domingo, 11 de julio de 2010

Lily va a la playa

Era la primera vez que su padre la llevaba a la playa y en el cielo azul de verano reinaba el sol, calentando el ánimo de los bañistas y los más rezagados que se limitaban a tumbarse sobre la arena. Lily llevaba un pequeño bañador rosa con flores, a juego con su cubo y su pala para jugar en la orilla. Bajaba las escaleras de piedra, que llegaban hasta la arena, a hombros de su padre. La pequeña no podía parar de sonreír y de quedarse maravillada con el sonido de las olas y las gaviotas que cruzaban el cielo por encima de ella. 

- ¿Qué dices cariño, te gusta la playa?
- ¡Sí, papi! - respondió ella pellizcando las orejas de su padre.

Ya en la arena seca, Lily sintió su tacto suave y cálido. Sus pies quedaban enterrados a cada paso que daba por la arena mojada y fría, mientras su padre caminaba a su lado cogiéndola de la mano.

- Papi, papi, ¿puedo bañame? - preguntó la pequeña señalando el mar
- Claro, pero nos bañaremos aquí cerca de la orilla, ¿vale? porque más allá cubre mucho y todavía no sabemos nadar.
- ¡Quiero aprender a nadar, papi!
- Vale, vale - dijo su padre riendo - la semana que viene nos apuntaremos a un curso para aprender a nadar.
- ¡Síiiiii! - gritó, emocionada, chapoteando en la orilla 

Después del baño, volvieron a sus toallas para comer el bocadillo de tortilla que habían preparado por la mañana ellos mismos: a Lily le encantaba ayudar en la cocina y, si era su padre el que iba a hacer algo, acudía corriendo a su lado, para poder verle de cerca e intentar adivinar así cuál era el ingrediente secreto que utilizaba para que siempre le quedara todo tan rico... pero nunca conseguía saber cuál era.

El sol seguía calentando con fuerza, así que, el padre de Lily la echó crema solar para que su delicada piel no se quemara mientras jugaban en la arena mojada, con el cubo y la pala que habían traído. La tarde les sorprendió sin avisar, la gente comenzaba a recoger las sombrillas de rayas y se vestían con camisetas de tirantes y pantalones cortos. Se volvieron a bañar cerca de la orilla, para quitarse la arena que tenían por todo el cuerpo después de haberse rebozado durante tanto rato con ella. Después se cambiaron para ponerse un bañador seco y vestirse.

- Mmm qué hambre tengo Lily, ¿nos comemos un helado?
- ¿De chocolate?
- De chocolate o de otro que prefieras
- ¡Chocolate!

Así, sentados en un banco, mirando el mar y la playa vacía en la que habían pasado aquel día, Lily y su padre se comieron un helado de chocolate: tan dulce y tan inolvidable como ese momento.

2 comentarios:

  1. ooh que bonito! que dulce! *O*
    me encanta n__n
    Un beso! =)

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  2. Ahhh!!
    Lida pincelada.
    Has hecho que vaya a la playa!!
    xD

    Fantástico Nube, fantático!

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