martes, 27 de octubre de 2009

Once horas

Once horas en la facultad: hacía ya mucho tiempo que no pasaba tanto tiempo allí. Este cuatrimestre aunque tenga clase por la tarde siempre me vengo a comer a casa, porque después de lo sucedido "el día" prefiero alejarme todo lo que pueda de ese entorno, de su posible presencia, de mi misma; pero hoy me he quedado a comer allí porque mi prima no llevaba su coche y se tenía que quedar a comer por la zona así que me ofrecí a quedarme para que no comiera sola y por la tarde también la esperé hasta que saliera del trabajo.

Me he tropezado en todo el día un par de veces con él, han sido conversaciones breves, banales, conversaciones sin ningún propósito salvo el de mantener las cosas en paz: amigos nada más, aunque yo ahora mismo diría más bien conocidos. No es que yo no quiera ser su amiga, pero siento que en parte sólo yo quiero mantener algo de relación en ese sentido, lo que me lleva a pensar esto es que realmente yo quiero lo mejor para él y quiero saber que está bien, quiero que si tiene algún problema cuente conmigo, quiero poder ayudarle, quiero que sepa que por mi parte no estará solo, quiero que no lo olvide nunca... cierto es que no sé lo que él piensa, sólo sé lo que dice pero no lo veo reflejado con lo que hace.

Lo que digo es que si quisiera ser un amigo me preguntaría más a menudo qué tal me va, o qué he hecho el fin de semana y qué tal lo he pasado; pero la verdad es que sólo contesta mis mensajes si les comienzo yo, soy yo la que pregunta qué tal le van las cosas... No es rencor ni odio... no es eso de verdad, es solamente un sentimiento de incomprensión que a la vez me quema y se me clava un poco más cada día dejando paso a una sensación de rutina en la que siento que me queda poco que decir... que se marchita mi amor, pero siguen doliendo los recuerdos. Nunca le he importado de la manera que él me ha importado a mi, de la manera que yo hubiera deseado que le importara.... Con el tiempo me revelo a mí misma cosas que mantuve calladas: trato frío en ocasiones, falta de interés por mi y mis cosas, excusas para no quedar... En fín, cosas que dolía ver en su momento y se podían justificar con un " bueno, estará cansado", " no ha tenido un buen día", etcétera etcétera etcétera.

No es rencor ni odio... es tristeza, nostalgia y dolor al mismo tiempo. Sí, once horas que ahora pasan factura.

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