domingo, 24 de enero de 2010

Hambre

Hoy no sé si te quiero. Tampoco sé qué va a ser de mí en los próximos meses en los que te cruzaré por los pasillos y te observaré desde el fondo de la clase. Hoy te quiero comer, de un modo que nunca he hecho. Siempre me has frenado, aunque no lo sepas, te lo digo: tú siempre me has frenado; y  no lo has hecho con gestos, lo has hecho con palabras, que duelen más… Tú nunca has querido hacerme daño y por eso quizá no sabías que, para mí, tus palabras tienen más poder que una acción. Me frenaste cuando me dijiste que no me enamorara de ti, cuando hacías conjeturas acerca de mi futuro con un supuesto novio (querías dejarme claro que ese, no serías tú…), cuando señalaste que pensabas que podríamos seguir compartiendo caricias sin nada más que ese calor corporal… Con tus palabras me frenaste (y  ahora al recordarlas me sigues frenando) y yo, con mi silencio, me amordazaba el corazón para que no empezara a desangrarse delante de ti.

Hoy, no sé por qué, te quiero comer. No quiero que me digas nada, para que por una vez no me pares y me dejes sentir. Aunque sea por una vez, déjame dártelo todo. Déjame sacarlo y regalártelo (aunque no lo quieras y lo dejes en el suelo); déjame jugar a perderme en tu piel, déjame nadar en tus ojos, déjame acariciar tus lunares, déjame despeinarte, déjame llevarte a otro mundo, déjame seguirte…; déjame mostrar cómo estas heridas se curan  y desaparecen por sí solas cuando estás conmigo, déjame enseñarte cómo reaparecen y se abren todas de nuevo cuando ya no me abrazas, déjame apostar todo al caballo perdedor, déjame por favor… déjame quererte. Y si no me dejas, por lo menos quiero que sepas que hoy, en mi mente, te voy a comer a cada hora, me entregaré en cada rato y tú… tú permanecerás callado.

Hoy, creo que te sigo queriendo…

1 comentario:

  1. Ojala te deje hacer todo eso, porque será entonces cuando se de cuenta de que él también te quiere comer.
    :)

    ResponderEliminar