martes, 4 de mayo de 2010

Frío

Hace frío. Las botas de cuero no bastan para dar calor a mis pies congelados. Siento más frío, en las manos, mientras limpio con ellas las lágrimas que caen por mis mejillas. Escalofríos recorren por mi espalda y mi corazón...

Tiritan mis labios, que se acercan hoy a un tono malva, en un leve tintineo de llanto ahogado. No, no le dejo salir. Le callo, le ato, y al tiempo noto un dolor en la garganta. Que se fastidie, a ver si va aprendiendo que no puede hacer esto todos los días, que no, que no estoy dispuesta a dejarle fluir con su desgarrador sonido por el aire: que no, que no quiero verme otra vez en esa escena...

Pienso, con la mirada perdida en el infinito, pienso... ¿por qué no me libero ya de este peso?. Pienso en los posibles motivos: quizá sea un castigo, quizá sea porque es la única forma que me queda de sentir algo, quizá sea porque todavía quedan esperanzas escondidas en rincones ocultos que desconozco...

Respiro hondo. Otra vez ese olor. Me asalta de repente, sin esperarlo, cuando creo que por fin ha llegado el día en que ya no le recuerde, aparece. Me encanta, me quema, me duele, me pierde, me transporta a esos recuerdos que permanecen prisioneros aquí dentro. Y vuelve, así, el frío a recorrer todo mi cuerpo...

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