viernes, 23 de julio de 2010

El pasado de Marcela

- 21, 23,...
- ¿ Qué dices Marcela? - pregunta Claudio
- Recordar. 31, 6...
- ¿Recordar? Llevas con nosotros un par de años y nunca nos has contando, tan siquiera, cómo eran tus padres o si tienes hermanos.
- 31,...
- ¿Puedes para ya?
- Lo siento. Nunca he contado esas cosas del pasado porque, al decir verdad, apenas recuerdo ninguna... y para contar un pasado a medias prefiero no contar nada.

Claudio la mira asombrado y un tanto apenado. Aquella tarde de tormenta, dos años atrás, estaba colocando los vasos, casi abrasadores y humeantes que acababan de salir del lavavajillas, en la repisa situada bajo la barra cuando Marcela irrumpió en su local. Él le dijo que todavía estaba cerrado y que podría volver en un par de horas si deseaba tomar algo, pero ella no iba en busca de una copa sino de un trabajo, algo que hacer en su vida. Desde entonces, no le pudo dar la espalda: la chica estaba sola y, según dijo, no tenía parientes ni amigos en la ciudad. Le abrió las puertas de su casa y no le costó convencer a Fabiola, su esposa, de que dejara quedarse a la chica en el cuarto de invitados cuando le contó su historia. Marcela era para ellos la hija que tanto buscaron y la vida no les pudo dar: desde que entró en sus vidas pudieron volcar en ella todo aquel afecto que, entonces, se comenzaba a marchitar.

- Anda, vete a casa y descansa un rato - dice mientras posa su mano sobre su hombro derecho - llevas ensayando esos pasos nuevos durante toda la semana y ya no pueden ser más perfectos.

2 comentarios:

  1. Ves, tal como supuse...
    nació para bailar!!
    xD

    Te quiero Nube, me encanta tus entradas como esta!

    un beso!

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