miércoles, 24 de marzo de 2010

Caminando

No ha sido un mal día: ha sido un día como esos que ahora me parecen lejanos y sin embargo no son de hace tanto. Hace un año un día como el de hoy me hubiera parecido un buen día, un día de provecho, pero hoy sólo me parece que no ha estado mal: ahora sólo veo este tipo de días como incompletos. Me falta algo, me faltas tú.

Camino por las horas sin reparar en ellas. Cuando paro de pensar en el trabajo que estoy haciendo pienso en tí, en si te irá bien, si andarás muy agobiado con el millón de prácticas y trabajos que mandan los profesores creyendo que su asignatura es la única. Me gustaría en esos momentos charlar un rato contigo, perderme en tus ojos, tomar un café y comentar todas esas anécdotas divertidas que surgen cada día y que consiguen sacarte una sonrisa (y entonces tú consigues sacarme otra).

Pero no puedo limitarme sólo a eso, sé que no puedo. Me gustaría pero a mi no me puedo engañar y sé que yo siempre querría más, y más, y más.... y volvería a convertirme en el problema: yo soy el problema. Nunca podremos ser amigos, nunca, nunca... y nunca sabrás lo mucho que lo lamento.

Entonces es cuando vuelvo a doblegarme ante mi misma y me obligo a apartarte de mi mente, borrar esa escena que creé con una mesa y dos sillas enfrente, borrar la sonrisa que ya tenía otra vez dibujada y en su lugar pintarme otra vez la tristeza en la mirada y el brillo de las lágrimas que quieren salir pero que impido que lo hagan.

Es mejor así, es mejor que me limite a pensar que eres feliz y que ya no te acuerdas de mi. Es mejor así, dejar que el tiempo difumine tu rostro, tapar tu olor de almendras dulces, guardar en el fondo de los recuerdos tus lunares y pensar que cada día que pasa nos acercamos más a ser unos extraños, hasta que una mañana apenas recuerde que, tú para mi, una vez te llamaste amor.

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