miércoles, 12 de mayo de 2010

Deseos

Hoy al llegar a clase me ha parecido que estabas triste o tal vez demasiado cansado. Te he saludado, de pasada hacia mi sitio, como cada mañana y has tardado en responder. Me hubiera gustado regresar hacia ti y decirte que debes procurar dormir un poco más y con una sonrisa te hubiera acariciado en la mejilla.

Pero me he limitado a mirarte de reojo, de vez en cuando, y a morirme abrasada por dentro deseando revolverte el pelo...  Sentí de nuevo ese olor, el tuyo, sobre mi pecho: es con lo que sueño, no tengo remedio... Después cuando salía hemos cruzado cuatro comentarios acerca del ejercicio que habían resuelto hacía escasos segundos, y te he notado animado. Al verte así me he alegrado, por dentro un suspiro de alivio nació y murió en mi corazón: doy gracias al cielo hoy por haberme dejado verte sonreír. Y ya no quería irme, después, ya no quería irme.

Quiero hundirme otra vez en tu abrazo, quiero tocar de nuevo tus lunares, rozar tu piel, perderme en tus ojos... es tan grande todavía este deseo... me sigue llamando a gritos a pesar de que sabe que no es posible. Un "porque no" no me vale, pero sé que esa es la única respuesta que hay. Se acerca mi cumpleaños y no puedo evitar pensar en ti como mi único regalo... si tuviera el valor de pedirte algo... si en algún momento lo encuentro, perdóname por favor, porque volveré a decirte que aquí dentro sigue todo igual y que si tú me dejas, aunque sea por un segundo, voy a comerte poquito a poco hasta que no consiga frenar más el ansia y te devore por completo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario