lunes, 5 de abril de 2010

Preguntas abiertas

Me siento extraña. Cuando me paro a pensar siempre llego a la misma conclusión: vacía, triste pero cierto. ¿Por qué no puedo sentirme de otra manera?. A veces creo que en realidad siempre me sentí así hasta que llegaste tú y lo llenaste todo de luz. Desde que comprendí que mi vida debe seguir sin ti y que no puedo aferrarme a un imposible todo volvió a parecerme vacío y me sentí extraña sintiéndolo de nuevo: nos acostumbramos tan rápido a lo bueno... cuesta tanto enfrentarse a la realidad...

¿Estoy mal? Me lo pregunto cada día y nunca encuentro una respuesta que me satisfaga. Si me digo que no, sé que miento descaradamente. Si me digo que sí, sé que en otros momentos estuve peor y no me parece justo intentar comparar estos días con aquellos en que me parecía que el infierno de verdad vivía en mi. Así que nunca me respondo, en su lugar miro durante unos minutos un punto fijo de la habitación sin querer pensar en nada y a la vez sintiendo lástima por mi misma. En esos momentos siempre recuerdo una melodía triste tocada al piano o cantada con una voz rota y las lágrimas asoman a mis ojos.

Pienso en si sigo añorando ese amor que no fue y no encuentro respuesta. Si me digo que no, sé que miento descaradamente. Si me digo que sí, sé que tampoco es cierto porque el peso del dolor aplastó mi corazón y este se llevó las ilusiones y esperanzas muy lejos de aquí, a las nubes.

Leo de nuevo esa carta que escribí con mis manos y dictó con voz clara algo aquí dentro y lloro al darme cuenta de que aunque pasen las semanas sigo sintiendo cada una de esas líneas como recién escritas, tan sentidas como el primer día. Voy pasando por los párrafos que dejan ver pequeñas cosas de mi y siempre me pregunto si cuando tus ojos tristes los lean conseguirán sentir por un momento esos sentimientos que reflejé al escribir. Quizá por un instante, al leer esas palabras, me quieras.

Si me pregunto si eso me importaría o no tampoco consigo dar con una respuesta. Si me digo que no, sé que miento descaradamente. Si me digo que sí...sé que ya no es lo mismo porque inevitablemente todo ha cambiado (yo he cambiado) y va cambiando cada día más. Si me planteo en poder tener una amistad contigo sí encuentro respuesta (y además rápidamente): no, nunca tendré una amistad contigo. Ya lo he dicho muchas veces y es que sigo pensando lo mismo que entonces. No podría ser sólo tu amiga porque hay algo aquí dentro, algo que se va un poco más al fondo cada día, que dice que volvería a encantarse con tu magia y que yo volvería a despertar todas esas ilusiones dormidas y me tragaría de nuevo mis propias mentiras: no, no quiero volver a dañarme a mi misma.

De todos modos todas estas preguntas que me asaltan cada día son estúpidas porque no me ayudan ni me llevan a ningún sitio. Ninguna se fundamenta en nada más que en mis propias fantasías, como siempre. Siempre soñando, siempre viviendo en un mundo paralelo mientras, sin darme cuenta, la realidad sigue y yo no reparo en ello. Y vuelvo a cuestionarme: ¿qué más me da?. Qué más me da si sé que nuestras vidas siempre irán por caminos distintos, si sé que yo para ti nunca fui lo que tú fuiste para mi... si sé, que en realidad, esto es lo mejor para los dos y que yo también merezco que me aprecien de ese modo que sólo puede llamarse amor, de ese único modo que engloba todo y que sólo yo pude ( y puedo) llamarte...

No hay comentarios:

Publicar un comentario