viernes, 1 de abril de 2011

Nunca

Me pregunto cómo era y qué sentía. Sentirse querida y deseada. Oír tu voz, al otro lado del teléfono, diciendo "te echo de menos" y susurrando "te quiero". Preguntarse qué podría producir lágrimas que no fueran de alegría. Cómo era, hablar de dolor sin nada que lo trajera al presente. Salir a la calle, descontando los segundos que la separaban de ti. Cómo era, qué sentía al tener la certeza de que la querías. Y sobretodo me pregunto, sabiendo esto, por qué abandonó el cielo.

Si algún día me la encontrara, no puedo negar que me encantaría decirla lo estúpida que fue, contarle lo bien que te va todo, que eres feliz y que tus ojos han visto amaneceres más bonitos que los que compartisteis juntos. Admitiría también que, a diferencia de ella, yo no tuve la suerte de ser el mundo entero para ti pero eso no me impidió sentir que tú sí lo eras para mi. Le diría que, es de justicia, no la perdonaré nunca en mi vida porque si ella no hubiera abandonado el cielo, yo nunca le hubiera conocido y entonces nunca hubiera lamentado no poder estar en él.