a la gente si fracaso?¿qué va a pasar conmigo?¿realmente me veo en un futuro?. Escogí guiándome por un sinfín de cosas, los motivos quizá pesaban poco, pero sumados eran un torrente de energía que permití que me arrastrara hacia donde quisiera. Descaro, valentía, miedo y a la vez intriga por lo desconocido, intuición, confianza en mí misma, horizontes nuevos... Sí, recuerdo todas esas sensaciones: pensar que no era capaz y que me venía grande, a la vez que no había nada a lo que no me pudiera enfrentar y conseguir, que podía con ello. Y aquí estoy, terminando como quien dice...

Ahora echo la vista atrás y me parece que fue ayer cuando entraba a una clase gigante en mi memoria, abarrotada de gente desconocida y me sentaba cerca de la puerta:  para que a la gente no le diera tiempo de ver el nerviosismo reflejado en mi caminar. Me río recordándolo... entonces no me imaginaba todo lo que cambiaría mi vida... y no me arrepiento de este camino, le debo mucho a la vida por esta experiencia, de nuevo, tanto lo bueno como lo malo.

Tuve otra época que no puedo considerar quizá del todo incertidumbre... pero que merece mención. Fue una época en la que también, como persona, conocí una parte muy importante de mi: sufrir de verdad, sufrir con el corazón y con todo mi yo. Crecí a nivel personal gracias al dolor, y al tiempo, me volví más pequeña... más llorona, más impulsiva... dejé que mis sentimientos salieran más a menudo a la superficie: me lo pedían y yo no se lo podía negar. Y desde entonces, creo que soy yo: por segunda vez era consciente de mi y de lo que guardo, lo que puedo compartir... que lo que realmente quiero para guiarme es estar bien conmigo misma, en paz, no arrepentirme de nada. Ser yo: con lo bueno y con lo malo.

La última (de momento) ha sido el pasado invierno. Han sido los meses más oscuros que he pasado nunca, su dolor sólo es comparable a la anterior: a sufrir de verdad, sufrir con el corazón y con todo mi yo. Al igual que antes he crecido a nivel personal (creo) gracias al dolor, y al tiempo, me he vuelto todavía un poco más pequeña... Pero esta vez ha tenido más peso la parte de mi que ha crecido: he ganado paciencia conmigo misma, he ganado más amor hacia mí, más admiración, más constancia para seguir ante los golpes de la vida... más miedo a perder (porque he tocado el fondo y no quiero volver)... pero este miedo es superable por los reproches que pueda echarme a mi misma... Una encrucijada mezclada por nuevos horizontes: terminar la carrera y comenzar a trabajar (de nuevo dudas y miedo sobre fracaso y decepciones), rendirme y dejarte escapar sin haberlo intentado...y perder así una nueva parte de mi misma que he conocido y que necesito.

Cuando comencé a escribir hoy, el cielo estaba pintado de gris, como yo; ahora el sol ha cogido fuerza y le ha limpiado, aunque sea Febrero, el cielo se ha transformado en azul de verano y le acompañan nubes de algodón: como yo...

jueves, 4 de febrero de 2010

Enganchada

Hoy, quiero gritar en silencio y bien bajito que estoy enganchada a cosas sin sentido, a sentimientos lógicos... declaro antes de nada, que me reconozco como una paranoica de todo lo que me importa... y tú estás incluido: lo siento.

Estoy enganchada a ver el número de reproducciones de las canciones que te dedico, cuando veo que han aumentado siempre pienso que tú has estado escuchándolas... que quizá pienses en mi más de lo que yo creo, que quizá me quieras aunque no lo sepas...

Estoy enganchada a mirar tus fotografías, me gusta inventarme los motivos que te llevaron a hacerlas y a compartirlas con el resto... si son alegres pienso que en ese momento eres feliz y me gusta imaginar que mis palabras o mis pensamientos (esos que te regalo a cada instante) forman parte de ello. Y si son tristes, muero pensando que estás triste y entonces me gusta imaginar que aparezco a tu lado: te envuelvo con mis brazos, sobre mi pecho y te susurro al oído que te quiero... y, en silencio, mi corazón llora las lágrimas de tu tristeza para que el tuyo no se ahogue.

Estoy enganchada a tus recuerdos, no puedo olvidar tus ojos mirando fijamente mis labios... concentrados en mi... eso me alimenta y me arropa el corazón cuando tiene frío. No olvido el roce de tu piel  y las cosquillas que fabricaste en mi espalda con tu barbilla...

Estoy enganchada a las palabras: a las tuyas y a las mías, a las de los diálogos de las películas y las de las letras de las canciones... trato de buscar en todas pistas ocultas que hablen de nosotros, un reflejo de sentimientos que me tiendan la mano cuando tropiece y mi corazón llore.

Estoy enganchada a tus preocupaciones, las cojo y las hago mías... trato de solucionarlas para que así, desaparezcan de tu vida y no te impidan sonreír. Pero por más que quiera no puedo actuar por ti, eres tú el único que puede hacerlo y lo único que yo puedo ofrecerte son mis palabras y mis mejores deseos...Sufro por ello, porque no puedo meterme en tu piel para saber cómo te sientes...

Estoy enganchada a tu sonrisa, a tu risa, a tus ojeras, a tus lunares..., a tu olor, al olor de tu ropa, al brillo de la gomina en tu pelo, a tus manos, a tu tripa... al calor que desprende tu cuerpo, al aire que roza tus palabras, a tu silencio (ese que tanto me desquicia...)...enganchada a ti.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Déjame...

- Déjame secuestrarte, por una noche tan siquiera... vamos, deja de negarte, prometo no defraudarte... 
Ya sé que quizá pienses que no tengo metas en la vida porque aparentemente no tengo preocupaciones. Es verdad, cuando hablo contigo todas desaparecen: no hay nada que me impida sonreír porque en esos momentos no hay nada que me impida ser feliz, nada.

No sé qué piensas acerca de mi ahora... seguro que te has dado cuenta de que algo ha cambiado, algo que ronda por mi cabeza y que igual (quizá...) te alaga. Lo sabes, ¿verdad? sí... lo sabes tan bien como yo, sabes que he buscado en mi propio fondo, que he escuchado esa voz que tanto cuesta escuchar... la he escuchado, por mi... y desde entonces sigo su camino: el mio, porque esa voz soy yo, sin ruido de fondo, sin nubes que tiñan el cielo de gris, sin palabras extranjeras, sin sentimientos ajenos, sólo los míos... los míos y de nadie más.

Esa voz me dijo que no puedo prescindir de ti, que no quiero hacerlo, que no puedo encontrar alivio si eligiera el camino hacia tu olvido.. no, no... ¿no lo ves?, ese sería el camino fácil y a la vez el equivocado. ¿Acaso crees que lo correcto sería volver la vista atrás en unos años y lamentarme de no haber escogido el camino que realmente quería? No...prefiero volver la vista atrás en unos años, no lamentarme y vivir en paz conmigo misma.

Recuerdo una de tus frases más recientes: "en este aspecto no puedo guiarte...esto es una decisión personal y lo sabes, lo que te digan te entrará por un oído y te saldrá por otro". Sí, tienes razón, la decisión es mía y está tomada: tú eres el motivo y yo no me rendiré a la primera de cambio, te guste o no, no voy a soltarte.
- Déjame secuestrarte, por una noche tan siquiera... vamos, deja de negarte, prometo no defraudarte... venga, no tengas miedo... déjame enamorarte...

martes, 2 de febrero de 2010

Bajo el sol de tus brazos

Hoy el sol brilla en el cielo azul (azul de verano) aunque el aire sobre el asfalto es frío y la temperatura de mis manos me da escalofríos. Si fuera verano me refrescarían porque yo siempre tengo las manos (y los pies) helados, pero no lo es. Hoy las carreteras han permanecido vacías en mi trayecto y, al llegar a mi destino, pensé en ti. Tu coche, ese que tantas mañanas he buscado con la mirada y que hoy no busqué porque no pensaba encontrar, estaba allí: tú estabas allí.

Recorrí el largo pasillo hasta el hall buscándote con la mirada (y con el corazón), pero no estabas por allí. Quizá tenías examen aunque una parte de mi me dijo que no, que tú me habías dicho que el próximo que tienes es a finales de semana. Quizá fuiste a entregar alguna práctica o a preguntar alguna duda... sí, eso es más probable... Cuando salí me acerqué a la biblioteca a coger un libro, para tener algo que leer estas noches hasta que termines tus exámenes y me dejes invitarte a algún sitio, y pude ver en la distancia que tu coche ya no estaba: te habías ido.

Ya no compartíamos el mismo aire, ¿en qué minuto exacto te alejaste de allí?, y de repente el día perdió su interés... ya no tendría la oportunidad de tropezarte hoy.

De camino a casa, el cielo despejado me animó un poco: adoro este azul de verano... ojalá no dejase nunca entrar a las nubes negras. En un instante observé que el depósito de combustible de mi coche estaba lleno por encima de la mitad y pensé en que me gustaría tener el poder de volver hacia tu casa, decirte que cogieras tus gafas de sol y subieras, que iríamos hasta donde nos permitiera la gasolina y allí nos quedaríamos. Y entonces yo pararía el tiempo para los dos: el sol, el cielo azul de verano, tú y yo.

Cuando llegué a casa sentí que una parte de mi se había ido de viaje,  y se fue contigo, a un sitio desconocido. Todavía no ha regresado, sigue conduciendo y escuchando música, contigo a su lado; dice que la deje pasar la tarde contigo, bajo el sol de tus brazos, y que cuando regrese promete regalarme la noche contigo, bajo el calor de mis sábanas. Y yo la digo que vale, pero que otro día lo haremos al revés: seré yo la que comparta la tarde contigo, bajo el sol de tus brazos, en un sitio desconocido y será ella la que se quede con tu recuerdo en su habitación, bajo el calor de sus sábanas.

lunes, 1 de febrero de 2010

Felices sueños

Hace días que mi corazón juega a un juego nuevo. Aprovecha cada segundo en blanco para soñar.  Se imagina durmiendo contigo, compartiendo el mismo colchón y el mismo calor. Sueña  con desearte felices sueños cada noche: con un beso y dos palabras. Dice que así es feliz, porque en su juego tú eres feliz por estar ahí: descansando cada noche junto a mí.

Una noche llegabas tarde a tu refugio pero eso no importaba, yo te esperaba… y cuando por fin llegaste y te acostaste, mi mano buscó tu corazón para acariciarlo y después rocé con la yema de mis dedos cada uno de tus lunares… son tan hermosos… te pregunté si mañana me lo contarías y me dijiste que sí mientras el dorso de tu mano recorría mis mejillas. Una sonrisa, un beso y dos palabras.

En su juego, mi corazón inventó una tarde para ti y para mí. Tenía ganas de acariciar tu espalda, así que nos sumergió en una bañera con olor a almendras dulces (tu olor) y me dejó jugar  con tu espalda apoyada en mí y mis piernas entrelazadas a ti. Si cierro los ojos, puedo ver de nuevo el agua traslúcida por la mezcla con el jabón, todavía puedo sentir el calor del agua en tu piel y en la mía…

Mi corazón dice que quiere que su juego se haga realidad y que, aunque sea duro  y le cueste algún que otro dolor, va a seguir luchando, para poder regalarte algún día todos estos sueños y otros que va a inventarse cada día, cada segundo en blanco… y en cada uno de ellos, al final, te deseará felices sueños: con un beso y esas dos palabras.