viernes, 7 de mayo de 2010

Sirena

Entonces, oye el ruido de fondo. Suelta la puerta a su espalda, es pesada y se cierra en un sonido seco. Mientras sube las escaleras siente frío: es el efecto del agua, que cubre su piel, con el aire que la rodea. Camina, recorriendo el lateral de la gran piscina, a la vez que mira las calles. Se alegra, hay un par de ellas en las que sólo hay una persona. Se descalza al llegar al trampolín de la calle número cuatro, se agacha y deja metida en las chanclas la llave amarilla de la taquilla del vestuario.

Se sienta en el borde de la piscina y se impulsa al interior. El frío se deja sentir en su expresión, rápidamente se pone las gafas negras sobre los ojos, coge aire y bucea durante diez segundos después de los cuales comienza a nadar: saca la cabeza a la vez que levanta el brazo derecho, la sumerge soltando poco a poco el aire que acaban de coger sus pulmones y le acompaña en este movimiento el brazo izquierdo que sale (al tiempo que entra el derecho) y entra en el agua. Respira y se sumerge de nuevo mil veces más repitiendo el mismo proceso.

Sirena nada, y cuando nada no piensa en más que en números: la cuenta de los largos que lleva. Uno, uno, uno,..., doce, doce, doce,..., veintitrés, veintitrés, veintitrés,..., cuarenta, cuarenta, cuarenta,... Y se siente bien, allí metida, el agua ya no se le antoja fría, siente su cuerpo ligero y admira el trabajo de contracción y relajación que hacen sus músculos con cada brazada y cada pataleo.

Cuando mira el reloj piensa que es hora de irse, se acerca la hora de comer y no quiere llegar tarde, no quiere llegar cuando todos estén ya comiendo y perderse esos preciados minutos compartidos con ellos. Hace unos  estiramientos sencillos dentro del agua, le tiran las piernas pero se obliga a estirar bien, nada dos largos más y se vuelve a estirar: ya no le duele. Sale del agua (impulsándose esta vez hacia arriba), coge la llave, se calza las chanclas azul marino y emprende el camino de nuevo a los vestuarios.

Al dejar atrás el edificio, Sirena se siente libre de todo: la vida parece más fácil cuando se limita sólo a ella y piensa que ojalá esa sensación no desapareciese tan rápido, pero eso es imposible, sabe que para eso debería ser alguien que no es.

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