domingo, 4 de octubre de 2009

Silencio

Sábado 3 de Octubre. Cuando desperté esperé en silencio a que llegaran las lágrimas otra vez. Más silencio. Empecé a pensar de nuevo, pero esta vez me guiaba la razón: nunca le importé del mismo modo que me importaba él, nunca mostró el interés que hubiera deseado, nunca vi tristeza en sus ojos cuando se acababa la tarde y era hora de irse a casa...

Mirando a la nada, la tristeza de esta verdad se manifestó como yo esperaba. Lágrimas, más lágrimas... lágrimas no de dolor, lágrimas de tristeza, lágrimas de autocompasión, lágrimas... ¿Algo está cambiando?

Por la tarde fui a casa de una buena amiga. Hablábamos de todo un poco, pero principalmente hablamos de mi y de ella, pues también pasó momentos como éste hace tan sólo 4 meses. Le dije la verdad, la mayor parte del día la paso anestesiada: miro el horizonte sin ver nada, siento la pena como si no me perteneciera y después caigo en la cuenta de que sí me pertenece. Es difícil conseguir aliviar un dolor como éste y poder contar con alguien es muy importante porque aunque no lo parezca, sentir una cercanía física y escuchar ayudan.

Hubo momentos alegres, risas por chistes malos que caracterizan a esta buena amiga. Me dijo algo que le dijeron a ella en su momento que realmente creo me alivió bastante: a veces nos empeñamos en alguien cuando ese alguien no es para nosotros, no nos puede querer como nosotros lo hacemos, del mismo modo que queremos que nos quieran... ¿curioso verdad? algo tan cierto y sencillo y sin embargo tan poderoso de devolvernos un poco de esa fuerza que creemos perdida. Me sentí más fuerte.

Hoy Domingo, sigo sin ver qué voy a hacer, sigo sin ver un horizonte definido pero al despertar no hubo más que silencio. Sin duda, algo está cambiando.

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